TEXTOS GANADORES: POESÍA
PRIMER PUESTO:
Poemario “Luces de delirio”
AUTORA: Rosakebia Liliana Estela Mendoza
LUGAR: Chiclayo-Perú
POEMA 1
Convéncete este dolor es tuyo. Esta muñeca de papel humedecida, tu esperanza.
POEMA 2
La mujer que vive encima de la cúpula se encarga de guardar la luna todos los días. Su silencio- en lo posible- es su monumento de buena fe. ¿Es su oficio, un oficio creíble? ¿Se puede hacer el amor tan cerca del cielo? ¿Con quién? ¿Acaso su arduo oficio le permite escribir poemas de cortejo? (No importa si a hombres o a mujeres, no importa si son poemas de cortejo.) Si es así, ¿quién le provee los silencios?, ¿quién le repite: estás viva, estás viva? La memoria aún sin domesticar le sirve otro café. Se deja escuchar: ¡Un baño de agua fría para los locos! La guardiana oculta su nombre y su sexo pero en la memoria. Sufriría igual. Dona litros de sangre al silencio, se proclama catadora de silencios agrios y con nata azul-verdosa. Empero se le acusa de no tener silencios. De prohibirse.
POEMA 3
Me estoy cayendo de sola. Te esfuerzas en vano, querida. La memoria siempre es la peor llaga, la quemadura repetida en tus ansias por vivir. Mi deber es hacer de mí algo que jamás te toque. Te estás cayendo de infiel, no crees en la resurrección de la carne. Me estoy cayendo porque tengo la labor más perra, mirarte como un tronco mutilado, mirarte y que no seas mi amor. ¿No crees en mis ausencias? No creo y me caigo de aire, de sola, de sola.
POEMA 4
Volvió la ansiedad a destrozarme los ojos, vino a tentarme con un camino de botones, con un mar hecho de botones, a mostrarme las palabras como si fueran cadáveres horrendos devueltos por el mar del silencio. El silencio asomando sus pestañas vino a iluminarme con su luna enferma. Lo dudo, vino a arrancar de mis manos lo irremediable. A devolverme a los médanos rodeados de botones. Un camino de botones, la vorágine. ¿Ahora madre hacia dónde?
POEMA 5
Tengo en el corazón mariposas encendidas, quién me quiere morir. A quién fuese yo le ofrezco el silencio. El silencio de los árboles como un silencio nuevo, renovado, cuál si éste fuese el único silencio capaz de permanecer en la memoria. El silencio es la edad, de la noche, de las cosas. Mi vida, tu vida es silencio sostenido en mis labios. Pero el amor persiste intacto, la lluvia no lo moja. Ofrezco un silencio único, mutante, húmedo, solo, acabado, con seis patitas, sin seis patitas. Porque tengo tanta vida y también silencio. Yo ya no sé decir quién no soy.
POEMA 6
Amor mío, pagaré lo que fuese necesario por un silencio tuyo pero mío.
POEMA 7
Sométeme a tus ojos, a su actitud contemplativa. Envuélveme en tu credo del no creo. Sométeme, soy quien recién aprende a deslizarse, a pulirse, así crisálida tuya, así soledad, resignada a la devastación, sométeme, hazme un poema. No soy la misma después de beber tu sangre.
POEMA 8
Esfuérzate, han violentado las tumbas de los pájaros .El tiempo espesa niebla de miopía infame separa tu pupila del conjuro de los pájaros y sus nidos. No se separa la yema de la oscura. (Ríes.) Querida, han abierto las tumbas de los pájaros y han colgado las plumas por todo el vecindario, han cubierto la tierra con las plumas. Te lo recuerdan, el silencio crece como las plumas y las garras de esos pájaros después de muertos. No te niegues a parirte, no te mueras que nadie arañará el féretro donde has guardado con ansias tus huesos, a tu peor dolor, aquél que no tiene cicatriz. Esfuérzate, nadie contará en tus cabellos a los astros. Nadie llorará a los pájaros.
POEMA 9
La mujer que se negaba a reír porque estaba sola, la que se abría los ojitos con los dedos. La mujer mosca, llena de ojos, hastiada de ojos. Tienes un par de alas atrofiadas, las otras dos sólo te sirven para escribir. La mujer sangrante pero todos los días, la hemofílica de rizos de humo, de defectos perfectos. La mujer carbono, la mujer pez, ¿acaso sirena?, la mujer violeta, cuadrúpeda, incierta, bípeda, mera mosca. Seguiste la evolución de mosca a mujer, de mujer a mosca, seguiste tu propia evolución. Te prohibiste el paso a los vestidores. La mujer víctima de los ocasos, en tu silencio trina la cierva decadente de la plaza. La palabra no te bastó querías el viento, querías abrirte las venas y no dejar entrar a nadie. Nada te servía, ni para mucho ni para poco, esperabas, como las semillas, como los truenos, siempre con esa barba que nunca tuviste necesidad de afeitar. Mujer mariposa pero cuántas mariposas murieron hasta ti, no eres la versión original, mira tu danza de cabello en la hoguera, Drosophilla sapiens.
POEMA 10
Acabada, así como en ti se vive me veo. Secuestrada, traicionada por mí, siguiendo el oráculo de tu cuerpo desnudo. Así viví para ti tantas desgracias. Hoy tengo una mujer entre mis piernas, me duelo, ya no eres mi refugio. Un lienzo de piel, un muro de piel. La piel arde y quema, tu belleza me es inútil y te extraño. Pero no debe extrañarte ser una extraña, heredera de ti misma. Oh, tristísima. Ayer tú preparabas vino con mis ojos, nos sobrevienen tiempos febriles. Como en un espejo, atraviesan los muros pájaros con los picos rotos, tienen hojas de olivo no alas. También salen niños, nos miraban niños y se quedaron con la carita sucia. Camino con los ojos. Desclavo cada recuerdo tuyo de la casa, soy un orificio. Me como los clavos, esta imagen no me sirve la besó el silencio. Tengo una mujer entre las piernas, me duele esa mujer solitaria dibujada por tus dedos en el agua de un pozo.
POEMA 11
Las palabras no hacen puentes ni líneas de fuego. Pero lo pensaste, te expusiste. A cuesta de qué, a sabiendas de qué. Ya nadie puede hablarte , sólo haces muecas, reclamas, emerges de ti y vociferas: yo seré tu muda por una centena de años más. Pero para qué, para qué tu ingenio de invierno persiguiendo geranios, para quién tus huesos, de quién serán tus cavidades que hacen eco en el olvido. Quién descubrió el dolor habló de sus amantes. Quién descubrió el dolor. A quién no le duele doler. Estoy de duelo, un duelo me abanica el rostro. Tú sabes la palabra rueda no inventó la rueda. Pero lo pensaste, las palabras no construyen barcos, ni mares, ni dan largas caminatas de hormigas. Pero lo pensaste, pensaste, a mí me sobran las palabras, cómo llamarme, cómo callarme si mi fortaleza está hecha de emes, si el silencio es: S-I-L-E-N-C-I-O. Si mi locura , si toda yo soy como una piedra en el agua, y adentro de la piel, de los intestinos, de la bilis, de los átomos, adentro en el corazón del viento, las palabras.
POEMA 12
Estoy aquí y allá, repitiéndome lo que tengo que hacer mientras lo hago. La memoria atrae un verso, lo inhalo, lo expiro, lo escribo. Me repito ser desdichada ajena, la mensajera de las flores del higo. Oh, tus malditas primaveras mal pintadas sobre mis ojos. Hoy por el descuido de la muerte, canto, hago la revolución, canto, ¿has visto a los caracoles? La vida es un cuchillo sin filo, no corta, quiebra. Quisiera atraparme en una palabra distinta a la palabra burbuja. La tierra tiembla, los hombres tiemblan, ¿has visto a los caracoles?
POEMA 13
¿La has visto? Aceptó el olvido como el insecto acepta que se lo coman las hormigas, como los caracoles a la arena. Aceptó, adoptó, se untó en silencio. Se comió el pájaro verde con rayitas negras, y el pájaro aprovechó su disfraz de pájaro para atravesar la jaula. Se ha tocado. Es verdad, ella se toca, cuentan que la han visto y ella ni cuenta. Las vieron. Ella se atrevió, querida, todo el mundo lo comenta, se filtró como un virus. El pecado, el mismísimo petróleo, el candelabro con una sola vela. Estuvo en nupcias con. Estuvo a punto de. Casi en. Hacía cofres musicales con cerillos. ¿Y la música? Las vieron. ¿La has visto? Ella se pare así misma, ella se muere.
POEMA 14
Esta noche se hace el intento de estar de noche. Estoy condenada a perseguirte con los dedos por una fotografía difamada por tu boca. A seguirte por un papel y letra por letra, a ver los emblemas coloridos de la locura en una hoja casi en blanco. Pero a ti quién te dijo que la locura es un arco iris loco que besa a la tierra en uno de sus polos, y que allí estabas tú, sola, arañando las puertas como esas gatos que salen de la noche, de noche y creen que vuelven al hogar. Todos vuelven a las palabras. El tiempo expande sus micelios azulados, la progenie del silencio avanza. Estás con el labial corrido por el silencio, con los tacones rotos por la ausencia. Mentiras, tú no usas nada de eso, la abstinencia a vivirte es una de tus cualidades inquebrantables. Te niegas rotundamente a vivirte como otros quisieran que te vivas y que te mueras. Hago el esfuerzo por contener la noche en mí, por desviar el óvulo lunar hacia las trompas, por autofecundarme, por parirme sola como tantas veces. Pero esta vez, no me escucho. No me atrevo a repetirlo.
POEMA 15
Nadie te salva de la fatalidad, de tu represión. Quién te defenderá de ti, de las uñas de tu alma llenas de tierra, de tu fe irremediable hacia la tierra. Porque la tierra es fría y tus muertos también. Tu amor a la tierra y a los muertos. Los muertos no envejecen en los sueños, pero quién te inventó no fue sensato. Acaso naciste cuando los automóviles se detienen frente a la caravana de la locura. La locura es un camino para estar sola. La soledad, un túnel atravesado por la sangre de los incurables. Nadie te salva, la ansiedad abre sus alas en tu pecho, eres Ninguna menos tú. Para ti es eso y lo mismo, el tiempo se hace del tiempo, sin culpables, sin forcejeos ni trincheras, sólo el tiempo en el que me persiguen muertos, pero cuántas muertes en un muerto. El timbre suena, resuena la desolación en la alcoba .Escribir es extraerme sangre, ver mi sangre salpicada en un lienzo blanco. Éste es mi concepto de resurrección.
POEMA 16
Tengo todo el mar para llorarme. Un reloj de caras. Estoy condenada a esta luna enferma, podrás imaginar el estado neurótico del mar. Necesito un vicio, algún pudor, ¡una maquina de silencios vírgenes a mil por segundo! He visto mi cara de muerta en otra muerta y fue intranscendente. Nadie me lloraba, sólo un loco me lanzaba piedritas en el lugar de los ojos. En la sala de confusiones que nadie se ofenda de la multiplicación de los panes en las bocas de los sedientos, de la bipartición del vaivén mudo, de los niños borrados. Sólo a ti se te olvida respirar, tus crisis de suspiros aumentan ante la ofrenda del niño que no sabe ir al baño solo. Éste no sabe que está solo, no sabe que va por el mundo solo. Solo y remedando a las campanas del viento.
POEMA 17
Insisto, el universo se expande y se contrae cuando beso tu cuello. Pero ya no te tengo miedo, ya no te amo. Rodeada de horas persisto en el intento sonoro, y soy como el silencio cuando penetra en las grietas del suelo y sucumbe. El tiempo, sí, el lobo feroz repartido en las bocas de los tres cerditos. Detente, quédate, detente, ya no te tengo miedo. La noche avanza, colisionan las alas de un insecto entre los vidrios de una lámpara. El acertijo de la lámpara azul, una manzana partida en dos, desecha en dos. Durante el encierro comprendí que trenzar y alejar es lo mismo. Un puñado de tierra es un puñado de agua. El violín, los retratados allá afuera en el desierto, los camaleones y sus enemigos de fábula .El desierto. La soledad madura en el desierto. Nubes de humo, eclipses dispersos en tu cuello, ocultos como los coleópteros entre la hierba. Te han encerrado, a ti en mí, dos cuerpos al azar, puestos los sexos al azar según una genética costumbrista. Los locos durmientes. Ya no te tengo miedo, insisto en eso desde que el tiempo es el tiempo. El campesino y su machete hacen ruido mientras cortan la hierba, es la voz del viento. Así germinan mis otras voces, mis luces de delirio.
POEMA 18
Acude la noche al conjuro de la lluvia. Igual que la noche no tengo fronteras. Detrás mío las muñecas de porcelana que no jugaron a las muñecas, y detrás de esas muñecas ofendidas, el silencio como herida antigua. La vida, como señal de un acto reflejo, la injuria de la memoria. Estoy cansada de compartir el té con esas muñecas, que si me duele el brazo ellas se soban. Las manos de un frío crispado me sostienen el corazón. Ven pronto que yo viví conmigo, ven a sacarme una a una las palabras.
POEMA 19
La vida es una sola y el dolor el mismo, la anatomía del dolor. Las falanges del dolor, tus dedos. El ombligo del dolor, el mundo. La misma fisiología llevadera del dolor bajo la lluvia. Vienes aislándote de todos, preparada para algo magnífico. Vienen las moscas. Ni moscas. Un dolor debe doler diferente. Pero siempre es la misma orilla, la misma niebla, el mismo hueso en el plato del hambriento, el mismo riñón, la misma pierna. Todo el día esperando este dolor, para no escribir nada demasiado serio.
POEMA 20
Mientras mi madre tiembla en la cama, me digo, te hirieron en la herida, te clavaron sables en los ojos, te obligaron a comer criaturas humedecidas por tu llanto, hospitales enteros, pozos con algas inquilinas. Quisiste, te querían, sembraron ortigas en la planta de tus pies , balbucearon tu nombre perros enfermos, practicaste quiromancía en las hojas de los árboles, el arte de hablar dormida. Mientras mi madre duerme, me digo, sólo tú tiemblas, tu insomnio, tu insomnio.
POEMA 21
Es cierto, vida mía, he pecado de pensamiento, de palabra, y de palabra. Por un soplo de vida es por lo que me empeño. Un simulacro de vida en medio de la peste blanca, llamada soledad. Porque estuve allí, en el segundo acto, hablando de lo mismo con los mismos, aferrándome, estuve allí sin ti. Jamás llegué. Vida mía, se pierden los barcos de la memoria en un mar de pétalos.
POEMA 22
En la infancia solía parecerme a mí. Tenía heridas del mismo tamaño, el llanto congelado en la hondura. Entre las piernas, costras de palabras seductoras. La eterna manía de recuperarme. ¡Del silencio surgirán nuevas lenguas! Para reírse de la muerte: versada desde niña en hematomas del espíritu. Ella y todo ocupado por algo o por alguien. Pobre desgraciada, el vacío no le pertenece.
POEMA 23
Nada te sostiene. De la misma forma que las plantas carnívoras atrapan insectos, así te dejas caer. Las horas te imponen letreros, ¿estás comiendo? , ¿de qué te alimentas? , ¿cómo caminas por las calles cuando estás sola, sin ti?, ¿qué manos te sostienen en el vacío?, ¿cuál es la canción oculta bajo tu lengua? , ¿y tus otras voces?, ¿silencio y música siameses inseparables? Nada te sostiene en la desesperanza ni un cordón infestado. Pobre el poeta, muele y remuele vidrios con sus manos, él es el único muerto que asiste a su entierro, pero el poeta detesta la muerte. Que descanses en paz, amor mío, lo que queda de mí eres tú.
POEMA 24
Te quitas la máscara hecha a medida de tu silencio, víctima de mi delirio, con los zapatos apretados a la fuerza, apretando los dientes, acudo a los caballos de ajedrez y a los loros de madera. De repente se avecina un murmullo viciado con tajos de esperanza entre los dedos, como si por el agua de la fuente pasaran sombras. Me dejo escuchar, me dejo caer, da lo mismo, el único camino que conozco es el olvido. La eterna mujer de algunos segundos. Mujer, créelo eso dicen de ti, siente tus pechos, mírate la soledad allí abajo, oíd la contracorriente de tu nombre. Hice algo y se arrastra por mis ojos, me revela, tambalea, no es al pudor a lo que recurro. Hice algo porque tu llanto de niño nadie lo calla, nadie te maldice. Como si el vecindario en completa oquedad acompañara a la quena del tiempo. Recurro insistentemente a las ausencias, al elefante de ojos quiñados, perdido en el viento. Es un día sin más. Urgente, el alma necesita sangre, cuerpo, brazos. Todos duermen, pero yo me empeño en el olvido.
POEMA 25
Es posible, sus manos parecen estar hechas con arena húmeda, con esa arena donde las caracolas se refugian y pretenden invadir los atrios del mar. Mírala, en la escuela no nos enseñan cómo hablarle a un herido de muerte, menos a un herido de vida, sólo mírala.
POEMA 26
El día no me basta, merezco la noche. Exijo la noche. El sol, limón agrio, derrama ácida esperanza, merezco la noche. No el hijo de la luna, la noche. Pero cuál es mi obligación con la blanca banca del parque que no se decide entre la luz y la sombra, por qué esa blanca banca rima con mi sentencia .Si la banca sólo es artificio, un anfibio exhausto, para qué su duda insoportable entre los ángulos de la tarde destruida, allí, sola, haciendo gestos, sola, soportando la migraña de los atardeceres. En la guarida, los conejitos blancos huyen de los sombreros del mago. Debo hallar morada, cobijarme en el frío. Afuera, en el paisaje de luces me hago nada. Invado el desierto contrito de los sueños, lo parasito brutalmente. Pero diré que no hubo nadie, nadie huye.
Y en los ojos espejos, ojos en lugar de espejos, los ojos de los espejos, tal vez, pero prisionera como esas gotas de agua que se quedan atrapadas en las ventanas, soportando frases de desamparo. Hay que llamar a las palabras.
SEGUNDO PUESTO:
Poemario “Génesis antártico o el vuelo del albatros”
AUTORA: Antolina de la Paz Ortiz Moore
LUGAR: Coatepec- México
Para el pequeño Marco, quien me enseñó a nacer.
Para mi papa, quien me enseño a morir
Para SS Drugchen y Carlos de León quienes me enseñan a vivir.
Y para Santiago, quien me acompaña en el trayect
“...Así fue como Rafu-Ema, el hombre-que-posée-la-narrativa, meditó, sentado sobre la base del cielo, y creó esta historia para ser escuchada en la tierra...”
(texto de los indios uinoto, Colombia)
El Vacío que Fue
no hay sombra en el mar
ni espuma
el cielo respira
olas
no hay nubes
de cara
blanca
no hay lluvia
no hay peces
no hay sombra
la Noche,
el Firmamento
Dicen que la tierra huyó, dicen: la tierra huyó. Sólo era el agua, dicen, entonces. Las montañas no eran y las piedras no eran, ni los pingüinos. El penúltimo hombre fue arrastrado por las olas, dicen. Entonces, dicen, las focas no eran, ni eran los leones de mar. Los albatroces no eran, ni eran los musgos, ni el viento era, dicen, ni la nieve, entonces, ni la lluvia. Dicen que el sol no era, entonces, ni la luna. Las nubes no eran, ni la neblina, entonces era. Nada aparecía, dicen. Ni estrellas.
Era La Noche.
(basado en escritos de los indios kato)
Agua: Tierra
Se derrite lo negro, derrite lo blanco, lo azul, y el lago.
Río: tiembla el oro helado. De oro. Se carga el agua de luna. De luna. Se impregna la tierra. Se gesta, calienta, funde y funde. Oro.
De oro.
Se llena de barro la vida, el sol. Se quiebra el barro el sol. Oro. Se llena de verde. Oro.
Se llena de sol.
La sal se va a la mar con el viento. Oro. Se va la sal con el viento.
la más alta hoguera
Hizo
la noche la gran noche la noche en las tinieblas la noche interminable la más alta hoguera la noche sin estrellas la noche pesada la noche sin bordes la noche densa la noche más densa la noche que se parte como un velo y que se come con delicia la noche oscura la noche clara que no acaba en amanecer la noche inmaculada la noche aterradora la noche nublada la noche fugaz la noche que sigue y que sigue y que sigue la noche que no dura que no acaba en noche la noche que es vida la noche que es sueño la noche metida en el vientre de la tierra la noche que es juerga ahogada en un grito la noche atorada en la garganta la noche descanso la noche que no es noche que sólo es noche por siempre noche
la noche que acaba
en noche
(basado en escritos de los maori, Nueva Zelanda)
del olvido a la muerte
De la concepción a la multiplicación
De la multiplicación a la hinchazón
De las olas de las alas del viento a las velas de la luz del cielo de dios de la gracia del suelo de la concepción de la multiplicación a la hinchazón del vientre del idioma de la madre, de la madre del padre de dios de los sueños de la gracia de la arcilla del barro del viento del soplo divino en las pestañas, de la nieve en la voz, de la matriz sin abrir de la gracia de la matriz sin abrir por la voz en la sombra por la voz en los cielos en los miedos por el ángel de luz en la manta del buque a la ballena a la hinchazón del soplo divino de dios en las olas hinchadas de luz
De la hinchazón al pensamiento
Del pensamiento al recuerdo
Del recuerdo al deseo
(Del deseo al olvido)
(Del olvido a la muerte)
(basado en escritos de maori, Nueva Zelanda)
Lenguaje primero
fuego arriba
mira
al hielo abajo
mira
fuego en la palma de la mano
oye
fuego en la lengua
(basado en una frase mágica esquimal, Canadá)
los nombres de Dios
todos los nombres de Dios son todos los nombres de todos los dioses son todos los nombres de todos los hombres y todos los nombres de todos los sueños de todos los hombres de todos los dioses y de cada animal y todos los nombres de todas las bestias y todos los nombres de ángel son todos los nombres de todos sus sueños y todos los nombres de todas las plantas y todos los mares y todos los ríos y todo el desierto y todos los cielos y todos los ciclos son todos los nombres de todas las plantas de todo sonido de todos los todos de todos son todos los todos del rayo todos los nombres del viento y todos los nombres del sol son todos los nombres del barro la luna los nombres del semen son todos los nombres del llanto todos los nombres del muerto son todos los nombres de todos los barrios y todos los nombres de todos los montes de todos los pueblos son todos los nombres de todos y todos los nombres de todos los todos son todos son todos los todos los nombres son todos los nombres de Dios
Las definiciones
Mineral
Óxido que pinta la nieve. Oxida a la nieve. Cobalto, cobre y azufre. La nieve: mineral que sangra.
Auroras
Cantamos con la luz. Albatroces de hielo en la noche, alas de noche. Nuestra voz es la luz, abrimos camino a las almas. Abrimos camino. Siempre hemos sido: voz de la luz. Cantamos la luz
Esta es nuestra canción
(basado en escritos de los indios passamaquoddy, Estados Unidos)
Aurora Boreal
Párpado abierto al cielo. Naranja desgajando la noche. El fuego que vibra en lo alto es reflejo del fuego en el mar. Se evaporan estrellas.
La noche tiembla en el párpado.
La noche parpadea.
Avalanchas
Muerte blanca.
Lápida.
Espuma.
Viento
Es lo que arranca el aliento, lo que ahoga en su fuerza. Es lo que llena de rumores y olas, con el andar de la tierra, con el caer de los hielos. Es voz de muerte. Es lo que todo lo cubre. Lo que lo espanta todo y a todo sepulta. Es lo que rompe el mástil y arrebata la vela. Es lo que calla los gritos. Lo que cubre los gritos en su grito. Lo que carcome el silencio. Es aquello que confunde. Quie mata. Es voz de muerte.
Hielo
Piedra de sacrificio. Montaña invertida, agua que rompe las rocas, que abre los surcos, desgaja el suelo y lo avienta al mar y lo olvida.
Continente blanco que se desprende de si mismo, que se desflora y flota a la deriva. Gigante sin piernas. Cascada lenta. Océano de piedras blancas. Río de piedras blancas. Lago. Desierto azul, verde, blanco. Desierto que gesta la vida, que la quita.
Piedra de sacrificio.
Montaña
Mano que toca al cielo. Tremenda. Mano de gigante ahogado bajo siglos de nieve. Mano negra. Mano que traza surcos de nubes. Mano entreabierta. Mano tensa y rota, cascada invertida del mar. Mano que murmura caricias. Cordillera de manos que sostienen estrellas, que desaparece de noche.
Mano montaña.
Mano de piedra.
Musgos
Vida a penas, silueta ocre, nube aferrada a la piedra, sombra. Bosque diminuto que expande a penas su territorio. Única flora en el desierto. Única flora terrestre. Hongo en la piel de un gigante. Aroma que yace bajo el sueño pesado de un lobo de mar.
Pingüinos
(Blanco sobre negro sobre negro sobre negro sobre blanco sobre negro.)
Atraviesan las olas dardos bordando de negro, invaden la tierra, desgastan la roca.
Temen al sol. Buscan el frío bajo la sombra del cielo.
Habitan la tormenta, el lugar de los muertos.
Seres sin piernas ni plumas, casi. Seres de luz negra y de frío.
Blanco sobre negro sobre negro sobre blanco.
(basado en definiciones aztecas de las cosas, México)
Murmullos
nada
más
y
de pronto
murmullo del mundo
la ballena rasga la superficie
un pingüino se avienta
nada más
y
de pronto
el viento
y nada más
Soy nudo
soy nudo en el vientre,
líquida sal,
soy ángel
caído
en los ojos
de Dios
saliva al besarte
la sal
soy
ángel
soy nudo
en el vientre
salgo del semen
(nudo:
sal de tu semen)
soy nudo
en el mar
sal
de los ojos
de Dios
soy nudo de sal
soy nada
soy nudo
soy sal
Alumbramiento
- cuerpo sin cuerpo –
nace el sol
entre grietas
parte al cielo:
naranja
(la aurora
se escurre,
naranja)
prendida
de nada:
nace la estrella,
curva
y puño
barro
aliento
nace el fulgor
de la braza,
sobre el agua
nace la luna
invertida:
cuerpo sin muerte
y el ojo
se tuerce,
reflejo
se mece
el aliento
y tiembla la tierra
hoguera
tiembla la Madre
la Voz
descubre en el velo
el espejo
(nace
el llanto)
(momento)
nace
el
hombre: reflejo
Nace un Hombre.
(basado en una combinación de textos gaélico y navajos)
fragmento de hielo
1. Habla el hielo quebrado.
Habla
la furia del viento.
2. Hay alguien aquí?
Sólo dioses.
Silencio.
3. Soy fuego.
Disuelvo la nieve.
Soy hija del cielo, del sol.
4. Helecho aguardas
bajo milenios de hielo...
piedra de tiempo
Mis ojos te encuentran.
5. Silencio:
Chupo el hielo.
El agua fluye a la lengua.
El hielo habla.
(Basado en combinaciones bantú, Africa)
amanezco silencio
amanezco de noche
en silencio
en la noche espantada
silencio
de noche
brota la estrella del mar
de mi cuerpo
nieve
hielo
mi piel es silencio
oscuro
silencio
se empapa la luz
nieve
hielo
en la noche
espantada
cae la noche
sin luz
corren las olas
al cuerpo
silencio
el viento es silencio
la roca: silencio
abierta en dos gajos
la noche
brota la estrella
silencio
nace la luz
recojo los copos
Ofrezco azucenas de hielo, alcatraces, azahares. Siembro copos de nieve. Abro la nieve con mis dedos, corto ramos de nubes. Con mi lengua busco magnolias de nieve, recojo los copos. Ofrezco los copos. Los riego. Se cubre mi faz, cabello de nieve. Ofrezco nieve. Bordo coronas de hielo. Siembro jardines de nieve.
Bordo cintos, papel picado, lanzas de copos, encajes de copos. Hielo en el viento. Y abro gardenias de nieve. Ofrezco gardenias. Me lleno de viento. Cierro los ojos, flores. Cierro mis ojos, copos. Me cubro de nieve, de flores. Destruyo con flores. Me lastimo. Destruyo con copos, destruyo con frío, lastimo con copos y bebo la nieve. Me lleno de nieve. Los lleno de nieve.
Ofrezco azucenas al cielo.
(basado en escritos aztecas, México)
primera mujer: mujer nocturna
Gira la noche en su eje
roza mi rostro
El tiempo finge
en las estrellas
miro lo eterno
Giro
El cielo se pinta de peces
se pinta de dioses
Giro
Giro en mi eje,
brazos abiertos al norte,
al sur
Sentidos abiertos
Yo: remolino
de fuego
Yo: tormenta
de nieve
Yo: primer suspiro,
último aliento
Con mis dedos
tapo los astros:
me oculto
Con mis manos
tapo mi rostro:
me encuentro
Giro en la noche
Giro
Miro caer estrellas
Giran los astros,
giran
Danzan planetas
Giro
La noche roza mi rostro
Gira
Abrazo la noche
Giro
después de todo
Después de todo,
soy astro en la noche.
Después de todo:
soy
nada
Caes blanco
Revientas mi océano,
caes blanco
Nieve en el mar,
caes blanco,
ola al instante:
Naces marea.
agua dulce
agua de sal
Naces marea
Tocas las costas,
recorres,
tocas las costas,
Marea
Dulce en el agua
en la sal
agua en el mar,
caes blanco:
lágrima del vientre,
hijo del agua
Marea,
caes blanco.
(Basado en escritos tlingit, India)
Línea de vida
labrado a un hueco en la mano:
gesto
me gesto
línea de vida
acurrucado
(te gesto)
cauce de río
líquido trazo
(siempre has sido)
burbuja de vida
gesto
corazón que late
de prisa
gesto
(te gesto)
abro mi cuerpo, mariposa
sin saber qué
me abro
gesto
me separo de ti
gesto
me preparo a ti:
un solo gesto
mañana de líneas
en mi palma
mariposa de agua
en mi vientre
la adivina dice “gesta”
dice tres veces “gesta”
y otras palabras
de aire
sobre el aire
de mi palma
acurrucado en mi vientre,
colgado a mi vida, racimo maduro,
te gesto
gesto mío
línea de vida:
contigo me gesto
mariposa da a luz
muero mariposa
muero
doy luz a la estrella
cálida noche de entierro
tuerzo el alma del prisma
me duelen los sueños
muero de noche
mariposa
cálido entierro
y al capullo al que vuelvo
vuelvo
mariposa
con la luna entre las piernas
he de volver
metida la luna
en el vientre
gira el instante
mariposa
tuerzo las alas
y vuelvo mariposa
vuelvo
preñada de luna
vuelo capullo
con luna en el vientre
luna en la lengua
cálida
cálida noche
de entierro
primera nieve
te desprendes de mi
copo de cielo
(nube preñada
de nube,
preñada
de sol)
(nube gorda,
infinita
redonda luna,
suspendida montaña)
te desprendes pluma,
pestaña de Dios
copo vivo
blanco, blanco
cogido del viento
mano del aire
te alejas del cielo
abandonas la nube
desciendes lento
te posas
esperas
líquido copo
destino de mar
destino de amar
te desprendes
se mece
Mece se mece. Se mece la aurora, la estrella se mece, se mece la luna. Se mecen los cielos azules y blancos. Se mecen. Se mece la cuna. Amanece la brisa, el canto amanece, la vida. Mensaje en las olas. Se mecen los días, los meses, se mecen los años. La gente se mece, la mano en la mano, aliento. Y la guerra se mece, se mece la sangre, el grito. Silencio. Se mece el silencio. Se mece. Se mecen los sueños. Se mece el descanso, caricia. Se mecen espacios. Se mecen palabras, suspiros. Se mecen las luces.
Se mecen las luces.
Se mece la cuna.
Se mece.
Tus ojos respiran
Respiras
Respiro
Respiras
Mi molde es tu cuerpo
anciano pequeño
El molde es tu mundo
estrella saliente
Tus ojos respiran
Respiro
cansada
respiro
Luz que invades la noche
Luz que das a luz
Respiro
Respiras
Tu piel en mi piel
fuera de mi
sobre mi piel
Hueles a vida
entraña abierta
Con tus ojos
llenas de mundo
pintas el aire
huella
luna pequeña
Respiro
Respiras
tu padre
su piel
en tu piel
Respira
Respiro
Respiras
Con ojos abiertos
nacemos
secreto de una ballena
Sueño que acabas en sueño,
tu llanto frunce
el cielo
Avalancha blanca:
borras montañas
Escucha:
ballena,
quejido de mar,
perla sonora
que estalla en lo oscuro
y profundo
naces hilo de luz
entretejido de espuma
te rompes
tormenta
atormentas
con vida
la muerte
respira inmensidad,
habita el mundo,
penetra el secreto
de la ballena,
escucha rumores
sueño que acabas en sueño
vida que acabas en vida
(basado escritos de los indios ioto, Colombia)
El vuelo del albatros
me doy a luz
cada mañana
nido de plumas:
despiertan las piedras
ansiosas de vuelo
abren los gritos al viento
abren las conchas
abren cascarones
tesoros y perlas
nido de plumas
los pollos abren los ojos
al viento
la tierra recoge su polvo
tumulto
las rocas de cielo
reflejo de espuma
en el aire
no puedo olvidar
mi origen
el viento azota al viento
suspiro de nieve,
cola de cometa en las estrellas
las alas tiemblan de ganas
ante el horizonte curvo
siempre curvo
y lejano
los ojos ahuyentan la noche
estrellada
las alas se entrenan
brisa de mar en las plumas
en los picos
que chocan
pechos alegres
al viento
y llega el momento de aventar
el cuerpo
de abrirse
la vida acorta
el aliento
y se muere
viento en el pecho
corazón a punto de estallar
se rompen
los sueños
los dedos del cielo
sostienen las alas
olas estallan
ballena profunda
sombra del mar
en el mar
las alas se tienden
inmóviles
solas
casi inmóviles
solas
papalotes de hueso y canto
sombras largas sobre el agua
manchas largas frente al sol
es hora de abrirse
morir
invierno de témpanos
el viento arrecia
hora de abrirse
al cielo
Orión, y Diana hermosa
Venus
desplazan sus alas
labios
sobre la piel
del mundo
en el pico
una luna
entera
y plumas de plata
y sal
conquista del viento
más lejano
siempre
un poco más
lejano
hasta que solo
el mar
sólo ese viviente cuerpo
y la tierra atrás
bajo el horizonte
curvo
la tierra atrás
sumida
luego olvidada
el cuerpo cede
al espacio
la vida es círculo
vuelo circular
danza circular sobre los peces
suspiro del abismo
alas que se asoman entre olas
sin tocarse
plumas a la deriva
sobre el agua
las oculta el océano
las arrulla
y de lejos la nostalgia
lo guía de vuelta a la tierra
a parir
o llega alada
la muerte
entre vientos sin tregua
llega
o se va
llega
o se va
llega
baile de olas
marea de vida
muerte en reflejos
de luna
se lleva picos y plumas
ligero albatros
planea veloz
a otro mundo
se lleva picos y plumas
a otro mundo
la tierra lejos:
el cielo es reflejo
del mar
Plumas y picos
la luna se sume
en la niebla
tercer PUESTO:
Poemario “El libro de Gestas y Plagios”
AUTOR: Carlos Alfredo Santamaría Ruiz
LUGAR: Trujillo-La Libertad-Perú
Toda lucha con la palabra está perdida de antemano; el esplendor de la batalla no puede estar en su desenlace, sino en la dignidad del acto.
Paul Lundsberg.
noche 1
Vocación
Me recuerdo a los diez años intentando
leer Ivanhoe
mi hermana escuchaba música
mi padre observaba televisión…
-¡Hijo! -se oyó entonces la voz del destino
tú que no estás haciendo nada
ven ayúdame a cargar estas cosas.
noche 2
Recinto
(1.60 m. x 58 kg.)
Vivir en una casa como la tuya no es fácil,
me dicen.
Habituarse a la falta de luz
al polvo, a las arañas
“cómo le haces”.
Mi casa se levanta en las afueras de la ciudad
y no es común que reciba visitas.
La gente que me conoce rara vez pasa,
desde fuera me tiran comida y agua
y sobrevivo
pero nunca salgo.
Si alguien toca y, a pesar del sol
viste con saco
yo sé que intenta remodelarla,
entonces abro la puerta
lo invito a pasar
y nunca más vuelve.
Mi casa es pequeña y sucia como el
sexo de los ancianos,
pero yo he aprendido a amarla;
recostado contra sus muros
me sueño recostado contra estos mismos muros
y los ruidos y el sol y la lluvia
nunca me afectan.
La gente sólo conoce
la parte externa de mi casa.
Y sin embargo se atreven a opinar:
“cómo está vieja”, “cualquier día nos cae encima”,
“quién va a poder vivir ahí”…
¿Quién?
Yo mismo me lo pregunto.
noche 3
Inspiración
La inspiración es enana
pero su uña
nos alcanza a todos.
noche 4
Escuela
Leo con fervor a los llamados grandes
y su grandeza
se resiste a mis ojos en forma de clásico.
Leo disciplinadamente,
mas su idioma (el mío)
se abisma en traducciones
que mi modernidad
no resiste.
Quizá en otro tiempo
con más años y mejores lecturas
estos libros me sean del todo legibles.
Quizá también
(y es harto probable)
ese tiempo jamás llegue.
Por lo pronto
me anima la ejecución
de una hazaña sencilla:
almacenar en casa los libros
y abrir de mañana la puerta
(mi puerta)
legible figura tras la cual
cientos de personajes congestionan su queja
en llanto
pasión
e impotencia…
única lengua
que mi edad se permite
universales modestias
de las cuales me valgo.
noche 5
Labor
Arrastrar la misma silla
(vieja / pesada / idéntica…)
e intentar la corrección
trocando estúpidamente
huesos por espinas
y cardos por geranios.
noche 6
Estilo
Pensar es no entender.
Fernando Pessoa.
Uno:
Un muchacho toma su bicicleta, la monta
y empieza a pedalear.
En poco tiempo alcanza
una velocidad impensada.
Pronto solo desea ir más rápido,
pero… ¿a dónde se dirige?
La pregunta lo asalta.
Bruscamente frena. Cae.
Se rompe una pierna.
Un buen guerrero jamás se deja llevar del sentimiento.
Lao Zi.
Dos:
Un muchacho desenreda su cordel, lo templa
y con meditada fuerza, lo arroja.
Luego espera sin impacientarse
el dictamen de las aguas.
Hay días en que retorna con las manos vacías
y otros, como hoy
en que la pesca es buena.
noche 7
Desarrollo del poema
Dije en cierta ocasión:
la poesía no existe
el poeta no existe
el poema no existe
y nada debiera escribirse
si se es en verdad honesto
con los rigores del oficio.
Días más tarde
medité con detenimiento mi impulso antiguo
permitiéndome incluso
alguna observación.
Entonces…
la poesía resultó solo inaprensible
el poeta irreconocible
el poema incomunicable
y el ejercicio de los escribas
un absurdo tallar de barrotes.
Pasó el tiempo y opté por hacerme de un ministerio,
una rutina…
y una mujer.
Ahora,
tomo nota de cada recuerdo y
- confuso aún de cuanto dije -
muestro un papel intraducible
a familiares y conocidos
que ignoran
el origen de mi excitación
y me alimentan con el veredicto
del extravío en sus miradas.
II
LIBRO DE LOS PLAGIOS
No existe la página en blanco. Sólo basta con considerar la cantidad
de literatura escrita y la cantidad, por tanto, de material listo
para plagiar. Todo escrito es finalmente un plagio.
Federico Andahazi.
Parque
Rilke sostenía que la primera frase
nos era enviada por un ángel:
“der erste satz ist an uns mit dem engel”.
Yo me conformaría
con que me la dicte cualquier mortal.
Entre tanto, no hallo mejor alternativa
que recostarme contra este árbol
y permanecer callado
en espera
de que el silencio se pronuncie.
Sin embargo
no consigo escuchar nada.
Es demasiado intencional mi reposo…
Demasiado prevista mi evasión…
El prólogo
En un prólogo concedido
hace poco más de veinte años
el más laureado de nuestros novelistas comenta:
Dejar de escribir novelas puede significar tan sólo
haber encontrado una manera menos quimérica
de resolver los problemas personales…
La frase operó tal efecto en mí
que no pude volver sobre el texto
sino hasta hoy
cuando
guiado por el olvido
me di al repaso de líneas
que creí desconocidas.
Entonces
(con el estrépito propio de
los objetos pequeños)
el libro cayó de mis manos
dejando a la vista
los olvidables caracteres de su título
como quien en venganza muestra
el arma de la que otros
se han valido para herirnos…
Caja china
Che King, el filósofo chino
dice en su Libro de Poesía:
Una mancha sobre el jade blanco
puede borrarse,
pero una falta en el lenguaje
no se corrige nunca.
Horacio, el poeta latino
expone en su Arte Poética:
La palabra,
una vez suelta,
nunca se recupera.
Ribeyro, el prosista peruano
recoge ambas citas
en uno de sus últimos trabajos.
Y yo,
mudo lector de tan alta enseñanza
cierro con entendimiento el libro
para, bolígrafo en mano
saberle agregar más nada.
A la memoria de Jorge Eduardo Eielson.
marzo, 2006.
Último nudo
Por favor entienda
no es tan fácil decir
yo soy tan sólo
un árbol que camina
un animal que florece
una piedra que sonríe
y continuar luego
así sin más
atendiendo el teléfono
no es tan difícil tampoco
se ve
pero si además
ha nacido usted en lima
ha parado de madrugada un taxi
y trepado un muro
como quien baja una escalera
entonces
quizá pueda entender la valía
de los árboles que caminan
de perú a roma
y de roma al mar
quizá pueda usted conmoverse ante
la hermosura
de los animales que florecen
en los sacos
en las medias
en los pisos
quizá
y esto se lo digo llorando
se vea usted enternecido
por las piedras que sonríen
dígame
cómo podría alguien permanecer indiferente
ante una piedra que sonríe
cómo podría no arrodillarse
y devolver la amabilidad
con un gesto cordial de mano
oiga
por favor entienda
no es tan fácil decir
todo lo que usted dijo
y pretender luego
seguir habitando
la misma ropa
y el mismo cuerpo
por uno
por dos
por digamos tres años
y despertarse luego por la mañana
y despertarse a veces también por la noche
asustado
un poco más grande
con el calzado intacto
y la idea constante
de que uno es sólo
un árbol que camina
que lee
que se enamora
y un día parte
sin peso ni prisa
tal como usted lo hizo
de a pocos
fiel a su estilo
dejando caer
un último fruto
el más trabajoso
también el más simple
el nudo enorme que tras su muerte
ahora lucen nuestras gargantas.
Vanaguardia
Tras una tierna dedicatoria
el poeta Carlos Oquendo
advierte:
a b r a e l l i b r o c o m o q u i e n p e l a u n a f r u t a
Al respecto,
podría bien sugerir:
l e a u s t e d e s t e p o e m a
c o m o q u i e n r e c o g e u n a c á s c a r a
Acercamiento a la Maga
Recostado contra la pared,
sobre una cama deliberadamente sucia,
en una habitación deliberadamente oscura,
Horacio Oliveira fuma.
Toma un papel con la misma mano que horas antes
había dormido en los senos de Lucía
y anota:
Hay ríos metafísicos. Yo describo y defino y deseo
esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro,
los miro desde el puente…
ella los nada.
Dos pisos más abajo,
Lucía permanece un poco triste.
Junta una hojita al borde de la vereda
y habla con ella un rato.
Se la pasea por la palma de la mano,
la acuesta de espaldas, de barriga,
la peina,
finalmente…
termina por sacarle la pulpa y dejar al descubierto
un delicado fantasma verde.
Horacio observa todo con atención.
(El cigarro abrasando sus dedos lo
aparta bruscamente de la ventana).
De pronto,
vuelve a la cama y rompe el papel.
“El seco papel”, se lamenta. Y lo rompe.
La escena que acaba de contemplar
en mucho supera su idea de los ríos.
A la memoria de José Watanabe Varas.
abril, 2007.
El (re)baño
Mientras el polvo cae
sobre tus restos
yo pienso
que de todas las voces posibles
tú posees la más precisa.
Tienen algo de nudista tus
versos, algún despojo secreto,
saludable y natural,
en la pausa
o en la viada.
Ayer
me acerqué a preguntar por tus libros
y deslicé mis manos
bajo sus tapas
hasta tocar tu secreto. De pronto
sentí
el temblor de una revelación:
si yo supiera escribir poemas
desearía
que fuesen como los tuyos.
Edad
Hay frases que sobreviven
gracias al mucho ingenio
que sus autores depositan en ellas.
Y otras que lo hacen
simplemente
porque no hay modo de ocultar la verdad.
Se necesitan sesenta años para formar un hombre
y entonces, sólo está listo para morir;
escribió alguna vez Malraux
…y esta larva
aún se lo agradece
Los dos ciegos
Cuando Ulises, fecundo en ardides
vio a Polifemo tendido
ya ebrio
por el negro vino
creyó oportuno
poner al fuego la pesada estaca
e hincar con la misma
el solitario ojo del gigante.
Horas más tarde,
( a salvo ya de la muerte
y embarcado)
vino la soberbia a nublar sus pensamientos.
¡Cíclope!, gritó desafiante
si alguien pregunta por el origen de tu vergonzosa ceguera,
dile que quien te privó del ojo fue Ulises, el de multiforme ingenio,
asolador de ciudades, hijo de Laertes,
que tiene su casa en Ítaca.
Solo cuando terminó de proferir su cólera
midió la trágica dimensión de sus palabras.
Todos le miraron con desconcierto…
Ulises bajó la cabeza.
Sin duda, también él había sido cegado.
III
LUGARES Y OBJETOS COMUNES A LA ELABORACIÓN
DEL LIBRO DE LAS GESTAS Y OTROS PLAGIOS
…todas las cosas tuyas te poseen
como un secreto
en cada una de sus partes.
María Emilia Cornejo.
Ciudad
Un laberinto
perfectamente
señalizado.
Poste
Una jirafa
ebria
de orines.
Plazuela
Estacionamiento
de seres
sin recarga.
Banca
Un caballo
con patas de
fierro
que no se mueve
si lo montas.
Universidad
El tramo
final
de un puente
al vacío.
Aula vacía
La panza
de una ballena
que a veces
me traga.
Escalera
Acéfala
serpiente
que
por instinto
todos pisamos.
Hogar
Eso.
Básicamente, una casa.
Habitación
Amarga tinaja
encargada
de macerar
el modesto fruto
de mi soledad.
Mesa de trabajo
Un tablero
de ajedrez
con los casilleros
pintados
de un mismo color.
Lapicero
Una lanza
que llora
su propia
sangre.
Máquina de escribir
Una vieja desdentada
que se ovilla
en mi mesa
a susurrar
historias que nadie
entiende.
Hoja de papel
Un grito contenido.
Una bandera
aún
sin patria.
Poema
Un niño
limpiando
sus manos
en la seda
más fina.
MENCIÓN HONROSA: I:
Poemario “Quietud”
AUTOR: Carlos Ernesto Cabrera Miranda
LUGAR: Matará –Cajamarca-Perú.
MONTAÑAS
Duro será abandonar mis montañas
cuando la puerta de este mundo se abra.
Penoso, no ver las laderas en su fiesta crepuscular.
Duro, dejar este horizonte de piedra
por ser piedra mis pasos a la tarde.
Duro, dejar tu antigüedad poderosa
tu aroma humano en su transpiración de polvo…
En tus peñascos, farallones y precipicios
aprendí a rescatar profundidades sin carne
En tu inmensidad inexpugnable
pude arrimarme a mí mismo entre ventarrones.
En tus agrestes erosiones
asumí el reto de ser manso como cristal de roca.
Mirando tu prehistoria sin tiempo
me atribuí el ser eterno.
¡Duro será abandonar mis montañas!
Todo hiciera por no dejar tu poderío:
Danzar en el borde de tus cumbres ardorosas
Vestirme de piedra para echar tus lágrimas rodantes
en tu divorcium acuarium
arrojar los dados de mi pedregosa suerte…
¿Dónde despeñará mi aflicción sus dos vertientes?
¿Dónde precipitará mi felicidad sus estalladas piedras?
EXTRAMUROS
Desde la esfinge de un balcón centenario espío alejarse al tiempo
La calle es un cadáver tullido in extenso
Un anciano atraviesa su figura en el atardecer
Detiene su mirada en la consideración precisa
allí, en la coyuntura de los adobes
En su talega desgarrada se contorsiona el destino cautivo
como un felino desesperado.
La angosta senda empedrada lo empina en un horizonte fantasmal
para luego resbalar en el humor negruzco de la desesperanza
Misterioso,
levanta su carne desordenada que se expande rumbo al lecho
a paso lento arrastra sombras y se desvanece en lontananza
Quién sabe si tras la última calle,
donde quebranta sus dolores el herrumbroso abismo
caiga la noche meteórica
descalabrando un pueblo entero
mientras todos, ausentes y sufridos protegen sus dolores corporales
en la posición fetal de su viaje.
Afuera, donde araña la noche, la negrura aborta mundos…
Y el otro mundo, el que se engendra
más allá de las luces errantes de los muertos,
el que a veces nos espera tras la última casa del sendero,
no contempla minucias en la domesticidad de los quehaceres:
La agüita de toronjil para los nervios
El emplasto de hierbas para los huesos
La pócima envejecida de lamentos
Ni siquiera el adormecido atisbo de algo sorprendente
cuando arma la coca y vence nuestra debilidad al sueño.
Cuando el mundo paralelo acosa
un pavoroso bostezo ruge para gobernar la noche.
AFUERA ESTÁ LA NOCHE
Percibo las trenzas de la abuela
despintadas en luz de cuerpo atareado
Veo sus acompasadas manos acercarse al candil
que ella enciende con el recelo de un forastero
La anciana sólo ve en sus memorias
Su mirar es un ejercicio antiguo de evocaciones entre adobes
amortajados por festones de telaraña
Trazos del tiempo que nunca supo leer
como no supo comentar sobre la inclinación
de los pilares añosos del patio.
Cuando amasa las cachangas
sus manos nos entregan el pasado que le enseñó su madre
Vienen con su amor en tiesto presente.
¡Así fue toda la vida…!
En verdad nunca atisbó un futuro
Vivió entre urpos, cántaros, huayungas, tejidos y atenciones
¡Coman hijos!...
El hambre es siempre el pan de cada día
Por qué irrumpir en el hambre futuro
o profanar las sagradas carencias pasadas…
Vivió, como hoy al verla la recuerdo
cuando enciende el candil presentemente.
Afuera está la noche…
se conocen de antaño,
cuando compartían los afanes
y trenzaban y teñían a dos manos
a dos almas a dos cuerpos a dos gozos
y colgaban en el árbol de los nervios el paño de la despedida.
Afuera está la noche de par en par
Dentro de sí misma está mi abuela y su andamio polvoriento
allí se adormecen las botellas de tantos antiguos cuentos.
En el umbral de la ocultación
la noche sospecha de sí misma y atisba
El candil y la penumbra proyectan un cielo desvencijado
que apiña entre las vigas la reseca oscuridad de noches momias.
En la sombra, cuando el silencio distrae a los minutos
la luz del candil fantasea estrellitas cristalinas.
Mi abuela sabe de las botellas sobre el andamio vetusto
Primitivas, algebraicas, astronómicas, a veces pavorosas
recibiendo a boca abierta la angustia de todos los vacíos…
Afuera está la tupida noche, tejida en niebla de tinieblas.
Desde atrás de las lomas llega una ventisca
(Pienso en las rodillas mojadas de todos los ancianos)
La última llovizna del universo llega para la abuela
Ahora que el borroso frío de las épocas
surca las arrugas agoreras de sus manos,
la fórmula del tiempo salpicará con la lluvia
y dirá la abuela
¿Nos llegó de un golpe todo el futuro!
EL DANZANTE EBRIO
Ondulante va escapando
como la silueta de las montañas.
Imaginando un pez que vuela, cae
en el profundo olvido de sí mismo.
Cuando amanece, las murallas de los abismos
tiritan un frío que se cuelga de su espalda.
En el sereno,
una gota brillante escarcha la mirada ausente
Una emanación glacial oprime el pecho abandonado.
Si alguien le viera no dudaría que está muerto.
La carne se sabe hombre aún en su animal postura.
Así, congelado, quebradizo, trashumante
busca el desplante digno, humano,
al desorden numérico de la soledad
y a la fórmula química de la muerte.
A pesar de la intemperie asoladora
sobrevive desafíos planetarios
a cuerpo abierto a la naturaleza.
El instinto supera el frío más intenso de las madrugadas
mas no la embriaguez a pico,
a urpo, a cántaro, a vasija y a condena.
El chuncho danzarín se encrespa con la aurora
de mañana regresa al pueblo
agitando la bandera diminuta de su patria sentimental
un pañuelo negro que atrae la legión de sus fantasmas.
Frente a la iglesia se derrumba
En sus venas se yergue la fría serpiente del alcohol
Postrado masculla su fe de antaño
mientras un rayo mañanero le enciende la camisa añil
Luego baila, una danza aún fría, anochecida en pasado
Es la danza perpetua de su memoria
la danza de los agostos para el Santo Patrón.
Ebrio siempre, danza; aún sin el trago primero, danza
Frenético danza
Salto al vacío de la plaza humana, es su danza.
Agonía es el murmullo enfermizo de su canto
Penitente es el pálido rumor de su tonada...
Su olvido danza...Su pobreza danza.
Solo en el mundo danza …
La danza gime su culpa en el mal paso,
ríe y llora el verso carcajadas…y danza , danza, danza.
El danzante ebrio baila por fe
Los creyentes lo saben, el baile será su redención.
EL FANTASMA ALADO
El día inicia librando augurios
señales de todos los destinos posibles:
Un gorrión aletea y derriba la teja
Un zorzal picotea el dolor en el músculo del presagio
Canta el búho sus presentimientos
Aúlla un lobo invisible
Canta la gallina cual si fuera un gallo
En mi florido jardín de quietud
cae un pétalo de rosa
es el pétalo exacto en el segundo preciso.
¿Acaso algún día yo descifre el poder de un gesto solitario,
el recado de cada minucia en el acontecer inmensurable de sucesos
y su desenlace irremediable en el mundo?
¡Ah destino y tus fuerzas y tus mensajes!
¡Ah Dios!
Qué será si ya no vuelvo a mí mismo
si algún día dejo en el camino a mi conciencia
y su lastre harto de civilización.
Qué será si el pájaro del silencio nos devora
mientras deambulamos expuestos por los desiertos nocturnos.
Cuándo, por ventura seré un fantasma alado,
para tramontar las montañas rocosas de las alucinaciones
mientras los seres vivos, todos los del reino, los que divagan,
duermen entre los velos enredados de su corazón abismal.
VIGILIA
Todo ha pasado cuando el reloj enhiesta la aurora
La jornada destiló sus horas negras en el presentimiento
Velé tu dolor hermano
Una cruz me espantaba en un árbol de nervios trepado
Todo ha pasado. Ya giran las ruedas de los niños,
¿Recuerdas
El pañolón mojado de las madres que pesaba un Ave María?
¡Qué lluvia!
¿El dolor de huesos del abuelo que traspasaba la tarde
y ondeaba en el viento…? …¡Qué frío!
La vigilia ya no es una encarnada penumbra.
Todo ha pasado
Nada más queda una espina
que en el camino se hundirá en el nervio del olvido.
EL VIENTO PURPURA
Aquí, el viento agustino aquieta sus alas escarlatas.
Tiende sus rayos el sol
desde la árida loma a la penumbra de una tarde lejana.
En la senda, sobre el destejido poncho del otoño
la sombra de los sauces recuesta su espíritu
Las alas de un quinde enloquecido atizan las nubes que arden.
Aquí, en mi espacio, se aferra la tarde
abrazando al corazón con sus raíces moradas,
Aquí, los dedos del viento barajan mis versos
Un rebaño de latidos apacienta entre mis palabras.
Aquí, soy tierra que moldea un cuerpo
llama en el madero de los sueños
aire que el alma aspira en su elipsis
agua de nostalgias desbordando universo…
Esta es mi querencia, mi gentío, mi vertiente
Aquí, al terruño, me devolverán los rayos invernales
Aquí me regresarán las lluvias de los senderos
Aquí me arrojará la torsión del tiempo
el polvo púrpura que se agita en la hondonada
los ríos ojivales…las calles…
la alborada...
AHÍ VAMOS…
Ahí vamos, sudando sonrisas y paciencia
Ahí vamos, goteando luz de soles y de lunas trajinados
Seres que en algún momento fueron dioses.
Una tristeza orgánica fiel a su origen nos embarga
Aquí estamos en el rito de la labranza
Rascando la costra de esta tierra ya sin tierra
Buscando sangre en la herida nunca muerta.
Aquí estamos aún, camino a casa
de vuelta a la chacra, del sol al sol mismo
de canto a llanto, de trago a escupitajo
a veces de negrura a espanto y de alborada a suspiro…
Aquí estaremos, a la espera de un viento nuevo
que llegue del sol disperso en la luz de las almas;
que no nos llegué la antigua corriente, disfrazada de cordero
porque en comerse a sí mismos terminará el juego…
Así somos, resignados, porque nos rasgaron el alba
como se rasga el papel que aguanta todo.
Así somos, ya no queremos nada
sólo mirar los caminos en la distancia y
el cielo en cuatro pedazos y con dueño…
¡Solo mirar entonces, nos queda…!
Mirar las entrañas que no han muerto
Allí donde el hombre humano
dentro de su eternidad, es eterno.
Aquí estamos…
Nosotros no fuimos los rebeldes de antaño
Somos la herencia orgánica
de las piedras que miran la alborada roja
mil ojos exhumando la noche de sus ancestros.
Aquí estamos, entre el rezo y la blasfemia
Nuestra espalda no entonó el concierto de los látigos
Nuestras manos no se juntaron como se unieron por piedad
los dedos desangrados de nuestras madres.
¡No! No fuimos nosotros…
Somos la herencia de soledades de piedra…
La piedra doliente que aún sangra, llorando el despojo.
Aquí estamos aún…
Mirando a través de los ojos de nuestros hijos
Ya no hay cuerpo desollado, ni manojo de orejas arranchadas
ni cabezas rebeldes en picota, ni ojos desenterrados
ni estirado el cuerpo por cuatro caballos,
queda un aire de voces incansables
en romería por las chacras coloradas…
Aquí estamos tras los siglos de batalla
con la fuerza recogida entre las manos como el agua
Porque jamás un arma mató un cuerpo que es cadáver
(El cuerpo es un mendrugo de tierra organizado en luz)
Nunca el hambre mató un espíritu
Nunca el hierro encadenó el alma.
Aquí estamos,
Las ataduras de la tierra
Ningún cielo las desata…
… Aquí estamos… Así somos…Ahí vamos…
Ahí vamos, resurgiendo cristalinos del lago más profundo.
HE VISTO
He visto caer la aridez de las sombras
He visto tinieblas buscando contornos
Me he visto, muy adentro en mi lago incesante
tocando el fondo de mis brazos
tanteando heladas madrugadas
trepando una alborada poblana
Sol de hiedras amarillas he trepado
he visto su sangre de luna por los tejados.
He visto,
Esta vida y sus noches serranas
Aullando a lo lejos los perros del aire
…y el destierro…
Los asustados maizales,
El trigo que no conoce al viento
… y los muertos…
El silencio golpeando las montañas
El cansancio de las piedras en los tapiales
… y los sueños…
El hombre velando la cuna de sus hijos
en el borde de las chacras, en la flor de la tuna
en la rivera del alba, ribete de reflejos que da forma a la galaxia,
… y los senderos…
He visto la silueta del infinito en las olitas de un puquio.
fosforeciendo escamas sirena violeta de luna…
…He visto amanecer en la cadencia de la cebada
cuando cantan las madres una tonada embrionaria
entre pezones henchidos manitas agitan espigas,
es un festín de ternura la leche de la mañana.
HORIZONTES
Alguna vez me recorría un ardiente río salvaje
Logré inflamar el fuego en los pedernales
fui un hombre desnudo antorcha en mano
atropellando el herbaje a gritos por los nacientes valles
.
En mi discurre el torrente de doce vidas
ligando en el presente el limo de los espíritus.
Mi cuerpo es una masa cruda rodando caminos arenosos
Un árbol de panes penosos cayendo en su infinito.
¡Ah! Comer la papa terrena de mis manos
¡Ah! Cubrir con el poncho de la noche al pasado
¡Ah! Sendero de amores es mi canto…
Contengo en mí todos los lenguajes
aún los gritos bárbaros de antaño
contengo adormecida toda mi fauna salvaje.
En la roja espesura de mis entrañas anidan las aves sin tierra,
cóndores desgarran horizontes redimiendo sentimientos
Halcones agitan sus alas y vuelan mil distancias
distancias que siendo mías en mi pecho no pretendo.
En el ocaso, la tierra roja enciende faroles
un pueblo atardece en mí,
las calles se angostan en la tibieza de sus tejados
las calles vuelven la mirada, me ven a los ojos… se van,
las veo irse con la tristeza de un abandonado pan …
Nada falta en la simplicidad de mis ojos…
Nada falta en la magia del sentimiento…
Nada falta en los terrenos de esta Tierra…
Nada falta en esta tierra de los terrenos…
¡Ya no hay más! …sólo historias adosadas en la pirca del tiempo
¡Ya no hay más! …Sólo mi corazón y su encierro
¡Ya no hay más! …Sólo el universo que comienza y termina en mi pueblo.
CALLEJAS
Las calles que trazaron los hombres del invierno
para que corra la lluvia que se antoja ser mirada
guardan silencio, escuchan serenata.
Las calles son cómplices de todas las ventanas
Las paredes tienen oídos las arterias tienen ansias.
Nuestras calles amanecen frescas
El sol cruza la plaza en un borrico con sus rayos de cebada,
contorsionan los balcones su olor de retama
los niños se trepan al árbol dorado de la mañana…
Estas calles que sienten nuestros pasos
dan de beber en sus charcos a los perros y a los caballos.
Por la mañana, acojo la tibieza y el aroma de sus panes
La tarde en su pereza, ensueña rojos sauzales en lontananza,
Por la noche nuestras calles, como antaño, encantan
plantean mil dilemas en el laberinto de las edades.
GOL EN LA LADERA
Colorados los rostros de los niños peloteros,
como en la tele del restauran del pueblo aspiran
Hoy juegan en la chacra apelmazada
dribleando al fatigado crepúsculo,
zancadilla al frío que confina el área de la fantasía.
Las sombra de los sauces en posición oscuradelantada
proyecta el gozo de un gol lunar y poético.
Con un “efecto” bárbaro, el destino
se lleva al día que ha caído en “hoja seca”.
¡Allí están mis peloteros andinos!
Algunos a llanque limpio o a pie descalzo
Descuidando la piel acometida que corre
que se estira y se bifurca para evitar el corner.
Allí está el “Huingo”, incansable y despeinado
baja de la loma olvidada al juego
cuando regrese, lo sabemos, llegará a la casa tibia de tanto día
donde su madre hilvana el presente con retazos de ausencia
y la abuela calienta la “chochoca” para el guerrero.
¡Mis niños peloteros!
En su inocente lejanía por los montes del cretáceo
era en que aparecieron las montañas, las flores y los Andes
Rocosas formas que se retuercen entre los alcores por no irse
para ver el final del juego,
las rocas vieron aparecer la especie
hoy le ven jugando niño hombre…
¡Fútbol!, en este paraje del universo con sus tierras roturadas.
Arco de magueyes, por donde se abren puerta las estrellas fugaces
en el escenario mundial de la ladera
mientras un cielo de espectadores titilantes
con su flashes y sus ecos venusianos retratan la performance.
Pelota de cuero, tan rodada como el mundo
perdiendo forma y curvatura en la inclemencia
Pelota, útil aún para el juego, el de la vida diaria
el del atardecer milenario y cotidiano
Útil para el juego humano en su simpleza…
¿Qué será cuando no haya una pelota
en la que rueden nuestros afanes?
LITURGIA EN EL ANDE
Tu puquio divino inunda mi río blanco
Al final del epitelio gime tu rosa cañada.
Una efusión cósmica desparrama tu arrebato
rebosa tu vía láctea
La intensidad de la piel anuda dos hogueras de fuegos semejantes
Oleada de pasión y fuego y miel y grito
es la liturgia de la comunión en mis Andes…
Tú expandes el gozo más allá del cuerpo
yo retengo tus cabellos en el cielo
(Ondulados rizos desde Venus).
Hoy, una noche danzante entre dioses batiendo palmas
a ritmo andino torrencial deseo.
INSTANTES
El viento procura una danza rítmica,
la gravedad de los bosques pensativos no se compara
con la ágil soldadesca del trigal.
Cruje el árbol su grosura
La mies se contorsiona dócil al viento.
Cuenta mi espíritu una historia
Tomando la voz de un hombre,
ser que es sólo idea con su palabra que no es materia.
En tanto, el ocaso eleva sus oraciones
extiende su manta colorida colgada de las nubes
se cobija el mundo entre arreboles.
Más allá, se despeina un sauce pelirrojo.
Las voces que rumoran por el pueblo
languidecen entre calles retorcidas por los años
Los murmullos de la gente en su hojarasca
se elevan sobre los cenicientos tejados.
Los rumores del crepúsculo desfallecen
en el viejo crujir de los balcones
y la quietud de madera de los santos.
El universo otro atardecer repite
El infinito se avecina entre nubes de nostalgia
¡Instantes de vida! En un segundo se exalta el espíritu
Se pierde en el horizonte la contemplación.
En la penumbra, se inflama la tarde en un incendio
un hilo de luz me conecta con otros mundos
me expando en la conciencia terrena,
se detiene el péndulo de mi corazón.
¡Sucesos de vida! En un momento exhalo eternidad:
Un viento coreado desde antaño renueva su cansado soplo,
al mismo tiempo, balan ovejas en un lejano coro
un silbido de gorrión se interna en la floresta
desde alguna cantina un eco de cantos febriles llega.
Sentado a la diestra de mí mismo
en un mismo segundo, que ya es pasado y silencio,
el poniente rasgado de colores
revela parte de mi destino irredento.
A la vez pasan cosas en el mismo minuto:
Un niño con su atado de hierba avanza
Una madre destapa la olla de caldo hirviendo
Un joven empuja las ovejas y al tiempo detenido
Un anciano encierra en el corral a las gallinas
En el caserío una mujer deja hoz y corre,
corre, con dolores a parir un hijo.
Por los caminos se encuentran los arrieros
Los labriegos regresan con la yunta
El descanso llama aunque la vida abunda.
Decae el mirar de los niños, se preparan mantas coloridas
Y, cómo no, los cuerpos también sufren
los enfermos saben que es la hora absurda.
Llega un padre, hacha al hombro y ciñe manitas de sus hijos
El hacha plateada de la luna, astilla lucecitas de luceros.
Los abuelos desde dentro de su historia miran
saben que en el bosque de almas y de cuerpos
el tiempo hace leña de seres vivos.
La última ave de la tarde apura el vuelo
como el labriego vuelve, desde el cielo de sus afanes
Cae la noche, cierra sus caminos el pueblo
en mi aposento, medito esta historia interminable.
En un minuto fue todo
La vida, el prójimo, los encuentros,
el poniente, las nostalgias y los rostros
con sus leyes de mundo
que nadie profana en la amplitud del tiempo.
¡Yo vivo aquí, cerca y lejos!
(Dúctil, andante cósmico y terrenal)
Cazador, guerrero y labriego,
a la caza de mi ser, valiosa presa, poética batalla, dulce jornada.
Vivo en la siembra, en la deshierba, en el aporco,
en la cosecha, en la espiga, en la trilla, en el grano
en las fauces del molino que hace polvo mi euforia…
Fui tierra, espermática arcilla diluida
Hoy, leudo la masa del destino y soy pan
mi propio pan, y mi propio hambre…
A veces agonizo… parte de Dios agoniza en mí.
Mi alma es río de luz, luz de sangre,
Una cascada infinita hacia adentro es el lindero de mí ser
Mi energía se extiende en la vía láctea
vuelve a reunirse en mí cada alborada humana.
Camino sobre tierra recién arada
El corazón siega la mies de mis sentimientos
Los Andes erguidos sostienen mi quimera
Nubes agitan pañuelo de viento fresco
Las laderas se recuestan femeninas
sobre flores de arvejas y frutos de deseo.
Me arrolla el ocaso, su belleza y su misterio invaden lo que soy
su fuerza me atraviesa y retorna a sí misma
abre un sendero místico en mi ser infinito
Mis ojos se aventuran hacia adentro millas sin fin
la inmensidad se expande en mi pequeña morada
abarcando existencia plena en un instante, soy feliz.
No espero la vida remota, así como la ofrecen
Acepto profecías de los que también mueren
Aquí cosecho mis ansias
porque entre un sueño y otro sueño
no hay más que dos párpados
Para ser eterno sólo falta
tierra del tamaño de un cadáver
y una muerte entre campanas de palo
que no anuncian ni partidas ni llegadas….
Se agolpa el sentimiento
Mis ojos mudan su piel cobriza, blanca, negra y canela
Mi olfato se acurruca en el hombro de un bebé
¡Mi gusto es saber que vivo!…
¡Saboreo mi ser y su instante!...
Aspiro el humo de mi leñosa carne en esta ofrenda de existir…
Consumiéndome voy. .. … En mi deleite de vivir…
CENIZAS VERDES
Verdes serán sus cenizas si algún día muere
Verde será su alma dormida en una rama del crepúsculo.
La luna vendrá verde con su sonrisa amanecida
El sol verde con sus manos trasnochadas
Verde las formas materiales y los huesos
Verde el gozo de su savia
Verdes los volcanes y su lava
Verde la resurrección de la Tierra
Verde la nueva alborada.
CAMINO AL SUR
En los signos de cada rostro octogenario
la nostalgia es un atardecer inmortal
donde reposan los campos fatigados…
El viento del poniente aguarda la última cosecha
para enrumbar su camino al sur de mayo.
EXPEDIENTE PÓSTUMO
Con la seguridad que algunas cosas son prestadas
agradezco la oportunidad orgánica y confiero:
Dejo mis ojos que aprendieron a escarbar silencios
Dejo mi mano izquierda meciéndose de un péndulo
mi mano derecha volando en un adiós perpetuo.
Dejo el tiempo partido para dos mundos
Dejo un mundo carnoso para vivir en espíritu
Dejo un espíritu a quien pueda tramontar su muerte…
Dejo, vivos aún, los cerros y los montes de mi pueblo
Dejo palpitando historia cada piedra de mí camino
Dejo la roca del poniente encendida en sangre
Dejo el árbol de la noche desgajado por un sable de luz
Dejo el camino escabroso, sumiso y humilde por ser pobre
Dejo el río que quisiera llevar en mi cuerpo
Dejo los tapiales que quisieron ser hombres
Dejo las paredes que soñaron ser mujeres
Dejo el surco sonriendo en su muerte
Dejo un pedazo de tierra dentro de la gran Tierra
Dejo la gran Tierra envuelta en la seda de un redondo sueño
Dejo el metal de mi agonía colgado de un crucifijo
Dejo el alma de mis manos envuelta en paños de alguna patria
Dejo, si Dios quiere, una lágrima del alma
Dejo el milagro de haber nacido
Dejo el prodigio de ser hombre…
Dejo todo ¡Me voy, ya me estoy yendo…!
Dejo todo, dejo que la muerte vaya sola
¡No dejo muerte, la muerte me deja a mí!
¡Ve! Rechazo tu sombra tejida de espantos
¡Ve! No quiero tus pasos negros sobre mis pupilas
¡Ve! No quiero un puñal de martirios
¡Ve! ¡Que no me fundiré en la Nada!...
Dejo la sal de mi frente en agua
Dejo la noche en todas sus formas geométricas
Dejo la noche que no es cualquier cosa, es otro mundo
pero, dejo también el crepúsculo
que es la puerta que nos invade y nos arroja a esa noche mundo.
Dejo los angostos caminos que nos llevan a las chacras
Dejo los ojos sedientos de los búhos
Dejo el ladrido lejano que corretea al fantasma
Dejo una danza boscosa y gigantesca en los Andes,
dejo para ella una flauta en fémur humano
dejo el soplo del viento para la fiesta andina.
Dejo alguna deuda con la naturaleza
para no dejar deudas con el espíritu
quiero ser tierra o musgo, elemental materia
para saldar la deuda cometida.
Dejo los senderos que volverán a mí
como una jauría de otoños incendiados
Dejo mi camino de regreso
Dejo un mapa guía de mis sueños nuevos.
Dejo un espíritu para que viva en los ojos de un gato
Un cuerpo sin riendas huyendo despavorido con sus pesares
Dejo mi luz masculina ondeando en un árbol
Dejo mi vivienda andina haciendo sus cosas diarias:
la vereda en la vigilia,
el poyo ataviado de polvo en su quietud antigua
el patio empedrado con mis pasos
Dejo una habitación movible que cabe entre mis sienes
Dejo la cocina batiendo sus alas al fuego
Dejo una hoguera fiestera y vagabunda
Una banca de madera donde descansan los paisajes:
especialmente el ocaso, la silueta de los árboles,
ojos de mujer azul y sus horizontes interiores y rosados…
Dejo un bosque donde duerme un torbellino
Dejo mis pasos para volver a andarlos
Dejo mis huellas dactilares en una nube
Dejo una danza, humana en su forma,
una danza de quejidos retorcida en besos
Dejo un sudario febril con todas mis ansiedades
Dejo una piel humana, elástica y sin remordimientos
Dejo la orilla izquierda de todos los ríos,
y una orilla infinita en la oreja de un abismo
Dejo una gota de rocío
en la oreja moribunda del cadáver de un guerrero
Dejo una atalaya bajo mis cejas
para ver la noche más lejana de cualquier padecimiento.
Dejo los presagios que nunca pude interpretar
acopiados en un estante de palabras amarillentas.
Dejo una ofrenda de mariposas para el mundo subterráneo
Dejo un pliego de rencores vanos, felizmente chamuscados.
Dejo en fin todo…
¡Dejo todo porque me voy…me voy porque ya me estoy yendo…!
MENCIÓN HONROSA: II:
Poemario “Cantata Caníbal”
AUTOR: César Boyd Brenis
LUGAR: Ferreñafe –Lambayeque-Perú.
CANTATA CANÍBAL
(LUGAR DEL ARRIERO)
Desperdigados pájaros ociosos
A pie por la lodosa hierba
Cantata a solas, Tomás Segovia
pasarán las horas
con su bastón de siglo
en el acordeón de Espronceda
Cantata de la poeta, Nora Méndez
¿por cada deslizamiento tuyo un retroceso y por cada zarpazo
algún soborno?
Cantata sombría, Olga Orozco
Suerte, inmensa
y vacía
eres tú, rueda inestable
Cantata O Fortuna (Carmina Burana), Anónimo
SEUDÓNIMO: Matemático
PARTE I:
PERSECUCIÓN Y CANTATAS
/Persecución del arriero/
porto la armadura antes de emigrar al bosque donde te ahogaste
mi caballo galopa en alto ruido y te persigue como un sabueso
las palabras los temores las dudas aportan a tu búsqueda
corrijo cada camino donde el precipicio no acontece
las dificultades hacia ti tienen densidad sagrada
las tinieblas prodigiosas atacan mis recursos innegables
mis correrías asientan la luz del día sobre el pecho
mis acompañantes dudando de todo menos de encontrarte
el sabueso es la esencia (y a veces un sueño peligroso)
los ríos se abren a su olfato de animal perdurable
me falta el agua haciendo la vida entre marasmos
reductos del cuerpo frutos de densidad ribereña alma que vaga
la sed del camino corta el paso permitido como un hilo de agua
la sed de la boca la sed de la búsqueda es la mejor sed del camino
que el sol aprovecha
no puedo legar la perpetuidad de una idea
que fomenta la limosna en emblemas gregarios
hacia el bosque
vendrán las cataratas de sensaciones impedimentos del genio
pero sólo puedo facilitar la lluvia ácida en la unidad de vida
y nadie tiene que medirla porque estoy solo en la caverna del alma
traspapelado en el pudor en la evidencia en la condición de cárcel cíclica
con esa cara indefinible
pretendiendo una búsqueda ilimitada de pudor por tenerla
bajo las circunstancias de una nueva alegoría y una vieja perdición
su casa la extrañaba:
en los cuerpos dúctiles nos hacíamos perfectos sin imposiciones
el tiempo de aquí es el tiempo que me espera /el tiempo de allá no existe
a puesto a todos en mi contra
y tengo una duda en la puerta de esta casa y la oscuridad
hunde mis pies por el asfalto
voy resolviendo las preguntas y a veces insisto detenerme
insisto en una evidencia que nada lo cubre en un poema
el tiempo encuentra el cosmos diferente de un mensaje
este también se pierde en la virtud deshecha
(Continuará)
poesía, proxeneta por excelencia de todas las palabras
dudamos de las condenas porque la justicia nunca es suficiente
(para completarla tenemos que sentirnos Dios)
desde un trono superficial nos mantenemos reposando
dictamos las sentencias mejores que son las sentencias de la naturaleza
dónde aprendimos a juzgar la vida? dónde a protegerla?
se está atrapado solamente si se quiere huir
huir donde no se tenga opción de regresar por libertad
la libertad es tan difícil en las noches de búsqueda
la humanidad huye a diario (como sabuesos asustados)
no tenemos las condiciones suficientes en los caminos:
nuestros pasos son muy cortos y los zapatos nos cubren los pies
sino moriríamos
mientras haya día preferido
una carroza de vidrio en este hemisferio sin tiempo
protege un cofre cerrado conteniendo el secreto:
uno de muchos infinitos sí tiene fin en los ojos
y es como el hielo en el poema que nada enfría
pues la vida es menos importante y más intacta
hay mejores aves en la atmósfera por ejemplo la existencia
existir para terminar una locura sobre las piedras del exilio
para terminar en la mañana menos prepotente
por eso escojo un arroyo donde me remojo vestido
a la manera de los puercos entre fango y pureza
y yo como sujeto y todos como objeto
nos resistimos a ensuciar el iceberg del cuerpo culpable
la justicia es una subjetividad y la poesía es justicia
entorno a su propio fin en las alturas y en el fango
la pesadilla de las sábanas frías y un ojo abierto que descubro:
ya no me digas que duerma
que te diferencie en las calles o en el bosque donde te ahogaste
aplasto las arañas y son como mamá tejiéndome la vida
en donde la muerte oscurece sólo el ojo bueno
el otro estoy seguro que está ciego y más ciego de lo que está mi vida
sin ninguna participación en nada
creyéndome el desfile de los ojos cerrados
(Continuará)
el cuerpo es el sitio prometido por la oscuridad
tenemos la fe aún así nos falta algo
las montañas arrastradas ni siquiera sirven en el pánico de creer
pues lo que Dios no entiende es la culpa
su perfección no alcanza a superar la persistencia en el error
qué escribirían los amurallados hijos de las fortalezas
al contemplar el azar en sabias decisiones
como enemigos que vienen, que ayudan a estar en mí
las carrozas guerreras ceden palabras frente a lo que era un destino
los músicos poseen una nueva herramienta de respiración
y arrastran las notas de una cadena esclava
la sombra de un carruaje se diferencia con el triunfo
pero no toca morir en las palabras
eso es peor cuando las tribulaciones decían:
estoy por verte salir a las esquinas
y el asfalto de la calle ha tomado distancia
me dejas con los brazos abiertos a la luna
niegas el sabor de mis lágrimas fatales
y no detienes tus pasos silenciosos
hijo de mi carne de mis huesos quebradizos
mereces plenilunio
es mejor
algo tan contundente como una gota de agua
una gota cayendo de un caño cerrado en una noche silenciosa
algo tan inesperado como el agua sobre el suelo en una circunstancia seca
algo tan fortuito
como un caño cerrado en un pueblo sediento
ahí está la poesía
donde a pesar del silencio llega a reemplazar la falta de luz
por esa cabalgata recreada en dónde te apareces? en dónde
mito rotundo de la poesía?
sólo en mi propia carne en donde surgen las creencias
/Cantata a la mente de Whitman/
En el esplendor de la tierra cosechada, durante los años de nula infamia, en el que se propagó la dicha nuestra de cada día, sobre el arbusto protegido por el nido que atesoraba el justo para la exhibición de la naturaleza, en el rayo de sol disperso sobre las ramas frondosas, en el sendero espacioso por donde van las madres, en el ecosistema que se exhibió en los horizontes desde el tiempo que las palabras se negaban, en la respuesta antes que la pregunta, en la respuesta sin pregunta, en la lucha diaria de los mausoleos por erigirse al cielo, en el epicentro del ímpetu que dura, durante la canción del ruego arábico, entre la cometa y la nube ufana, en la cúspide insolente que ha negado al pájaro su nido pero ha creado al hombre, entre la pasión y la estrella que se alcanza rota, en el lugar removido por el silencio donde llegó Dios por sus contrarios, en el frente de la batalla deshecha por palabras armónicas, en la cima de los hombros que soportan las ofrendas, en las cabezas de los insectos que construyen hogares, durante el invierno de paz de las alturas, durante las adversidades que roen el horizonte, entre la devoción hacia la nada y el ateísmo de todo, en el hincón de la aguja que transmite la curación perdida, en los barrotes transparentes de los días de insomnio, en el humo compacto de los espíritus del orden, bajo el sumiso tronco que ensombrece el cuerpo, sobre los tejados diáfanos después de la lluvia del rito, en la cascada que asombra porque el hombre se desvanece, en el esperma intacto después de los fragores, en el reptil obediente que arrastra el pasado, en el crepitar de las leñas calentando el círculo que espera el día, en la mímesis de los devoradores de hombres abnegados, en el comedor de los leones menos reinantes, sobre la mesa inocua de los bebedores, en el residuo intacto de la copa última, entre la celebración nocturna y el día prometido, entre la pesadumbre y el sol por donde se deslumbra el ojo negro del hombre y el caballo, y también del gato que ve siempre clara la tristeza, del perro que nunca ladra para sí mismo, del ave que deglute el viento, del gusano que devora al rey villano y al rey en sí, en todo el firmamento, en todo el fulgor desinteresado que crea las cosas, y las descrea por el mismo motivo, ahí, en la cantata del mundo, hay esperanza acumulada.
/Cantata al paciente mítico/
1
Los maleficios de las estrellas alcanzan a conspirar
con lentitud. Las ondas sonoras
no consiguen música ni letrillas.
El espacio intacto
representa números y oscuridad. Otra vez, el tiempo, otra vez.
2
Lo artificial perdura nítidamente
en la claridad de alguna fiesta que Romeo busca
para otra alteración del ser. / Las golfas de piel intacta
se reparten por igual en salones uniformes.
La luz escarpada corresponde a una maldición de plenilunio.
La luz en las alturas absorbe a cada noctámbulo
como una esperanza, como aguardar la esperanza
con el cigarrillo en los labios, /desde el humo diluyendo espectros
que el vino ayuda a deformar
hasta el origen de Luciérnagas en confusión con los ojos
de alicaídos caminantes,
hasta estampidas de hacedores de estética silvestre al bailar,
hasta puertas que se cierran con golpes tan fuertes
como la muerte y el amor por Julieta.
3
La música desvía el trastorno contenido de un bostezo
encarnado en la huella de este día ineludible.
La concepción de una tragedia no es siniestra: /se ama totalmente.
Entonces se esparcen los orígenes del hielo /hacia los cuerpos,
se involucran bocetos de jolgorio, también contrastes:
aceleraciones y témpanos en los rincones. /Romeo ríe todavía, ríe
porque el amor le absuelve el vértigo al suspirar.
Los faros callejeros hacia él lo remontan a los dramas
(nunca en la pista menos agreste que conduce a verla).
Ahí sus intentos de caminar se yerguen /como un hito final de los ojos.
La noche se prolonga con escenografía de princesa. /Princesas duermen.
Y como secuelas de un grito borboritante,
el nombre de Julieta por los aires y Romeo /colmado de vocablos.
Sus palabras se han encendido con la lámpara.
Es el vino blanco lo blanco en sus palabras.
Una tormenta se aproxima de súbito presagio y fragor
hacia este mundo rígido de vidas paralelas.
4
Es la hojarasca en sus rodillas como espejo de otoño,
resonando demasiado. /Alrededor de él
un búho extiende revelaciones correspondidas
cuando Julieta evoca sus palabras:
no te amo, comprende, no te amo.
¡Si tan sólo las maldiciones de los búhos fuesen mentira
como la mentira del amor de los balcones!
¡Si tan sólo brillasen aureolas para salvar esta historia
como salvan a los santos paranoicos!
¡Si tan sólo el amor existiera en los bares
como existe en los manicomios!
5
Persiste el enigma de las coexistencias,
la sutil pregunta del amor desordenado:
se ausenta el limbo de los sueños.
Despierta un relámpago fijado en una apariencia
entre pistas inhóspitas y lo amorfo.
Se mojan los techos desgarrados: la luna pasa
al corazón de otra estancia. /Para Romeo, llueve y autollueve.
Sus párpados se adaptan al transcurso,
a la representación de un rastro y otro albor
se percibe por los callejones de las lágrimas siguientes.
Los gatos se dispersan entre falsos monstruos y Dios
existe menos.
6
Las alucinaciones toman la figura de un hombre
en trajines que corresponden a extravíos,
y en respuesta a la oscuridad, Romeo vuelve
al silencio de la historia o al monólogo interior más bello
o al verdadero idealismo.
El semáforo cambia para nadie. Y en él se suceden
todos los posibles pasos que no andan satisfechos.
Después de esta noche, se aguarda el cielo si es que alguien
lo recuerda entre la nada: lo común /en lo extraordinario.
7
Romeo y Julieta podrían amarse si existieran más
bajo las condiciones del mundo, bajo el significado
de su propia exclusión.
8
Aún confundido,
busca la Luna de otro tiempo y articular en otro tiempo poemas
en la boca y el espacio, pues retornan castos.
La vereda resbala como el rocío en aquella hoja que cayó.
Romeo ha vuelto a un bar, otra vez hostilizado por sí mismo,
para despertar de nuevo a sus múltiples maneras de olvidarla:
historia cercenada por la madrugada esculpida para el llanto.
Historia descrita por los grillos e indigentes:
narradores fieles de la ciudad perdida
en las riberas de las vías nocturnas.
Él pierde lo estricto de una dulzura que falla,
pierde la contemplación de Julieta cuando transcurre el tiempo
y no hay salidas transparentes
excepto el vino blanco de las lejanías sin ella.
9
Ni con la paciencia sutil de una garúa ni con la impaciencia,
Romeo consigue inspirar su ser,
mientras el vino ausenta la razón de estar vivo.
Las caravanas multiformes se agitan
sobre las limitaciones de sus piernas.
La música regresa el aire esclavo de estas paredes sin infancia
como descubrir que no hubo vida, más que la de otros.
En el canto se deshace el aliento de los ebrios
y puede Romeo devolverse el contenido,
conversar con su otro yo,
con el ser del augurio soberano o de las mitologías.
10
Entre cantos mañaneros que disuelven los sentidos
cabe ese especial origen de otro día,
mientras él intenta estrujar la copa sin romperla dos veces;
la copa coronada con el último sorbo, excepto
la última alucinación,
en esta contorción por la mañana sobre la cual se vence
porque los espejos en los muros son definitivos
y no hay golfas.
La estridencia, el desplomo de la madrugada, lo nebuloso,
confunden que frente a la mesa casi vacía
está Julieta, hermosa, no debilitada,
articulando: ya vamos, ya vamos
con una actitud de amor que Romeo suele extrañar
cuando amanece.
PARTE II:
CANTATA DE VIDA
Astillas/
un poema perfecto me definió en el universo
la jactancia hacía tejer a mi boca
el aliento divino
luego tuve un hijo y fui más alto
que la misma exigencia de refinamiento
esculpí una originalidad de vida
y leí hasta caer enfermo de sadismo
el poema perfecto se volvió más invencible
creí ser un poeta genial con mi vástago a la espalda
entre dos alas e impulsos incendiarios
mas me falló la premonición de ser absoluto
mi hijo, de poema, no sólo tuvo el esperma derramado
(como lo había supuesto en pulcros razonamientos)
sino que contradecía el sadismo
con cada ruptura de la holganza
ahora duermo menos por la tarde
casi nada
sólo por mencionar un número de segundos rezagados
y venzo al sol en la salida
entonces en un cochecito azul lo reconduzco a su origen
que es la estirpe
(en cambio mi origen es difuso:
sin padre literario que suplante el abismo
sin la pluma de la frialdad
que se arrebata al ave con recuerdos)
y mi heredero a pesar de su estrato
de poema pertinente, sólo balbucea
en su reducto ya casi entiende que para mí
la perfección tan sólo se manifiesta
editándole hermanitos en silencio
/Definición/
tengo una ocupación de vida
como cualquier ser que resiste
un trabajo a tiempo completo
que resulta
un poema a fin de mes
un libro cada dos años
todo lo demás es para afuera
dar por perdido un sueño
dar por hecho un poema
¿dónde más está la vida?
/Manufactura/
yo era algo que mentía
transportaba mi única vela en el candelabro
hasta el lugar vacío
donde la realidad me desafiaba
ahí la luz me tocaba y prefería
escribía para que mi hambre cese,
para ser de un tiempo ilimitado
yo era algo que mentía
y la verdad no me ofrecía ningún narcótico
esa falencia postergaba mi verdadera sombra
bajo la vela
y la pluma no alcanzaba la malicia de reconocerme
a pesar de ser yo su mejor sueño
acostumbré mi mano a lo que afirmaba el puño:
a exigir la consistencia
y reprimir la dinamita
/Conjunto de todo lo deshecho/
Las cosas. En su sitio las cosas,
en la esperanza de observarse
sin diferencias, simplemente
construyendo el mundo,
guardándome un lugar
en el reparto de instrumentos para matar
o para vivir de nuevo.
Las cosas son lo que me ubican
en el sitio de la movilidad, en mi lugar mental
(especialmente), en el prontuario de un amor
por las no cosas
que son las que más encuentro alrededor
cuando leo un rigor indefinido,
y cuando no lo hago, se desangran
al recibirme inmaculado, como en el fin del mundo
sin cosas, sin ilusión de cálculo,
de egoísmo. Las cosas topándose al aire,
entre ellas frotándose en la esencia de desaparecer.
Las cosas. Luchan en la cima,
en la sima, cada vez menos ellas, cada vez más
independientes de la duda en el tiempo
del que sueña, una vez más, una vez menos,
recurriendo al Ser.
/Afinidad/
tengo por coincidencia
con el Club de los 27
27 años
no el dinero / no la fama
no el talento suficiente
para pegarme un tiro
en la nuca / en el alma
tengo a duras penas libros viejos
que hacen las veces de guitarras
y una pistola de juguete
invitándome al suicidio
/Destitución/
no se ha nacido en el peor de los mundos
sino en la mejor de las tumbas
saqueada por apóstoles rendidos
entregados con honor a su evangelio,
por madres infelices que gritan en redadas
(una de ellas diciendo mi epitafio)
por eso mantengo una distancia de honor
con círculos viciosos
antes
estaba seguro de ser el elegido
en el mejor de los mundos posibles,
volverme alcohólico leyendo a los underground
y leyendo biografías auxiliadas por fantasmas
y aburridas hasta la condenación
ahora me entristece
no tener identidad ni para navegar en vino
nadie más que yo saqueó las vestimentas
y entendí del mito y de la tumba y del paseo a caballo
por el mundo
resultó el desquicio de fraguar la muerte
y ahora ni siquiera sé enterrarme solo
dependo de unos cuantos ebrios alrededor de mí
hablando de ellos mismos,
explicándose por qué otros parten de su lado
y con ello yo siento
cada vez menos ruegos solemnes para mi retorno
cada vez menos vida
deshaciéndose en la boca
/El súper otro/
pensar en morir
es sellar mi contienda contra la sabiduría
los otros poseen otra asignación de verdad
creen que ostentan
su pensamiento de muerte equilibrado
he seguido sus pasiones
en los arrecifes donde caigo y revivo
y ya encomendaron sus cenizas,
hasta salvaron sus sueños de trasgresión
la próxima palabra no es de nadie
ellos se salvan inmolados y absurdos
entonces repongo las fuerzas
mirando la pronunciación del día
atravesado en nadie
yo sólo observo su talento de afirmar la nada
y los lugares comunes, los témpanos flotantes
sobre la tierra
lamentos de siempre
respuestas de nadie
nadie nadie nadie
el poema les despierta lo que les duele
hartos de esperar lo que ya tengo de sobra
desde esta plataforma de la insignificancia
donde fallar el poema
es adherirse a ellos
/Esencia/
todos los poetas son malditos
sean fatalistas/
rabinos/
venerables
todos están en el infierno de su propia estafa
memorizando el terror,
las partidas peores de su mejor libro,
la llegada de su peor lástima
y de su peor em-peor-amiento
abstemios
embriagados
o en el medio
todos son malditos sin descanso
fuera o dentro de recitales/ plazoletas
dentro o fuera de burdeles/ librerías
con la purificación y la discordia
del que no tiene remedio
lejos de las drogas finitas,
de las infinitas, de las infinitas-finitas,
y de los demás requisitos repudiables,
o están cerca de la muerte voluntaria y lenta
como un ismo conversado
tocando la bondad o la absurda catarsis
llevan mucho tiempo evitando la ira
como malditos elegidos
no se ayudan entre ellos,
porque el malditismo es vida desgastada
sin egoísmo pero con ego
sin liberalismo pero con lucro
sin política pero con pacto
y todos llegan a las vacilaciones de antaño
cuando los poetas no existían
y sólo eran / celestiales proyectos de lenguaje
/Entre arenas de Borges/
te ahogabas y me pedías
que desaire tu locura
¿qué locura?, te decía
la locura de ninguna locura
yo era el pez muerto de la arena
sin el clamor del perseguido
mi fin era mover el cuerpo
para deshabitar la muerte
tú no tenías salida
eras un sonido tenue
en la torre que construiste
desde las campanas del trance
desde las esferas del llano
tus gritos merecían manos fuertes:
yo te las daba
a pesar de ser de agua seca
yo te las daba oh náufraga de la orilla
me transmitías lo infrecuente
confundiendo el redoble de las horas
que se marchan
salvarte era sencillo mientras fracasabas
era la comunión de las almas en una línea
y lo que no se ve en la muerte
derretías el paisaje del frío
descalzando tu pisada
como cuando estábamos solos,
desfigurados y atentos al espejo
y te perseguía
pegado al corazón de un lugar
que no era una ola
ni una respuesta muerta
/Itinerario/
tomo una ruta
la calle a veces no
las veredas sin tiempo en general
las esquinas sin voltear a verme
aterrizo donde los zánganos
son de arcilla mojada
se moldean aún con mis ojos
y también han huido
de la calle a veces no
de la indiferencia comúnmente
de la voluntad
que es la mejor ruta
o la peor libertad
bajo un poste sin luz
bajo una luz
que no tiene a quién cegar:
la obediencia sin luz es redimible
/Gnoseología/
al amanecer yo despierto
por el sol atravesado en la rendija dispuesta
qué hace el sol atravesado
si las cortinas cubren los pánicos?
la filosofía no me explica nada
la ciencia calla como nadie
el sol también despierta a los indiferentes
y sólo eso le deben
ellos prefieren aceptar los movimientos
a estar perennes en el dolor de despertar
creen que el conocimiento les explica
más que los ojos:
las únicas fuentes de desprecio verdadero
/Contrapeso/
mi gran sueño de libertad lo encontré
en un intacto burdel de aquellos mundos
no he querido mentirle a mi mujer
sobre el rumbo obsceno de los sueños
yo ejercía la libertad discutiendo de moral
mientras su convencimiento
le estrujaba la perversión:
ella sólo adquiría una posición en medio del silencio
sin condescendencia de parte
ahí yo perecía
con la vergüenza final de los prudentes
su gran sueño de libertad
consistía en protegerse
la querella con su fragilidad la capacitaba
/Sumisión/
soy el pastor de este lado del prado
cuya leyenda intimida;
la crearon cuando me quedé sin rebaño
en vísperas de una realidad mejor
debajo de las piedras se reservan poemas
y nada tiene diferente memoria
el otro lado infesto está de pastores inciertos:
desperdician los resguardos que les dio la vida
por el camino llevan a sus hijos en el hombro,
a sus mujeres en un saco innombrable,
a sus perros delante de ellos;
y aunque no muerden,
ladran en el idioma de la luz y van delante
soy el pastor de este lado del prado
sin perros, con una mujer y un hijo
levantando las piedras
PARTE III:
RECURRENCIAS
α
He sentido el peligro de la esfera cuyo camino vuelve a iniciar. Ahí los peldaños y las espinas se intercalan en un cerco intangible, donde opuestos hacen la resistencia. Por dentro,
el andar del pensamiento es otro. El juego de la esfera es irrefutable en cada levantamiento de poder, y es despiadado. Por eso avanzan las piezas de un tablero milenario, o de un círculo de naipes, hacia el mismo azar;
sin saber que es idioma mutilado, cuerpo opaco ante la condenación como un frente de combate. Al advertir los desafíos suministro a los infiernos el sudor de los desentendidos. Los dados deciden el hambre bajo la luna para reconstruir un lugar donde la altura es de materia viva, frente a otro cuyo témpano ha matado la promesa. La lluvia que rompe el cielo no humedece el lado encrudecido,
debería lavarme los ojos para reponer las tierras que veo. La anulación del primer paso podría cambiar la vida, no sin antes descifrar el porqué de la esfera y el componente que hace al camino bipartido. Aquella noche aproveché para desterrar mi espíritu, aproveché para dudar de las dos riberas enfrentadas,
de la llovizna que no merecía mojar la cruda realidad, ni el asfalto como una serpiente tendida, ni los tejados de barro en hilera perfecta, ni los edificios modernos que ni siquiera importan para el hambre de la esfera. Después llegó la noche de la conquista. Los soldados vencidos abandonaron el rifle silencioso,
sobre las trincheras se alzaron los cánticos del fulgor y la negación de la cobardía. He ahí el amanecer del rostro.
β
Las perlas de tu cuello, en otro tiempo doradas, van al mío sin cambiar de fatalidad, sin suplir el óxido del pecho. A orilla de la cama, la muerte me pone de rodillas, y tu piedad, aún más abajo. La insistencia de tu amparo me pervierte: la escena tiene el matiz del cinismo, cuya cavilación es tomarme el pulso, oírme respirar,
en consecuencia mis ojos se cierran. Ya sin plenitud mi vida se atraganta con tu oxígeno. Mi conciencia va y viene con los riesgos de llanto, peor aún con tu insistencia de amarme directamente, asegurando mi odio. Has como las bestias compasivas:
nunca ataques al vencido. Pero me dices que el ataque es mi recuerdo. Entonces dejaré pasar el humo que oscurece el firmamento, las ramas cortadas de mis brazos vueltas fuego, que alguna vez golpearon el imponente sexo. Ahí no estropeabas el día, pues el tiempo de quedarte se sincronizaba con la duración del fuego. No prolongues el ardor del lecho,
pues aparte de migajas miro espectros en el tejado desmoronándose: tu cuerpo también es aplastante, deliberadamente una gravedad de carne, un fulgor que no pretende reponer la fuerza. Mejor excúsate proponiéndote un abismo, donde me abrazarás mordiéndote las uñas. Yo sólo estiro la mano hacia el opuesto de tu mano. Lentas fases va siguiendo el alma
en el desmayo que devuelve el viento. Así procedes de una sustancia que no quiere irse, un compuesto de la noche de perfidia. Tu empecinamiento se ha posado como un pájaro nocturno. Al otro lado del nido, mi muerte se lava el rostro con el sudor que te sobra. ¿Qué más puedo disipar, exterminado y huérfano?
γ
El perro es el dueño de sí mismo sin saber ladrar para sí mismo
en la armonía de la noche. Aquí yace el perro en el universo compacto. Ladra al huésped de la calle sobre el cual la perversión se asienta, discrimina la existencia del gato por la vanidad en sus ojos que se anclan, guarda una breve atención de músicas foráneas, por las que lloran los hombres.
El ladrido de fondo tenía la salida en otras voces: las modernas sensibilidades traen otro universo en un sueño de agua. Y al secarse deja un momento en el amor que no regresa. La muerte teñía de vértigo a las hembras del poema:
viejas sensibilidades de otra máscara libertadora. Las modernas sensibilidades comulgan con las cartas lúdicas del antro, y el perro las conquista. La sensibilidad es un moderno ladrido expuesto a la intemperie en redadas infragantes, es el epílogo de la fidelidad,
el gusto infiel de las costumbres. Época del perro en la naturaleza insensible por la cual se tiembla. Nadie olfatea los bosques encontrando formas de nube rota: el perro percibe la lluvia venida del mundo negro,
apenas moja las conquistas preferidas de la tierra. Las sensibilidades antiguas van en los tránsitos de los vuelos del cachorro, redadas de corral consumidas por el fuego, con un poema para el fuego de los versos,
viejas correrías de purgatorio y espuma terrestre, por ello en el otro lado, el mar es un zumo adherido al estorbo que se bebe: el perro y el agua se perennizan. Ellos son transparencias de un solo cosmos. Ellos van delante de las formas, y van saturando lo que ya se mencionó en la humanidad entera. El perro ladra y el agua moja su propio nombre.
δ
Hablo desde una nube negra para desunirme del suelo prudente. Creo en la eternidad, por consiguiente, en Dios. Entonces puedo caber aquí. Aquí, fuera del ruido. Pues Él anda generalmente callado. No sé en qué silencio nos transmite el grito;
nuestra sordera indolente se asienta, y creer en Dios quizá es sólo estar convencido que trasciende. Estamos destinados a ir a Él aunque nunca lo hayamos escuchado en nuestra superficie, y por esa fragilidad, Dios no es un ser, es un lugar. El lugar donde van a parar los sordos que creyeron, los ciegos que vieron. El silencio es parte de su palabra,
el resto se distribuye en naturalezas mentales, donde la sordera apenas se diferencia. Decir eso es pecado mortal excomulgable, callar eso es peor, es ofrecerle a los seres esperanzas añejas,
es contradecir la vida donde las extrañas lenguas cortan el sentido. La única escapatoria sería perseguir el átomo que me enciende. Desde ahí saber que el origen es paciente con las ideas, reducir el comienzo al fin, y tener conciencia de que hay presente, porque hay palabras hondas y lugar de muerte;
por eso Dios no está aquí. Él dejó una flor en mi tiempo. Ese fue su obsequio cuando quiso desaparecer de estos purgatorios. Arrastró su mano en el jardín prohibido, y fue en esa flor donde hizo el aroma de la tierra. Creí en Él antes de contraer la fiebre, como en la libertad de cada circunstancia, pero ahí se dice que hablar de Dios es imprudencia porque las palabras son finitas en la boca turgente.
Dios ya no pretende que lo quieran por sus bendiciones, sino que lo juzguen por lo que ha dejado a la naturaleza. La flor es un ejemplo de perdición no comprobada, he ahí su perfecta culpa.
ε
A la casa, el planeta
Los paisajes continentales agitan su luz entre los reinos.
Todavía queda raíz prendida al suelo virgen
y una larva en esa sombra.
Se desliza el búho trovador de luna
y fabulador de la corteza.
Se impone el árbol bebedor de savia
y un río aislador de muertes.
Es frecuente la porción de limpio aire
como los aullidos más distantes.
Se abre el canto redentor de tímpanos
y fauces en lugar de llanos.
Retorna el grillo traedor de lluvia
como silvestre sortilegio.
Se alzan troncos en lugar de piedras
en riberas socavadas.
Y en la víspera, ¿habrán de consumarse?
He ahí un punto.
En ese punto volarán las aves, cantarán su gloria.
En ese punto ofrendarán su coito,
llegarán a cientos:
Basta un huevecillo para la reconquista del reino,
una rama verde para un nido blanco
cual semilla verdadera.
¡Y en la semilla se incrustarán los puntos,
se multiplicarán en gracia!
El hombre aprenderá del cielo cuando cae un cosmos:
intentará elevarse y entenderá el pasado.
¡Basta voluntad para erigir un punto!
MENCIÓN HONROSA: IIi:
Poemario “Los últimos días de Caín”
AUTOR: José Antonio Abad Ascurra
LUGAR: Lambayeque-Perú.
Yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.
Leopoldo María Panero
I
EL DESTERRADO
Errante y fugitivo llegarás a ser en la tierra.
GEN 4: 12
1
Sol cuyo abrazo perennizaba el pensamiento en la arena.
Verano infernal y remoto de mi niñez de ciego.
Sed.
Intensidad de un amanecer que se perdía entre los cerros.
Nubes que dibujaban espadas en el cielo raído.
Manos inicuas que atesoraban el vientre
donde iba creciendo el monstruo.
Ocaso donde dejé caer mi escudo. Luna
que apenas palidecía el horizonte.
Ah, la dura bondad del desierto y sus criaturas
me permitieron seguir huyendo.
Sabía que era temporal esta victoria,
porque el monstruo en el vientre de la bestia crecía,
y desde ahí, implacable, me miraba.
2
Tu inocencia es como un cuchillo
delante de mi rostro…
Antonio Gamoneda
Hemos dejado atrás la última playa.
Tu nombre en la arena
es la única señal de mi presencia.
Olvida desde hoy tu vocación a lo perenne.
Mañana es el día de batir las alas
y abandonar lo celeste.
Solo mi ruinosa ciudad persistirá.
El calendario atado al árbol
donde danzabas en las noches
como una luna ebria, también persistirá.
Pero estas torres de ceniza, pero estos patios
de yeso que fuimos agotando perversamente,
no sobrevivirán a tanto ruido ya callado
que será nuestra voz.
3
Me miraste desde la pendiente mientras las olas rugían.
Vamos a recorrer la playa, gritaste desde tu reino.
De la mano fuimos atravesando puertos
y esqueletos de peces.
Nada podía perturbar ese crepúsculo en tus ojos.
Los cangrejos se escondían bajo nuestros pies.
Tú reías en todo momento
y yo miraba el sol sin esperanza.
Manos asidas como una tierra llena de raíces.
Nos sentamos a mirar el sol que se perdía
en el horizonte.
Qué hora es, preguntaste.
Desde no sé qué lejano lugar ya no pude responderte.
4
¿Quién canta, de pie, sobre
los restos del naufragio?
De tu boca inabarcable emerjo
y callo
expulsado por tu odio a esta tierra sin fe.
A este siniestro espacio blanco y sin pestañas
que nos rasguen el rostro,
sin promesas a un nuevo día,
sin alimento que a la deriva flote en nuestros estómagos,
sin la alegría de ver a ese sol, que implacable,
devora la redención de nuestros vicios.
5
Obsequias a la noche tu estrella.
Dejas regado en el camino
polen que brilla bajo tus pies.
Caminas con la delicadeza de la brisa.
Huyes a refugiarte entre los árboles
y eres,
de pronto pájaro o mariposa
ciega.
6
A Manuel Elera González
Sobre un muro de piedras
mi cuerpo fue expuesto a las aves de rapiña.
Mis ojos, aún abiertos,
veían en las nubes extravagantes formas de piedad.
Pero no en las miradas de los hombres que escupían sobre mí,
ni en el corazón de las mujeres que maldecían mi existencia.
Mucho tiempo pasé en la intemperie
sin que mi cuerpo se corrompa.
En noches de luna la gente hacía fiestas paganas
y bebían hasta quedar dormidos
bajo ese cielo que me ignoraba.
Ningún perro se acercó a devorar mis entrañas.
Ningún niño me alcanzó agua cuando la sed crecía
hasta ahogarme. Maldije la profecía
que ahora se cumplía implacable.
Poco después, cuando sobre mí erigieron una estatua,
en el rojo resplandor del horizonte impío
vi crecer una bandera.
Aún tuve fuerza para ver la sangre de los sacrílegos.
Oh, demonios, oh ángeles perversos.
Su justicia divina había tardado,
pero al fin llegaba a redimirme.
7
Aúllo.
Aúllo y la noche me persigue, cada vez más cerca,
más aprisa. Pies ligeros como alas.
Pies afilados que vienen decapitando estatuas.
Y la luna,
la traicionera luna se prostituye ante mis ojos,
y con su dedo virginal e impúdico, me señala.
8
Esa vida de la que hablan en el infierno,
entre sí los muertos, los alucinados, los absurdos,
los orgullosos sonámbulos disputando con sangre
una certeza alucinante.
Leopoldo María Panero
Fantasma, tú que conoces el silencio de la sombra y también su música mortuoria, ven a decirme si mi canto puede batir las alas de sus cuerpos inertes. Ven a contarme sus largas pesadillas y sus deseos frustrados por la luz. Háblales de mí a los desposeídos porque he llegado a redimirlos de la infamia. Tú, que has escuchado, indolente, el llanto sideral de sus vástagos. Tú, que has permanecido de pie ante el viejo escarnio del poder, condúceme a través de ese largo pasadizo que me lleva a tu reino, para que yo pueda vivir en carne propia ese dolor, que solo a ti, fantasma, te pertenece.
9
A César Boyd
Miro en el espejo mi rostro envejecido por la lengua áspera del tiempo. Mis ojos gastados, mis pupilas opacas donde danza la sombra. Miro mi frente surcada de recuerdos inclementes, mi cabello encanecido, mi cuerpo inútil y arrugado, mis costillas sedientas de tierra y de cemento. Miro mis manos torpes, mis uñas carcomidas, roídas hasta sangrar en noches blancas. Miro mis piernas que apenas me sostienen, y mi ombligo exangüe donde habita la lujuria.
Miro estas paredes donde envejecen arañas que tejen las memorias de los muertos que no vuelven. Miro con pavor, con ternura, a este hombre que no sabe que mira con ternura, sus últimos días de Caín, su último vuelo de insecto, de pequeño mortal inmortalizado por el hallazgo fatal de vivir, por la burla de Dios que me mira con desprecio, y que no sabe que también lo odio y lo desprecio con la compasión del hombre que se va, mientras el Dios, el siempre Dios, se queda solo en esta tierra de muertos.
10
Profecía
Oh Babilonia,
cuando el último viento te derrumbe
y pisoteen tus escombros las aves rapaces,
entenderás la profecía.
Pero tarde será para lamentaciones y gemidos.
Tus murallas que ayer
desafiaban la codicia de los dioses
ahora solo sirven para humillarte.
Habrás perecido como un reino más
tragando polvo.
11
Afuera no ha cesado la lluvia.
El arca se agita a la deriva
mientras Noé pasa el tiempo contemplando
el apareo de las bestias.
Han pasado más de cuarenta días
y Noé se siente defraudado.
Hubiera sido sensato no escuchar
a ese demente fluvial que se ha dormido
mientras afuera no ha cesado la lluvia.
12
La oscuridad ha crecido hasta ser parte de mi cuerpo
y en mi caparazón han nacido musgos.
Mi alimento es el recuerdo.
Pero este alimento cotidiano ha convertido
mis entrañas en peces muertos.
Todo cuanto tocaron mis manos fue un inútil tintero
para un poema jamás escrito.
Anhelé desesperadamente toda forma de muerte,
pero el ángel de rostro blanco despreciaba mi fuga.
Habitando ciudades sombrías,
he buscado un puerto donde dejar caer mis alas torpes.
No he logrado pactar ninguna tregua.
No he logrado saciar a los demonios
que me consumen diariamente.
Ah, si tan solo la determinación de abrir la puerta bastara.
13
Escucha Abel la voz de este muerto.
Escucha el sonido de los truenos en esta región
que habito y que me obliga a ocultarme
día y noche de tu semblante pálido de ángel.
Escucha mi silencio gritándote en las venas,
en tu pecho ensangrentado donde crece
la flor de la amargura;
donde nace, ciego, el odio a tu hermano que soy,
al que te amaba y odiaba secretamente
como el fuego que ahora te consume.
Porque ya no estás en la mano de Dios,
en el halo protector de su poder absurdo.
Ahora yo me escondo de ti
temeroso de tus ojos de furia.
Como un cordero sobre la piedra sagrada
del sacrificio esperé para que tú, con mi sangre
simpatizaras al Dios carnívoro,
al Dios-murciélago,
al Dios que junto a ti
de mi condición de paria se burlaban.
14
Quien duda existe. Solo morir es ciencia.
Vicente Aleixandre
La decrepitud no es invención del tiempo
y de los años.
Sabia es la oscuridad que nos protege el borde
más infeliz y débil de la cara.
El fuego existe.
Dulce su boca que efímera nos besa.
Eterno el recuerdo de quien implora y calla.
Pero el fuego acecha y delimita
la torva faz del que ya muerto vive
en la memoria oculto.
Y tú que no sospechas
la frialdad de su mirada te resistes,
mientras la estela deja tu nombre en el camino hueco,
y el ataúd sonríe a ese cuerpo
que resignado llora.
II
REVELACIONES
1
No inventes otro vuelo.
Estás destinado a arrastrarte en el polvo
y envidiar
las alas de las moscas.
2
Nos espera otra caverna detrás de los párpados.
Despertar es descubrir que no había luz.
3
La incertidumbre fue un largo simulacro
para seguir buscando,
para continuar hurgándonos los ojos
y los sueños.
Nos manipularon burdamente cada instante.
Nunca salimos de la oscuridad del primer reino.
4
Siempre estará la noche, mujer,
para mirarte cara a cara…
Gonzalo Rojas
Tu fuga era un constante ardid
para eludirme.
Escapaste de mí, pero no
de tu dedo acusador que te persigue.
5
En la penumbra nos amamos.
Desde ahí salimos a la luz a destruirnos.
6
Nuestro el amanecer.
Nuestro
el mar que silenciosamente se repliega.
Ajena la luz del sol que nos devora y nos escupe.
7
A ALEJANDRA
Cuando este mundo me precipite a la locura,
cuando los demonios hayan consumido mis entrañas
completamente,
cuando este sol tan pequeñito que poseo, se apague;
me sobrevivirás para vengarme de tanto infortunio
que ha sido vivir.
8
El desamparado canta sobre las tumbas.
El desamparado bebe hasta el amanecer
por la salud de los muertos.
Guarda su escudo hasta el siguiente otoño,
sacude sus negras alas polvorientas.
Se prepara a volar.
9
Tú no dormías.
Tú nunca dormías.
Solo tu libertad encarcelada en tu sueño
soñaba ser libre.
10
Sálvame del milagro de caer.
Cierra tus ojos para no ver ese abismo que me llama.
11
Tú luchas sin detener el arco de esta magra esperanza.
Tú sabes derrotar la invencible astucia de la muerte.
Tú sabes vivir sin temor a esta ventana abierta
de mis ojos.
12
Tú eras la mejor lluvia.
Hasta que un día te dejé por la sequía.
13
Todos los días puedo sentir tu ilusa presencia.
Todos los días puedo negarme a mí mismo
que te has ido.
Sin embargo, hay noches que aúllo
bajo las tinieblas de la luna
para que un día cualquiera
por fin desaparezcas.
14
Atrapando pájaros y hojas
con tus manos de viento,
logras sobrevivirme.
Ocultarme de tu piel
que cada día me reclama menos.
Ya no soy el que ayer te quería.
Ahora te reclaman
mi sombra
y mis zapatos.
15
Ceremonia
Amaneces.
En tu sonrisa encierra el sol
la música del mar.
Contigo despiertan
los árboles
y el sueño.
Hasta tu pecho llega el día
a poblarse de otras noches.
Apagas la luz con tu ausencia,
y de mis ojos
sólo recoges sombras
o cortados caminos
por la boca del tiempo.
Una frágil simetría secreta
se desarrolla en tu cuerpo.
Crece,
se multiplica el pan
entre tus senos.
"Entré a la literatura como un rayo; saldré de ella como un trueno"- Maupassant
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