Allcco: El perro vindicador de Víctor Borrero Vargas.
Por Ricardo Musse Carrasco.
Víctor Borrero Vargas con el cuento “Allcco” se hizo merecedor de una mención finalista en el último Premio Copé de Cuento en su versión XIV. El cuento (redactado bajo la forma textual de un informe colonial) está ambientado en el siglo XVI. El diestro tratamiento del lenguaje que instrumenta el escritor (remontando, de modo eficiente, la natural resistencia y extrañeza lectora al respecto) recrea, dentro del universo cuentístico, la mentalidad teocrática sustentadora del contexto histórico donde se desarrollan los sucesos notificados por el funcionario Juan de Malatesta a su señoría el alcalde de Trujillo, don Diego de Mora.
Víctor Borrero Vargas logra un portentoso resultado: Construir una textualidad discursiva con palabras que ya pertenecen a la arqueología lingüística, apelando a ese remoto atavismo enunciativo de los usuarios del idioma; engendrando –además- una sintaxis extremadamente rígida y circunspecta que –no obstante- propicia la fluencia de la verosimilitud narrativa.
Uno de los rasgos estilísticos (recurrentes e inconfundibles) de Víctor Borrero Vargas es la truculencia naturalista, esto es, la sórdida exacerbación de las realidades: Y es “El Bobo”, perro del avaro encomendero Melchor Verdugo, el demonio mismo encarnado en ese can de fierísimo aspecto que cometía fealdades aborrecibles, yogando con las mujeres de dichos indios que, expoliados y degradados trabajaban en las minas y sembradíos de Chilete y Bambamarca.
Víctor Borrero Vargas ya desde la nominación de sus personajes nos arroja la intencionalidad de su literatura: Revelar y ridiculizar a los desalmados explotadores de siempre. Es indudable entonces el tono vindicativo y antirreligioso de sus enunciaciones: El fraile del cuento conjuntamente con Melchor Verdugo –Cavallero de la Orden de Santiago- ocasionaban crueldades contra el pueblo aborigen, alentando que el dicho perro “El Bobo” aperree y viole contra natura a los indios e indias. Sin embargo, Allcco, el perro del curaca Tantahuata (al que “El Bobo”, de manera inmisericorde, mató un hijo) es el que toma venganza y redime discursivamente a la viril raza inca: su dicho perro e lo encontró en una posición de bajada, como hecho de aposta, mientras el dicho perro allcco del dicho curaca Tantahuata, lo yogaba con facilidad, hasta anudarse, e de ahí vido al monstruo de dos cabezas e ocho patas, e el dicho perro “El Bobo” se colocaba mansamente como perra en celo ante el dicho perro allcco, e esto lo venía haciendo desde que el dicho curaca Tantahuata regresó de la cibdad de Truxillo, donde, ya lo tengo dicho, fue a pedir a su señoría se le haga justicia… Los dichos indios de Bambamarca regaron la noticia, que el dicho perro allcco del dicho curaca Tantahuata había hecho sarasa al dicho perro “El Bobo”, e que mejor venganza no pudo haberse servido el dicho curaca Tantahuata, e si el dicho perro “El Bobo” era sarasa, lo era también por añadidura su amo el dicho Melchor Verdugo, al que empezaron a llamar Melchor Verdugo el sarasa.
Esta consagratoria mención finalista de Víctor Borrero Vargas no ha sido, convenientemente, difundida por los medios periodísticos y literarios (sólo el grupo literario “Magenta”, acogiendo esta grata noticia, publicó el cuento en su boletín), lo que nos induce a suscribir –finalmente- lo que sentenció alguna vez el escritor: Es que hay, estimado Ricardo, un complot de silencio orquestado y dirigido por un grupúsculo que solamente escribe literatura “For dummies” y que nos está tomando, impunemente, el pelo.
Sullana, 30 de setiembre de 2 007.
"Entré a la literatura como un rayo; saldré de ella como un trueno"- Maupassant
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