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viernes, 21 de mayo de 2010

POETA Y LITERATURA: EN EL UMBRAL DEL SUICIDIO

POETA Y LITERATURA:  EN EL UMBRAL DEL SUICIDIO
Por: nicolás hidrogo navarro
hacedor1968@hotmail.com
No eres poeta porque lo digas y te lo creas; sino porque el espíritu de las palabras de tu poesía, lo confirman o lo niegan.
Entre el revelacionista acto de crear un poema y el escapismo del suicidio, prima una cuarteta fatal: que el poema no guarde correspondencia entre lo que tú quieres decir y lo que tu lector pueda entenderte como intención; y, que, tu autoanquilamienrto sea vea como una cobardía y no como un acto de valentía y decisión encomiable al secarse la marejada de posibilidades innovadoras.

Existe una gran viga transversal de palabras claves que están atraídas por el imán azul de la literatura: poema, soledad, angustia, elucubración, fracasos, creación, inconstancia, sensibilidad, incomprensión, catarsis, refugio, crisis existencial, convulsión, miedo, dolor, leve alegría, fatalidad y suicidio. El poeta es rasguñado por cada una de estas instancias absolutas y transportadas endeblemente por caminos recurrentes y por derroteros obsecuentes. Hay un determinismo fatal en cada acto creador y en cada actitud resiliente: la poesía y la literatura son los espirales perfectos que, cual agujeros negros de los misterios del universo, se atragantan con las personas.

La poesía puede ser el último reducto de la desesperanza, desde donde puedes iracundamente lanzar alaridos silenciosos con todos los lexemas y las discordancias sintácticas encima, sin que nadie te diga nada. O puede ser la armonización entre tus mejores melodías encadenadas que brotan como chorro caliente desde la candidez y sensibilidad de tu humanidad. No es casual que la propia mimesis aristotélica haya dejado abierto la posibilidad que la literatura sea un conglomerado de voces desde tu tierna y cursi historia de enamorado incorrespondido, pasando por tus afanes redentistas de Robin Hood justiciero con tu literatura de compromiso, gran bramador iconoclasta, y hasta un monumento a la egolatría que busca sólo tomar a la literatura como un éxtasis alucinolírico personal y el mundo hecho trizas afuera te importe nada.

Los impulsos que determinan el molde o género a utilizar, depende mucho de las inteligencias emocionales y redactivas que se utilicen: así, alguien inclinado a escribir en prosa con mucho éxito progresivo, le puede ser dificultoso expresarlo con la misma intensidad y fuerza estética líricamente y viceversa.

De todas las regiones literarias del Perú confluyen, voces, artículos y censos desmoralizadores de cada vez menos cultores impertérritos de la literatura que pese a sus frustradas ventas, su escaso público lector –un lleno de la pandilla o el clan familiar en pleno, no necesariamente significa un éxito de captación de potenciales de lectores o compradores del texto en apoteosis- su perfil anatematizado de perfecto ocioso, vago humero, dipsómano errático y locumbeto incorregible. Sin embargo, pese a esta desesperanza, la imagen que proyectan los poetas en el mundo sigue siendo de un filón macizo de creatividad y misticismo arraigadamente telúrico.
La literatura y poeta no se crea, ni se destruye, sólo se transforma, sería un apotegma lavoiseriano ad doc a las humanidades. El poeta del I siglo de la era cristiana era considerado un ocioso intelectual; en la Edad Media, un juglar libertino; en el renacimiento un cultista musical; en la edad contemporánea un innovador estético y en la posmodernidad un posero infuloso y ególatra.

Que la literatura vive un vía crucis agónico de lectores y que los poetas y escritores se nieguen a verlo como tal, no extraña. La modernidad se ha comido la fuerza mística y trasncultural que contiene un libro como alma viva de la prolongación de los sueños y todas las derrotas humanas juntas. Esa extraña aura y presencia que tiene un libro a la vista o dormitando en una biblioteca, ha perdido, en los modernos lectores, el impacto psico-emocional como una elongación que trasunta el autor al momento de concebirlo como tal.

Para un poeta, los libros, sus libros, son el tesoro y el legado más preciado que pueda poseer: los disfruta, los relee, siente que su presencia irradia una fuerte ráfaga de inspiración en cada soledad, en cada acto de preludio a la creación- ¿Acaso los poetas y escritores sean los principales lectores y consumidores de literatura? Indudablemente el binomio de escritor- libro se da en dos vertientes como actor de elucubración y como acto de enriquecimiento. En cualquiera de los dos tipos el libro es una cosa curiosa rara al inicio, que puede parecernos una cosa inacaba, cosa que difiere cuando se ha cuajado con el tiempo.

Es posible que el reinado y el tiempo de los poetas agónico dentro de cien años, sea sólo una cosa rara y fósil de colección. Es posible que todo lo creado literariamente hasta hoy tenga ocupado a los críticos y a los raros y exiguos lectores en la próxima centuria tratando de desenmarañar lo que quisieron o no decir. Todo habrá cambiado, el paisaje, personajes, la imprenta, las librerías, el tipo de presentación de los libros en pantalla líquida, el hipertexto habrá remplazado al apolillable papel y quizá las bibliotecas dejen de llamarse tal para parecerse más a museos de cosas y rarezas.

Es posible que la reconversión y los apremios sin fin del poeta lo arrinconen a la nada y lo obligue a quedarse o solitario en su persistente intento de sobrevivirse a todas las tentaciones fracasadas de poder o de búsqueda laboral para sostener su estatus socio-cultural.

Poeta y poesía, escritor y literatura, en general, quizá sobrevivan a la hecatombe de evasión de lectores, pero serán una rara especie. Se habrán extinguido los que nacieron con el sino del poeta y habrá prosperado la literatura plástica, mediática y de faroleo, habránse afianzado los “Harry Potter” y quizás nazca una literatura de resurrección: volverán las novelas de caballería, el romance pastoril como una nostálgica evocación, tragedias shakesperianas que te partan la adrenalina en dos y dramas lopezcos que jueguen la fanfarria de fuenteovejunos, poemas enrevesadamente gongorinos, moda retro, por pura emulación.

Puede que la literatura y los poetas se resistan a morir – y lo existan por siempre sin libros ni lectores, librerías ni bibliotecas concurridas-, pero sus formas, inagotables hasta ahora, sufra un colapso social para ser más un acto individual de autocomplacencia que un venablo que hiera o suscite en otro un shock emocional.

Poesía habrá porque siempre habrá silencio, angustia, desazón, estrés, fobias, fijaciones y súbitos emocionales, frustración y ansias reprimidas. Pero, el poema, como su fruto material, fónico y léxico, retardará, cual crisálida, su metamorfosis y nacimiento. Las novelas y los cuentos se escribirán –y hasta es posible que sus ventas, por el marketing mediático-, se vendan con éxito de Best Seller, pero no será el disfrute y el placer estético, sino el morbo que lo mueva y corroa a ese avieso lector fragmentario.

Poetas habrán deambulando por las calles, pero nadie los tomará en cuenta como tales, sino como desadactados sociales que no supieron disciplinarse y que quisieron llevar una vida libertina, báquica y autodestructiva. Todo eso evidenciado en su afán contestario, trasgresor, automarginal y quizás como un renegado social que no quiso entrar al convencionalismo de respetarse así mismo ni respetar a los demás. Según los sistemas y los tiempos esto puede ser bueno y malo: sólo los poetas se comportan como espíritus no alineados, pero deben pagar caro su osadía y arrinconarse al olvido, marginación y el estigma de la ignominia antisocial.

Una fuerza nerviosa de escalofríos lunfardos, de espantos nocturnos y perpetuos misterios recorre todo el acto creador, al creador y lo creado: ¿a quién le importa quién, dónde, por qué, cuándo, qué, para qué y cómo escriba? La poesía yace yerta, contrita, colgada de una viga, … la gran viga de la indiferencia lectora…

Lambayeque el 10 de noviembre de 2006
(Bodriado entre una sombría tarde plúmbea, el disfraz añejo de un “Ubicuos Malditos” y el fondo de un Nirvana 13).



Lambayeque, noviembre 11 de 2006
Nicolás Hidrogo Navarro
Coordinador General Conglomerado Cultural –Lambayeque-Perú



COMENTARIOS DE LOS TEXTOS LEÌDOS

A) Arturo Bravo Flores (Gen. 2000)
La poesía de Arturo es fundamentalmente metapoética, como lo está siendo una tendencia continental –hablar sobre el acto creador mismo, como experiencia delirante y funesta- porque hace un ejercicio de reflexión sobre su propia percepción de creador: enjuicia, caracteriza y describe al acto creador como una de las actividades más sublimes, pero al mismo tiempo más ignoradas y tenidas por desfachatadas. De estilo antipódico y con granees encabalgamientos, Arturo es sereno, contemplativo, sin mucho snobismo no rimbombismo ni torcido, se ajusta a una tradición y moderación, peor cabalga suave sobre el caballo oropelosos de la poesía.
B) Fernando Odiaga Gonzáles (Gen. 90)
En Fernando Odiaga la poesía es confesional, depositaria de sus frustraciones y confidente de sus obcecaciones por la mujer que debió ser, pero no fue. Son poemas de testimonio, de cuitas, de frustraciones, peor de vitrina plañidera y de mensajes subliminales: a este poeta quiere que lo amen, es consciente de sus mil y un decepciones e intentos abortados de la novia y se resigna a verse así mismo como un sin suerte en el amor. Su poesía es reflexiva, pero fundamentalmente es un diario lírico entre líneas, capaz de exorcizar su mala suerte, su inacaba espera de galán acechador en las nocturnas esquinas, con cigarro en ristre, con los deseos concupiscentes desatados y con todo la libido encima. Es un poeta de resignaciones y de interpretaciones. Lo que el amor no le dio, su poesía lo posee.


BASE: POEMAS LEIDOS Y COMENTADOS
TEXTO Nº 01
De: Arturo Bravo Flores

ENTRE LA PIEL DE UN VERSO


En esta soledad infinita de mi verso
que no es más que un puñado de letras,
alborotadas por lo que hoy siento
en este espacio que nunca tuve;
donde el viento golpea mi cuerpo
celda inútil de sentimientos y sueños
queriendo cambiar el mundo al tiempo.

Ya a lo lejos se oye el silencio
de esta tarde, bañada de hojas secas
pintada de azules por todos lados,
sobre huellas que nunca acaban de dejarse,
una
tras
otras
como
ramas caídas del cielo.

Quisiera alegrarme un tanto pero como,
si otros lloran sus muertos, como hacerlo
si el mundo se desangra
sobre soberbias renovables

Quisiera escribir como cantan las aves
o pintar quizás un otoño
con frases de amor y emociones
o quizás escribirte algo que te alegre
hoy que sufres mi desaire.

En esta soledad infinita de mi verso
le arrancare los ojos al pasado
para que no me siga
ni tampoco me halle.

quebraré las piernas al tiempo
para que no me alcance tan pronto
hoy que enrumbo mi inevitable viaje
en esta soledad infinita de mi verso
que no es más que un puñado de letras
alborotadas por lo que hoy siento
en este espacio de presencia inestable


RETROCEDIENDO AL MAÑANA

Ayer pude ver, mucha gente, sí, fue ayer
Como si fuera hoy aun lo recuerdo.


Todos conociéndose en un mismo color
ya sin miedos, ya sin odios,
caminando abrazados sin silencios
sobre el pasado: ahora polvo del camino
que el viento esparce con ensaño.
Fue mucha gente, muchísima
cantando sonrientes a la vida
y a todo lo aquello que pude ver ayer:
espacio indescriptible, inexplicable
para este tiempo aun de humanos,
aun lo recuerdo claramente.
Se muy bien que pronto despertare
y que todo será lo mismo
lo se porque el frió de la noche ,
de esta noche donde aun duermo me lo dice
entonces será prohibido
hablar de los sueños como este
que aun recuerdo como si fuera hoy.


Y que este mundo aun no conoce
y que aun prohíbe que se hable……

TEXTO Nº 02
FRUTO DIVIDIDO
A veces mentías. Indiferente
a mis oídos, impulsados a la felicidad
por tu voz
pero callabas verdades del amor
siempre mirando mi frente oscura.

Hoy te vi con aquel muchacho
que en tu vida iba primero por tu puerta,
por tus manos, por tus ojos.

Me sentí el hermano taciturno
de su dicha.

Algo en mi interior te decía adiós
cuando sentiste mi presencia.

Sé que no conoces nada del dolor
ajeno
ni de inocencias corrompidas;
que solo sabes excusas y pretextos.

Y me llamaste una vez más
Para darme explicaciones
Que no te había pedido.

Hoy caminamos por vías distintas.
Fui un hombre tan sólo
y me pregunto por qué de de morir
por un deseo.

Pero tú, mujer en la distancia
cual fruto dividido por un cuchillo
eres la íntima amiga de la mitad
mordida
y jamás recogerás lo que ya se cayó
al barro feral por donde se enloda mi amargura.

TIEMPO
Tal vez por que existe el tiempo
hay lago más que el desaire del minuto
y la inmadurez fatal del año anterior
o la candidez del mes en curso.
Tal vez hay algo de cierto en la música
que se escribe en la sombra
y nos dice algo el reloj
después que le demos cuerda en la mañana.
Es que todos los siguiente días y años
Son para cambiar de tema
a esta poesía
al fraude de esta vida
y a la mujer cruel
o el hermano hipócrita.
Es que a veces es mejor el año
que sigue y el siguiente
después de un divertido fin de año
para engrandecer minúsculas pasiones
para voltear la última página
de fuego del infierno.

SOLITARIO

Solitario contemplo el fin del día
la cabeza sumergida en la luz
las manos las manos las manos
Cerradas como las paredes.
solo viajo a un poema
por el territorio blanco del papel.

Está mi vaso de agua
en la muerte de las estrellas
ante mi ventana.

Persona sin asombros sin deleites
las emociones nulas de la sombra
las mentiras en mi alma
sin sacerdotes ni titos de paso.

Me asiste sin embriaguez el hijo
del viento alado, de la superficie
azul de todo misterio.
¿Me duermo sin pánico por un día nuevo?

Pero mis ojos abiertos
llaman a las horas largas
y el sol disgusta sin palabras
cuando acaba las noches
y las hermanas de los sueños

AMOR, DE DEJO POR OTR@ … LA POESÍA
Por Nicolás Hidrogo Navarro
Que qué tiempo toma escribir un poema y transformarlo en libro. Hay dos tiempos que toma hacerlo: uno mental, para elucubrarlo, producirlo, pulirlo y ponerlo a tono al público. Al inicio nace endeble, añoso, lleno de farragosidades, incongruencias, reiteraciones, enclenque, con una debilidad estética a la que hay que rediseñar y levantar con todas las ayudas, condimentos y soportes estructurales. El otro tiempo, es el cronológico, el de la espera del auspicio, imprenta y librería o el de caminar con la poesía bajo el brazo con mil y un puertas que en vez de abrirse, se cierran.
Un trozo de buena poesía, de aquella calibrada, pensada, profunda y que haya pasado un riguroso control de calidad estética, puede ser tan refundida que puede perder su primigenia concepción original, hasta quedar como el crisol aurífero: apenas una chispa refulgente y que todo lo demás se haya evaporado en humo fatuo y negro.
Cuando uno se acuesta con una mujer, al inicio y al final pueden parecer gloriosos; pero el grueso del tiempo intermedio, tedioso; cuando uno se encama con la poesía al inicio es doloroso comprenderla y nos duele dejarla al final; pero los intermedios son angelicales, de espasmos a espasmos incontenibles y a borbotones, la sientes multiorgásmica, incontinente.
En tiempos de velocidad, materialismo visual – y no intrafusión espiritual- estrés, apremio fugaz, exigencia y presión laboral, es difícil sostener una encerrona con la poesía y dejar a todo el mundo esperándonos afuera hasta después de haber quedado más que satisfechos, extasiados, adentro. Para la poesía sola hay el tiempo ocioso – tanto en concebirla como en regodearse con ella- o lóbregas noches donde la martirización o el deseo de expulsar puede más que el sueño o la pensión de mañana a las 7.30 a.m. Y como la poesía requiere de tiempo, es necesario que alguien sacrifique ¿o ell@s o la poesía?

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