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lunes, 7 de febrero de 2011

SOBRE ANTOLOGÍAS POÉTICAS PIURANAS- ITINERARIO RETROSPECTIVO: SISTEMATIZACIONES CRÍTICAS DE LA POÉTICA REGIONAL - Por Ricardo Musse Carrasco

SOBRE ANTOLOGÍAS POÉTICAS PIURANAS- ITINERARIO RETROSPECTIVO: SISTEMATIZACIONES CRÍTICAS DE LA POÉTICA REGIONAL (1).




Por Ricardo Musse Carrasco.
Toda antología es arbitraria, incompleta,
incierta y útil…



Antes de hablar sobre mi ensayo antológico, realizaré un itinerario sobre los libros que han antecedido a Poética piurana de las postrimerías: Sus pulsiones seculares y sus rasgos divergentes.

En el libro Los Otros (1 986) de Alberto Alarcón, se consideran trece poetas y tres poetisas. Se hace una correcta selección de los poemas, transcribiéndolos; sin ejercer ningún tipo de valoración interpretativa. Existe sí, al inicio del libro, un recorrido donde el autor habla sobre las tres antologías que preceden a su libro. Tanto los antologados como las antologadas, después de pasado el tiempo, han desplegado una calidad estética y una apasionada perseverancia escritural. Desde este punto de vista, Los Otros es un libro de irreprensible objetividad crítica.

El libro Antología comentada de la expresión literaria en la región Grau (1 991) de Sigifredo Burneo, considera algunos de los poetas de Los Otros (con textos diferentes) y antologa a otros distintos como Alberto Alarcón e Isaac Rupay (de la generación del setenta) y a Federico Chalupa (de la generación del 80). Contiene, además, una escueta apreciación crítica; por lo que más que un abordaje interpretativo de las obras, resulta ser, simplemente, una caracterización de los rasgos verbales de las realizaciones poéticas.

El gran poeta Eduardo Urdanivia y la poetisa paiteña Libertad Orozco aparecen, por primera vez, en un libro antológico denominado Breve antología de poetas piuranos (1 993) de Jorge Ita Gómez. En las palabras preliminares, el autor caracteriza a los poetas, -precisando sus parentescos estilísticos- dentro del complejo panorama de dioramas que constituye el proceso poético regional.

El trabajo de José Díaz Sánchez agrupa seis poetas de los años sesenta y setenta, y cinco poetas y una poetisa de los años ochenta y noventa. De ahí proviene su denominación La palabra sobre el revés de los sueños (12 poetas de la región Grau) (1 996). Es un estudio sociopoético, donde se busca contextualizar el texto literario dentro de ese fuego convulsivo epocal; procurando demostrar, taxativamente, esa recurrente relación contexto histórico-obra literaria. Empero, debido a la circunscripción ideológica, a ese sesgo selectivo de los textos, la mayoría de los poemas no son los mejores de los autores. Las virtudes de este trabajo son: Amalgamar la concepción orteguiana sobre generación con el discernimiento dialéctico, y el que sea el espacio antológico donde, por primera vez, aparecen José María Gahona, Mary Godos Curay, Camilo Ibarko y Carlos Bayona Mejía.

El libro de Manolo Abad Propuesta metodológica para la enseñanza-aprendizaje de la literatura regional en el segundo grado de educación secundaria (1 998) es de naturaleza pedagógica. Su propósito conlleva un didactismo, concretado en las guías de control (secuenciadas éstas en cinco niveles: Nivel de exploración, nivel de comprensión, nivel de globalización, nivel de exploración afectiva y nivel de creatividad) para que el alumno acometa el análisis de los poemas. Consideramos este trabajo en este itinerario (a pesar de no ser una teorización crítica) porque es donde aparecen, por primera vez, Manuel Mena Sertzen, Santín Marón y Héctor Efraín Rojas. El único estropicio del trabajo –inaceptable desde todo punto de vista- es el haber estimado, literariamente, a Miguel Godos Curay, que de talento poético no tiene absolutamente nada.

El libro Poetas y narradores contemporáneos de la región Grau (1 999) de Alberto Alarcón, sale a la luz pública para complementar el libro Los Otros; puesto que éste englobó a poetas de las décadas del cincuenta, sesenta, setenta, y sólo tres poetas de los ochenta. Si bien es cierto están considerados poetas de un encomiable nivel literario; este libro desdeña, deliberadamente, a las nuevas voces que emergieron durante esa concreta temporalidad generacional de los noventa; a pesar, que el autor sentencia -entre otras cosas- que el área antológica del libro es, ciertamente, exhaustiva. Sinrazones mezquinas menospreciaron a estos poetas dotados de una expectante retórica verbal; sin embargo, el paso inexorable del tiempo, ha propinado un furibundo revés a la mirada crítica de Alberto Alarcón. Finalmente, este estudio describe las versátiles tendencias, pero englobándolas dentro de una genérica afinidad estilística entre los autores.

Julio Aponte con Karminka antología de la poesía piurana (2 000), es el primero que sitúa dentro de un espacio antológico a aquellas voces de los ochenta y noventa excluidas, despreciadas y silenciadas por la crítica arrogante, prejuiciosa, interesada, y vengativa de Alberto Alarcón. Y ¿quiénes son estas voces?: Elena Herrera Nisshioka, Federico Chalupa, Víctor Jara Nolasco, Pedro Montalbán, Hernán Flores, Jorge Montero Chapilliquén, Teófilo Peña, Mary Godos Curay, Harrinson Talledo, Harold Alva, y –por último- José Díaz Sánchez y Jorge Castillo Fan (dos de los más representativos miembros de lo que fue esa estirpe generacional de los años noventa, llamada “Los Ángeles del Abismo); desmitificadores éstos, en su momento, del entorno monopolizador que lideraba, arbitrariamente, Alberto Alarcón. La antología de Julio Aponte –por otro lado- se prolonga, cronológicamente, hasta los noventa, y contiene en sus postreras páginas una subjetivista caracterización estilística de los poetas considerados.

En la concisa antología Un metro del pasado (2 001), publicada por alumnos de la promoción de Lengua y Literatura 1 995-II de la Universidad Nacional de Piura, en su sección de poetas, se estiman cuatro vates de la década del noventa: Eduardo Urdanivia, Luz del Carmen Arrese, José María Gahona y Santín Marón.

El libro Fiesta en noviembre (2 003), cuyo cuidado estuvo a cargo del escritor Mario Palomino, es un fiasco antológico; puesto que carece de un elemental criterio selectivo; es un imperdonable escándalo para el parnaso poético piurano que se hayan considerado a diletantes, negligentes, oportunistas y advenedizos como estos: Manuel Castro Girón, Juan Carlos Valdivieso Farfán, Juan Ladines Castello, Antonio Purizaca Zapata, Augusto Juárez Siancas, Walter Castillo Navarro, Rosa Pizarro, Ipolicarpio Flores Peña, Percy Nole Herrera, Mario Camino Negrón, Idelfonso Niño Albán, Manuel Purizaca Arámbulo, Gloria Ordinola, Ena Ognio de Silva, Orestes Villaseca Morán, Eduardo Flores Rojas, Alfredo Gamio Valdivieso, Erwin Rivera Crisanto y Andrés Vera Córdova.

Y por último, Literatura de Piura (2 006); cuyo prólogo, selección y notas es atribuida a Harold Alva. Aparte de priorizar poemas nunca o pocas veces publicados por los autores ya canónicos: Eduardo Urdanivia, Luz del Carmen Arrese, Róger Santiváñez, Lelis Rebolledo, José María Gahona, entre otros; el hallazgo más meritorio de este libro es el habernos puesto, frente a frente, con el universo discursivo de este poeta (desconocido por estos lares) llamado Enrique Robles Prieto:



“Mi viejo amaba el viento
y en su corazón de trigales
el sol era una pelota dando saltos
en la tarde.

Rey vestido de siervo,
remendaba sus sueños al cielo blanco.
Lo recuerdo como el mar en un sol naranja,
o doblando su cuerpo entre las sombras.
Los domingos como hoy
dejaba libre palomas de sus ojos
para sembrar helechos nuevos, amarillos,
pastosos con mi madre.

Un día llamaron del viejo hospital
y en su corazón de trigales
el sol había muerto.
Él y mi corazón también”.


El registro antológico de mi ensayo temporaliza a los poetas, a fin de ubicarlos dentro de una específica década, atendiendo la fecha de nacimiento y el año de publicación de sus poemarios.

Este es un ensayo antológico porque más allá de constituir un muestrario unilateral, con un metafórico tratamiento de la palabra; planteamos seculares sensaciones propias de esas postreras épocas, buscando una contundente objetividad con una subjetiva construcción del discurso; siendo nuestra teoría sobre el doble mitómano (donde nos apropiamos de certidumbres de la física cuántica) la disquisición más innovadora al respecto.

Para la selección de esta pléyade de poetas (20 poetas y 2 poetisas) nos regimos por una heterogeneidad de criterios múltiples y complicados:

a. La solvencia artística de los poemas, esto es, que atesoren indudables valores estéticos; por lo que una humilde plaqueta publicada –y no sólo la prestancia formal de un libro- fue suficiente para compilarlos; no obstante haber circulado su obra en espacios culturales muy reducidos.

b. La primogenitura e insularidad discursiva, esto es, que cronológicamente se haya abordado primero una determinada arista estilística y/o se discurra, solitariamente, por una personalísima senda retórica.

c. La perseverancia escritural, signo inequívoco de su terquedad por redimirse dentro de los inefables latidos de la poesía.

Otro aporte innovador del ensayo es el asedio interpretativo que ejerzo sobre la poética optada: Ese succionador desciframiento textual -detallista hasta el extremo desquiciamiento-, la obsesionante disposición por desentrañar su médula discursiva; singularizando a cada voz, desde una imparcialidad a prueba de balas, confirmándolas, sonorizándolas, reivindicándolas, confiriéndoles –por lo tanto-ciudadanía canónica; colocando los textos más representativos de su estilo y/o tendencia.

Para efectuar la disección hermenéutica de los textos hemos desenvuelto plurales categorías de análisis que provienen del estructuralismo, del formalismo, del dialectismo hegeliano, del discurrir metaliterario, del silogismo aristotélico, de la semiótica, del discernimiento biológico, de la teoría de la potencia y el acto, de la intuición analógica, entre otras.

De este trabajo existe una segunda parte donde -hasta el momento la conforman 31 poetas- los escritores Jorge Montero Chapilliquén y Juan Peña Curay cuentan ya con su respectivo escudriñamiento. El no tener un pleno acceso a las obras de los demás, no me ha permitido fraguarles el debido análisis; así como la irregularidad de sus logros estéticos; como también el no haberme alcanzado, a tiempo, un trabajo poético unitario –como son los casos de Elena Herrera Nisshioka y Oscar Aquino Lañas- cuando se los solicité; todo esto ha conspirado para incluirlos en el presente ensayo antológico.

Finalmente, este trabajo crítico sistematiza el proceso poético departamental con el propósito de evitar la dispersión y el olvido, enalteciendo estas voces, divulgándolas y buscando aportar en el proceso de dilucidación, valoración y comprensión, de nuestro rico universo poético.

 
Sullana, 11 de junio 2 009.

 
Muchas gracias.

 
(1) Alocución ofrecida el 19 de junio, en el auditorio de la pinacoteca municipal de Piura, durante la presentación del ensayo antológico Poética piurana de la postrimerías.

"Entré a la literatura como un rayo; saldré de ella como un trueno"- Maupassant

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