LAS JUSTIFICACIONES PERFECTAS PARA ESCRIBIR
Por: Nicolás Hidrogo Navarro
El acto de escribir literariamente constituye una de las facultades creativas más sublimes y grandiosas que permite perennizar la vida, los personajes y las situaciones de lo escrito. Decía el fabuloso poeta francés, Charles Baudelaire, que la máxima inteligencia creadora humana es la de los poetas y la de los que construyen historias. Porque la escritura es ese espíritu inmortal que ni se quema, ni se olvida ni se mantiene estático, sino que es una fuerza que permanentemente se innova hasta alcanzar la adecuación y pertinencia en cada época.
Desde que se inventó la escritura hace unos cinco mil años, el hombre ha tratado de perennizar su mundo real, onírico y ficcional a través de los mitos, leyendas, cuentos, apólogos, la poesía misma. El acto de escribir es un acto consustancial de perennizar el ser a través de la palabra escrita.
Esta tradición, mantenida por largo tiempo como un aspecto de curioso oficio, empieza a ser premiado y valorado en el siglo pasado (s. XX, 1901) a través de los premios nóbeles, lo que le da un aspecto formal y de expectativa.
El gran manchego don Quijote, en la inmortal novela de Cervantes, en su afán de buscar andanzas de caballería –dentro de su alocada y desesada locura- era consciente que algún escritor relataría sus aventuras para la posteridad, pues era consciente que “todo ese sacrificio de caballero desentuertador y deshacedor de agravios por los campos de la Mancha”, serían premiados con la escritura. De la misma manera, como la historia registra los hechos fácticos y denotativos, el ideal de muchos es estar también metidos en las historias literarias que pareciera ser más imperecederas y meritorias, populares y sociales. Lo que corrobora que la escritura es un acto de perpetuidad y honor a las grandes hazañas, hombres y actitudes.
Sin embargo, los aspectos intrínsecos de las motivaciones literarias a escribir han sido tan diversas como los estilos de los escritores: para unos el escribir es una ineludible necesidad humana, para otros un acto de catarsis, para otros un despojo y exorcización de los demonios literarios (Mario Vargas Llosa), para otros matar su insomnio (Emile Ciorán), para otros una estrategia para ganar amigos (Gabriel García Márquez), otros escriben para matar el tiempo, para perennizarse, para ganar prestigio y fama, otros para generar dinero, otros para buscar un espacio en la historia, otros para sí mismo y los amigos íntimos (Jorge Luis Borges), para nuestro ilustre Marco Aurelio Denegri se escribe para encontrar paz en medio del barullo de la guerra, para otros se escribe para matar la soledad y la tristeza.
En fin justificaciones para escribir hay tantas como la originliadd de los estilos comentados de los escritores. Pero, todos tiene un eje común, se escribe para perennizarse, pues al momento de enajenar el texto, a uno le deje de pertenecer la intimidad de la escritura para ser un hecho social y colectivo. Ahora, la perdurabilidad e inmanencia del texto, ya no depende del escritor ni del texto en sí, sino de los lectores especializados y de los lectores masivos que son lo que sepultan o ensalzan la inmortalidad de la obra y del autor.
Es indudable que escribir en el Perú no representa ninguna ocupación formal ni profesión rentable. Nadie que no tenga agentes literarios y una fama con premios de novelista o cuentista vende y vive de sus libros. El escribir pareciera una actividad de ocioso o una aventura de locos que sólo buque llenar el sublime ego. Sin embargo, el escribir y hablar bien, son los dos pilares fundamentales de la educación, a los que ni los profesores de Lengua y Literatura lo entienden, menos se preocupan por lograrlo. Antes se escribía porque la escritura hacia inmortal a las personas. Ahora sólo buscamos -en una sociedad carente y anómica- vivir, no importando cómo, con o sin dignidad, con o sin honor. Ahora sólo queremos vivir 80 años; antes se quería vivir eternamente a través de la literatura.
La literatura permite contar las pasiones propias y ajenas; los casos y hechos que queremos que trasciendan, pero también oculta, subrepticia y subliminalmente reclama el mundo posible que quisiéramos para ahogar nuestra sed de un mundo propio a nuestra medida, ilusa pasión que mueve a los hacedores de historias y a los que se cobijan en ella en un ficciómano afán de escape de su propia realidad.
Particularmente creo que el acto de escribir es una acto de humanizarnos más, de extender nuestra propia vida hacia la perpetuidad de nuestro nombre, es una reafirmación de nuestra identidad, un reto y una oportunidad permanente de abrirnos paso entre los episodios de la vida. Es una oportunidad de mostrarnos superiores a los demás entes de la naturaleza, una magnífica oportunidad de hacernos querer y conocer, una forma civilizada de sensibilizar el mundo y llevarlo por el camino de la paz y prosperidad y una excelente forma de evadirnos del mundo construyendo otros mundos alternativos que nos hagan más llevaderos nuestra inmensa carga de ser humanos.
"Entré a la literatura como un rayo; saldré de ella como un trueno"- Maupassant
Maravillosa forma de sentir y de ver con gran realidad el mundo de ESCRIBIR.
ResponderEliminarMis felicitaciones sinceras querido Nicolás Hidrogo, estoy segura que muchas más personas como yo, tenemos la suerte de conocerte y conocer tus caminos literarios.
Cuanto más te leo, más te aprendo.
Gracias
Lucy Martínez