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domingo, 23 de mayo de 2010

RENCILLAS EN LA CORTE DE LOS MILAGROS: (El fenómeno D.K.V.S.A)

RENCILLAS EN LA CORTE DE LOS MILAGROS: (El fenómeno D.K.V.S.A)
Rubén Mesías Cornejo


En su novela “Nuestra Señora de París” Víctor Hugo nos brinda una detallada descripción de la idiosincrasia y el aspecto de “La Corte de los Milagros”, trasladando mentalmente a sus lectores hacia un espacio tenebroso. Eclipsado por la abigarrada geográfica del París renacentista, en suma un lugar, que noche a noche, congregaba en su seno a la flor y nata de la marginalidad que pululaba, durante las horas diurnas, por la estrechas callejuelas de la capital de Francia.
Precisamente, partiendo de esta característica común –la marginalidad- nace el parragón que pretendo establecer entre “La Corte de los Milagros” de Víctor Hugo y la “Arboleda” que Juan Carlos Flores Tucto y su aliado táctico Stanley Vega, fraguaron allá por el año 1994 y decimos esto porque la convocatoria que Flores Tucto propaló diligentemente por las calles de Chiclayo, como buen heraldo de su propia iniciativa, consiguió atraer a un nutrido grupo de personas, interesadas principalmente en la literatura, que durante los cuatro años siguientes formarían el núcleo de las tertulias sabatinas, que se asocia sus esfuerzos con las aventuras que Stanley emprendió editando la revista y llevando a cabo los recitales. Ahora bien, lo que si tenían en común la mayoría de las contertulias que asistieran a la casa de Stanley, era la carencia de pergaminos que refrendasen su condición de creadores ante la comunidad literaria. Una deficiencia que los “Cantos....” subsanaron parcialmente mientras duraron.
Lamentablemente el espíritu díscolo de Stanley se contrapone abiertamente con el pensamiento colectivista que movió a Flores Tucto a mejorar la propuesta de “Kattar Litterae” a través de “Arboleda”, o mejor dicho Stanley, ya había dado su mejor esfuerzo. En ese momento la revista estaba paralizada en su tercer número mientras los “Cantos.....” que objetivamente fueron el producto más logrado que la ebullición creadora de la tertuliase veían enfrentados al peligro de extinguirse debido a la decisión unilateral de Stanley, de suspender indefinidamente en relación . debido a que según Stanley, la tertulia ya nada tenia que decir.
Ante semejante arbitrariedad muchos contertulias alzaron su gusto de protesta – entre ellos el escritor de este artículo- desmintiendo del parecer esgrimido por Stanley.
Este enfrentamiento provocó una aguda crisis que afectó un tanto los relatos, armonía que había presidido la existencia de la tertulia hasta entonces.
A tal grado llegó el clima de malestar que se hizo imperiosa la necesidad de convocar a una reunión de emergencia, que contó amplio quórum, en la que Stanley sería duramente interpelado, sin que esto modificarse ni un ápice su postura inicial.
Producida esta ruptura entre Stanley y buena parte de sus colaboradores es que irrumpe nuevamente en la historia de “Arboleda” la empeñosa figuras de Juan Carlos Flores Tucto como el del viejo ideal que le llevó a congregar a los creadores jóvenes en turno a Stanley. Sin embargo eran evidentemente que Stanley había empezado a llevar a cado sus propios proyectos personales, utilizando a “Arboleda” como una plataforma que le permitiese exhibir su nombre ante el resto de la comunidad literaria local.
Fue en aquel mes de octubre de 1997, cuando Juan Carlos Flores Tucto, Martín Meléndez, Dandy Berrú, Luis Heredia, Paco Irigoyen y quien esto escribe deciden apartarse del seno de la tertulia para coligar esfuerzos y llevar a cabo un proyecto que pretendía convertirse en un auténtico movimiento contracultural e irreverente que utilizando expresiones artísticas extremadas de la literatura, el dibujo y el teatro se convirtiera en la punta de lanza de la rebeldía contra el sistema. De esta manera “D.K.V.S.A” (nombre que recibió el Fanzaine y que surgió de una deliberada ocurrencia de Juan Carlos) pretendía tomar la posta de lo que “Arboleda” nunca hizo debido a la negligencia del socio de turno, en este caso Stanley.
Así pues en apenas de un año de existencia (oct. 1997- julio 1998), “D.K.V.S.A” consiguió editar tres números de contenido variado, en el que se dieron cita la narrativa, la critica de cine, los artículos, los de opinión y el comic, que no solo serían leídos en Chiclayo, pues a Heraldos oficiosos como Lelis Rebolledo y Juan Carlos Flores Tucto, le llegaría a abarcar espacios como Piura y Trujillo. Inclusive el grupo tuvo la osadía de presentar su número inaugural en uno de los ambientes del INC, entonces presentado por Oscar Vilchez, generando una noche que osciló entre lo polémico y lo anecdótico. Recuérdese por ejemplo, el encontronazo verbal que Martín tuvo con Gustavo Hidalgo a raíz del asunto de supuesta traición contra Satnley, o la improvisada presentación que a pedido del mismo Martín, Elmer Llanos escribiera en el mismo lugar de los hechos antes de proceder a su lectura. Poco después en el seno de las tertulias de Stanley, Maiakowski Díaz expresaría a titulo personal su estupefacción ante ka supuesta incoherencia de la propuesta mostrada. Sirvan estas anécdotas para demostrar el impacto que generó “D.K.V.S.A” desde su aparición semejante actividad fue obra del entusiasmo que los partícipes de esta experiencia invirtieron para llevar a buen puerto la edición del FANZINE, algo que realmente faltaba en las tertulias de “Arboleda” centradas más que nada en la simple plática. En cambio las reuniones que se llevaron a cabo en la casta de Paco Irigoyen y de Luis Heredia tuvieron claras características de sesiones de trabajo, en las que se discutía además temas relacionados específicamente sobre los contenidos y la propuesta (elaborada por Flores Tucto) del Fanzine mientras se distribuían las tareas por hacer, y si a esto le añadimos la capacidad logística brindada por la computadora de Paco tendremos una visión certera del dinamismo que impulso a “D.K.V.S.A” a divulgar sus Fanzines por la ciudad, a contrapelo de “Arboleda”. Lamentablemente la experiencia duro poco, y uno a uno sus miembros fueron abandonando el grupo absorbidos por los trabajos que impone la vida cotidiana. Muerta “D.K.V.S.A”, otra creación suya, Juan Carlos se refugió en la fotografía y en la lectura de los libros de su biblioteca, mientras Stanley, ya sin oposición, continuaría recorriendo el camino que lo llevaría a convertirse en lo que ahora es.

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