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sábado, 6 de noviembre de 2010

“EL TRIANTO REAL” O EL APORTE INSOSLAYABLE DE MARIO GASTELO MUNDACA

“EL TRIANTO REAL” O EL APORTE INSOSLAYABLE DE MARIO GASTELO MUNDACA

Por José López Coronado

Esta no es una novela. “El trianto real” en realidad son tres novelas publicadas por su autor y ellas son: “Cantares de Alcanjorria”, “El poeta de las lejanías opuestas” y “La dimensión del semejante”.
Su autor es nuestro paisano, maestro, abogado y escritor Mario Gastelo Mundaca, que viene desde San Juan de Licupís, uno de los distritos más alejados de nuestra provincia. Anterior a “El Trianto real”, ha publicado el libro de poesía “Yendo al canto del gallo” en 1973, “Bajaron al valle” en 1980 y “Nubes en el viento” en 1983, prosas poéticas que merecieron premios literarios en la región Lambayeque.

Las tres novelas contenidas en “El Trianto real” tienen como tema el de la migración. Nuestros paisanos emigran en busca de mejores condiciones de vida hacia la costa como en “Cantares de Alcanjorria”, o a la selva como “El poeta de lejanías opuestas”, y en esos ir y regresar o ser el eterno ausente, busca solidaridad, justicia, bienestar, para vivir conforme o dichoso su humanidad, como transcurre en “La dimensión del semejante”.

Alcanjorria es un país, nuestro país metafóricamente hablando, y es el escenario transversal de las tres novelas. El protagonista de la primera historia es Marleo Florentino, natal de Jalcomayo (serranía norteña) que se enrumba a Chectayo (o Chiclayo en lengua yunga). Allí el jovenzuelo dado a la aventura sufre la viveza del criollo que le embauca en negocios que prometen pingües ganancias, pero que resulta un clásico engaño al recién bajado. Marleo extraña los suyos y su hogar andino, pero regresar derrotado no está en su concepción de hombre decidido a labrarse un mejor porvenir, a pesar de la marginación que causa la lucha de clases, evidente en todos los actos de una sociedad procapitalista. Incluso ni el amor le salva de los avatares sociales, pues su novia Flor de María, le es arrebatada por la vida capitalina de Horanghel, que no es sino en nuestro contexto la Lima, cada vez más horrible, como se le ha llamado a nuestra capital. Así va sobreviviendo nuestro personaje que tiene mucho de la biografía real del autor.

En “El poeta de las lejanías opuestas”, es Santos Colina, natural de Shallca, quien emigra a Ruparia, una transfiguración de la migración que nuestros paisanos, principalmente de la campiña, realizan hacia parajes de la selva naturalmente productiva y todavía generosa. El hombre social es acá un poeta, porque es creador de su propia humanidad hecha con la autocapacidad que caracteriza a quienes pertenecen a la clase trabajadora, por demás, cargada de peripecias y adversidades. Su lejanía opuesta está en el lugar de origen y el lugar de destino, tránsito que argumenta a su historia llena de hechos propios de la gente sencilla que hacen la vida mágica y real de todas las novelas.

A su vez en “La dimensión del semejante” los personajes son Dánfer Alilah y Emilio Soren Ormeño. El tema de la migración permanece, pero el autor explora también otros temas para hacernos reflexionar que la vida es un laberinto cotidiano que hay que salvar con ingenio y firmeza. A través de la técnica del recuerdo largo (racontos) y del recuerdo corto (flash back), trasporta al protagonista hacia su infancia para, desde allí, explicarnos la dimensión exacta de la vida. Los retornos al presente histórico de los personajes permiten, además, compensar sus vicisitudes, haciéndoles alcanzar el amor, trabajo e incluso fama.

La estructura de estas tres novelas que el autor propone leerlas como una sola, es inicialmente lineal y, sobre todo en la tercera, con el tiempo quebrado. Los capítulos, por lo general breves, tienen numeración romana. La primera novela cuenta con 51 capítulos, la segunda con 23 y la tercera con 21, lectura que resulta una hermosa aventura, pues la intriga constante o capacidad de persuasión, para el desarrollo estratégico de la historia, nos mantiene como en levitación permanente.

El estilo de Mario Gastelo Mundaca es personalísimo. Su prosa es notablemente poética, metafórica, simbólica. Desde la nominación de sus personajes y escenarios hasta la representación de la lucha de clases, inexorablemente evidente, insoslayable. Su discurso argumental conlleva implícito una visión problemática del mundo, en el cual los agentes sociales, de acuerdo a su posición en la escala económico-social, no les queda otra que o aceptar o negar a su yo histórico y su rol correspondiente.

No obstante su refinamiento expresivo, “El Trianto real” exhibe una narrativa de clase o compromiso social. No olvidemos que los mayores logros de la literatura universal socialista tuvieron más en la poesía y el teatro, más que en la narrativa. El aporte de Mario Gastelo en esta concepción es entonces importante, ahora cuando se tergiversa la función social de la literatura, al argüir que más importa el cómo se dice que el qué se dice. Y tal vez, como decía ayer nuestro poeta César Gilberto Saldaña Fernández no se podrá traducir fácilmente a otros idiomas, pero bastará para que los lectores de nuestra lengua, después de leerla asuman el rol que les corresponda.

Dicen los teóricos de la literatura que la revolución se hace con armas y no con novelas. El asunto es que no entienden que toda revolución tiene su doctrina y en ella, su propia literatura. Y analizar la realidad de nuestro pueblo y registrarla en una novela para que pueda ser leída por diferentes lectores en diversas partes es una forma de hacer revolución. La lucha armada es lo último que sigue cuando los cambios dialécticos suceden. Y no hay que temerlos porque eso ocurrirá como producto del proceso y nadie ha podido oponerse a ningún proceso histórico o fenómeno natural. Por ello, finalmente, pregunto: ¿Será cierto -como alguna vez Sartre dijo- que la literatura era una pasión inútil?

"Entré a la literatura como un rayo; saldré de ella como un trueno"- Maupassant

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