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martes, 8 de junio de 2010

LITERATURA LAMBAYECANA DE LOS 90-Por Milton Manayay Tafur

LITERATURA LAMBAYECANA DE LOS 90

Por Milton Manayay Tafur

La literatura lambayecana (o literatura producida en Lambayeque) ha carecido hasta ahora de una tradición de estudios críticos -sistemáticos y permanentes- que hayan explicado y evaluado con argumentos teóricos consistentes las esencias de sus manifestaciones fenomenológicas y sus articulaciones dialógicas con otros discursos culturales. No existe ningún estudio crítico-literario en donde más allá del esbozo panorámico, del análisis particular de un autor, o de la mera selección textual, se examine y dilucide con la debida amplitud y agudeza las invariantes y variantes del proceso literario lambayecano, su carácter de discurso estético que se alimenta e interactúa con los restantes discursos sociales. En este contexto surge Generación de los 90 ó generación plaqueta en Lambayeque (G90), de Nicolás Hidrogo, para marcar una línea de estudios que conduzca hacia una verdadera tradición crítica lambayecana. Siendo estudiante universitario Nicolás destacó como agudo lector y como indetenible animador de debates. Siempre mostró una actitud y una pasión por revelar los misterios de la literatura. Nunca claudicó en su afán promotor de la discusión, creación y difusión literaria. Paulatinamente fue abriéndose paso como profesor, creador, comentarista, y ahora como ensayista. La productividad de su trayectoria se ratifica en este libro en que compendia distintas muestras de un lapso temporal del proceso literario lambayecano: la década del 90. Una década de la que él mismo fue protagonista.
G90 es un libro en donde coexisten lo homogéneo y lo heterogéneo. La homogeneidad se define por el objeto de estudio -la "generación literaria lambayecana de los 90"-, y la heterogeneidad se traduce en los diferentes niveles de enunciación desde los que el autor analiza y valora dicha "generación". En efecto, hay por lo menos cinco voces que hablan en el libro: a. el crítico, que comenta e interpreta el proceso generacional del 90; b. el entrevistador, que interroga e indaga en el juicio, personalidad y experiencia de poetas y narradores: siete escritores exponen sus vivencias y motivaciones, sus vínculos con la labor creadora, autovaloran su aporte e iluminan desde sus perspectivas los referentes y referencias de su labor creadora; c. el registrador, que anota y ordena datos e información vital y literaria de más de una decena de escritores revelando detalles íntimos, afectivos, familiares, literarios, académicos y cotidianos; d. el profesor, que diseña una guía de entrevista literaria, útil como instrumento de trabajo para estudiantes e investigadores cuando requieran hacer frente personalmente al escritor a través del discurso de la entrevista; e. el antologador, que selecciona una muestra de la producción poética y narrativa de los representantes de la generación en estudio.
G90, por tanto, se define singularmente por el referente que aborda, pero se diversifica pluralmente por las distintas perspectivas de enunciación que desarrolla.
El discurso crítico está en la "Presentación", y en los artículos "Una generación ya histórica", "9 asedios a la Generación literaria juvenil lambayecana de los 90", y en "Nicolás Hidrogo y la Generación literaria de los 90 en Lambayeque". En todos estos escritos Hidrogo pone el acento en la determinación de los rasgos-eje ("marcas estéticas") que definen la identidad y el modo ser de la aludida generación. Estos cuatro apuntes están atravesados por una unidad argumental, y, en este sentido, las constantes temáticas que en ellos subyace son definidas: los creadores literarios (¿quiénes son?); los círculos literarios (¿concepciones estéticas?); la producción literaria (¿temas?, ¿estilo?); la crítica literaria (¿existió?); la cultura literaria (¿existe?). Dichos bloques conforman, en conjunto, la estructura temática sobre la que se posesiona la mirada crítica de Nicolás, y más aún, constituyen un orgánico diseño que como esquema y antecedente de estudio, o como documento de trabajo, orientará las investigaciones futuras que pretendan interpretar las esencias de la literatura lambayecana de los 90. Sin embargo, la crítica que desarrolla Nicolás, a mi modo de ver, por su carácter aproximativo, se focaliza más en los modos de ser y actuar de los creadores que en las esencias y valores de sus creaciones. Nicolás se detiene con mayor ímpetu en la caracterización de los cómo y sólo plantea hipótesis de trabajo respecto de los porqué. Al margen de esto, hay que remarcar que Stanley Vega, Rubén Mesías, Fredy Cabanillas, Luis y Deysi Yomona, Luis Hinojosa, Joaquín Huamán, Ernesto Zumarán, Luis Antonio Noblecilla, William Smith, Oalba Pereyra, Pedro Manay, Gustavo Hidalgo, Luis Alarcón, Dandy Berrú, Carlos Becerra, Ana Cecilia Miranda, Nevenka Waltersdorfer, Giulianna Aguirre, el mismo Nicolás Hidrogo, poblan las páginas del libro no sólo como objetos del análisis, sino también como sujetos que comunican sus visiones y valoraciones de su hacer artístico y cotidiano, que hacen oír sus voces estética y experiencial. Y desde esta línea, Nicolás, articulando enunciaciones hace suyo como base de su labor el carácter dialógico de la literatura; un rasgo que, en un sentido más amplio, Mijail Bajtin puso de relieve cuando dijo que la literatura forma parte del dinamismo de una cultura, que no es un fenómeno cultural aislado y cerrado sobre sí mismo, que ella establece una interrelación dinámica con otros discursos formantes del entramado cultural de una época, y que el estudio literario no debe ignorar por tanto la relación dialógica que la literatura mantiene con el contexto de la vida sociocultural.

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