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viernes, 21 de mayo de 2010

Para ser poeta no basta escribir y publicar versos

Para ser poeta no basta escribir y publicar versos

Alguien me dijo alguna vez que hay mejores poetas sin haber publicado un sólo verso y sin estar haciendo aspavientos ni autotitularse como tal. Y le creo. Y es que para la moderna crítica literaria cualquier cosa que escriba el hombre es poesía (Miguel Ángel Huamán Villavicencio, Diplomado de Literatura FACHSE-UNPRG, 2004). Por lo tanto ese concepto de que la poesía es sólo para unos cuantos iluminados y elegidos por la “divinidad”, ha quedado en un concepto místico y romántico.
Creo que el poeta es una unidad compleja e indisoluble, vida/obra. Si bien el concepto literario de poesía como producto estético, voz del poeta, es muy diferente a la voz de quien lo escribe, entre este umbral, una delgadísima línea se debate entre qué es un poema: ¿una construcción artificial lingüística cargada de alegorías y metáforas ingeniosamente bellas o una experiencia real de vida que compenetra el mundo interior del autor y sus vivencias sublimes y humanas? Conozco buenos poetas que se contradicen con su don de malas personas; pero también conozco buenas personas que son malos como poetas. Pero como la poesía no es una condición de buenas personas, sino un trabajo intensificado del lenguaje, creo que por el mundo deambulan algunas aves exóticas y en extinción: los poetas totales, aquellos que admiran y sorprenden con la construcción sintáctica y elocutiva de sus versos, pero nos maravillan más cuando existe una correspondencia con su calidad humana, porque al fin y al cabo pregonar belleza sin ser partidario, en darlo o apreciarlo, de ella, es como un cura en un púlpito que pide honestidad a sus feligreses y para empezar, él no lo es.

Nicolás Hidrogo Navarro.

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