¿QUÉ CANDIDATO SE ACORDARÁ DE LA CULTURA?
Por: Fernando Odiaga
(Filósofo y poeta).
Se aproximan las elecciones y ni siquiera porque recientemente se ha creado un nuevo ministerio y un nuevo ministro, el tema de la cultura sigue siendo inefablemente soslayado en un país en el cual parece no comprenderse que la educación y la cultura son supuestos necesarios para el desarrollo económico sostenible y la competitividad. La Cultura, sigue esperando como la cenicienta, al príncipe que venga a probarle el zapato.
Los candidatos no hablan del tema, no es su prioridad. Considerando su mercado político y las necesidades cuya atención promueven, hablar de cultura resultaría hasta un poco incómodo o también por qué no?, risible.
En Chiclayo concretamente se ha hecho poco y muchas veces de manera quijotesca, gremialista y autogestionaria, por el pudoroso tema de la cultura. Si se tuviera que evaluar el desarrollo cultural de nuestra ciudad como índice para una atraer nuevos mercados o inversiones, veríamos una oferta y una demanda muy pobre departe de los consumidores en este rubro cultural, exquisito y poco apreciado. Basta ver cuanta gente va al cine club del INC o a las presentaciones de libros que organizamos los diferentes grupos. Basta ver las librerías siempre vacías de clientes, siempre pequeñas, aún Z BooKstore es solamente un huequito en el Real Plaza.
Esto tiene sus interpretaciones posibles. Cada día la ciudad recibe más migrantes de las áreas rurales, cuyos procesos de modernización han estado hasta hace poco paralizados y desconectados del centro urbano; la indudable ruina de nuestra Educación pública, que reproduce desde hace mucho juventudes desorientadas y talentos incomprendidos; la desatención de los gobiernos, suman en total lo que todos los días podemos sentir en la calle: que si bien esta ciudad querida de Chiclayo experimenta un auge económico y material, los seres humanos que la pueblan se hallan urgidos de mucha elevación espiritual, que en otros términos significa, entender las ventajas y el valor de la civilización, tener una esperanza trascendente, tener una voluntad de crear lo nuevo, amar la belleza, la cortesía, tener una identidad como sujetos políticos, patriotas, herederos de todas las sangres.
Es mucho lo que los futuros alcaldes, regidores y la presidencia regional con sus consejeros, pueden y deben comenzar ahora que hay un ministerio que ampara y reconoce como política pública el valor de la cultura en todas sus dimensiones y áreas de desarrollo; sin embargo algunos actos podrían ser gestos urgentes y necesarios para mostrar que los políticos si saben que el tema está de moda. Por ejemplo, qué alguien evalúe de una vez mediante catastro cuales son las construcciones del centro histórico que deben ser declaradas patrimonio y pasadas a su conservación y restauración. Algunas casas y edificios que no tienen dibujo arquitectónico, podrían ser mejoradas y los letreros regulados de tal manera que tengan uniformidad, simetría y estética en la continuidad de las calles y que no hagan un impacto visual desordenado y contaminante. Por último, el municipio debería considerar la creación de más bibliotecas y de infraestructura para centros y clubs culturales.
Es necesario entender que una ciudad con los recursos económicos y humanos que tiene Chiclayo no puede quedar a la saga de otras como Trujillo y Arequipa o el mismo Cuzco, donde la preocupación de la gente por estos temas tiene más tradición, y para no hablar de ciudades como Cuenca Y Loja, con población similar y a la chiclayana en número, pero que nos llevan una gran ventaja buscando a cenicienta para ponerle el zapato.
Y ahora bien, ¿Qué candidato se acordará de la cultura?
"Entré a la literatura como un rayo; saldré de ella como un trueno"- Maupassant
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