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jueves, 30 de junio de 2011

PALABRAS PREVIAS AL LIBRO LOS SUEÑOS DEL PADRE GUATEMALA, DE BERNARDO TINEO TINEO

PALABRAS PREVIAS AL LIBRO LOS SUEÑOS DEL PADRE GUATEMALA, DE BERNARDO TINEO TINEO


Las versiones recogidas de la tradición oral, ya sea de relatos de sucesos trascendentales, de la explicación mítica de los caprichos de la naturaleza o de simples anécdotas, mantienen su sabor original cuando la sintaxis y los giros propios de cada comunidad no han sufrido adecuación a lo aceptado como uso estándar de una lengua. Indirectamente, el nivel ideológico que entraña el relato, está relacionado con ello.



Bernardo Tineo Tineo, con este acopio de estampas regionalistas que conforman su relanzamiento de Los sueños del Padre Guatemala (2011), nos invita a indagar mediante el lenguaje hacia situaciones históricas donde los intereses de clase, la difusión ideológica y la discriminación étnica, por ejemplo, subyacen a la espera de la comprensión y el comentario. El título del libro corresponde a una de las estampas que nos remonta a los inicios del culto a la cruz de Chalpón.



La primera estampa, El Pumpurre, con un despliegue de animismo que lo emparenta con los relatos primigenios de las culturas prehispánicas además del carácter explicativo del mito, las onomatopeyas que acusan oralidad, las personificaciones mediante las cuales los nativos dotan de su propio carácter a sus dioses; permiten, también, entrever un rasgo colonialista de inspiración esclavista por aquello del castigo para aquel que rehúsa al trabajo. ¿Se pretendió inculcar, tal vez, mediante el relato breve la sumisión a la tarea impuesta por más inhumana que fuera? Al fin y al cabo, el único beneficiado con la fuerza de trabajo era el poseedor. A más trabajo más producción y a más producción mayor riqueza para el que no trabaja. Al final, las deidades primigenias, en este caso el Apu, son reducidas al calificativo de ociosas. Calificativo que se desliza suavemente, también, hacia su adorador. ¿Se remonta el substratum del relato, acaso, a las épocas de evangelización y extirpación de idolatrías?



En A Juliana, subyace el motivo de la aceptación hacia la desposesión. Aparecen deidades cristianas —no debe extrañarnos que con un rango superior al de las deidades nativas— quienes castigan por la no sumisión ante el blanco representado en la imagen de la emblanquecida Virgen María. Difícil no evocar Las metamorfosis de Ovidio y las visitas de Minerva hacia Aracne, a quien finalmente castigó convirtiéndola en el primer arácnido. El castigo para quien ya no sólo es ocioso, sino que ahora es también avaro, será mucho más severo, pues en una gradación descendente desde hombre, animal, planta hasta piedra… se elegirá el extremo inferior. El degradar al hombre hacia lo mineral lo encontramos también en la Biblia, como lo ocurrido con la mujer de Lot. La intención del relato parece orientarse a inculcar la supremacía del blanco ante el indio, esto por el grado de fuerza de sus deidades tutelares. Al final, en una reflexión con respecto de lo histórico, cabe interrogarnos si el encontronazo sufrido por los antiguos americanos con el invasor occidental se debió a un castigo de Dios debido a su desacuerdo con la inopia y egoísmo que caracterizaban al indio. No olvidemos que la sodomía y el bestialismo figuraban también en la lista de acusaciones infligidas en su contra y que los españoles no escatimaron en esgrimirlas como justificación para sus reprobables acciones. Sin embargo, según pretenden relatos de esta índole, habría que aceptar el castigo por no tratarse de un juicio humano, sino Divino. En el plano expresivo, encandilan símiles como el de las dunas de arena que “…en noches de luna clara parecían vellones de ovejas.”. La agilidad del relato ha sido confiada a la acción verbal: “…cerró la puerta, entró a su cuarto y le conversó a su esposa…”.



En El cerro campana se recrea la explicación acientífica de sucesos extraordinarios como el eclipse atribuyéndolo a las emociones exaltadas del Sol y de la Luna, al tiempo que permite ver a esta formación orogénica como el emblema ancestral de un pacto de paz celebrado entre el habitante de la costa y el habitante de la región andina enfatizando en el respeto que dicho pacto se merece. La campana que al final encierra los males evoca a la caja de Pandora y, por analogía, se arriba a la interpretación de la imprudencia del hombre como causante de sus caídas lo cual constituye la advertencia moral del relato.



En El Muerto, se entabla un paralelo entre Alko y Wilko. El primero es bueno, justo… El segundo es cruel, opresor… El primero disfruta de felicidad, vive en un paraíso; el segundo, debido a un castigo del Sol, padece carencia de alimento y pierde a sus hijos. El equilibrio de Alko sirve para resaltar, por oposición, el mal gobierno de Wilko. El relato se centra exclusivamente en los excesos que conducen a este personaje a su triste fin, principalmente en su soberbia que lo asemeja a Luzbel. Pensamos que el relato recoge las memorias de una antigua rebelión, de la reacción de un pueblo oprimido en contra de un sátrapa quien al final “se hinchó y quedó transformado en un cerro”.



En La Mina, prevalece el motivo romántico del amor y de la eternidad. Las paredes exteriores del palacio adornadas con finas láminas de oro evocan las doradas murallas de Troya. El dato acerca del grupo de invasores venidos desde el Amazonas y comandados por Arawac se relaciona con la teoría de Julio C. Tello la cual sostiene que el grupo humano que inició la creación cultural en el mundo andino fue la etnia Arawac de la selva, precisamente. Los amores secretos de las princesas nos remontan hasta el Minotauro en la inmemorial Creta o al propio Ollantay. Atolok parece haber enviado a su ineludible yerno a las primeras filas del combate en donde, efectivamente, pereció tal como David lo hiciera con su rival Uriel.



A manera de fichas informativas encontramos textos como Olmos, Pavilla aliblanca y documentales como Los pipochinos y Las siete familias. La cobertura informativa de los relatos se irá centrando, poco a poco, en asuntos que atañen a la fe católica como El Señor de la Esperanza y en una cruzada moderna con La cruz del Puente y El triunfo de la cruz.



A estas alturas, surge una interrogante: La literatura, ¿es una simple difusora de convicciones religiosas? Y la educación, ¿tiene por función el adoctrinamiento?



Notemos, sin embargo, que los atributos de estos relatos amenos radican en su función de promover fácilmente, por su extensión y agilidad, la interpretación y comentario en ámbitos educativos lo cual es, honestamente, encomiable. Éste es un gran mérito para el autor. Los niveles de pertinencia desde los cuales sean abordados los textos, en último caso, están en función al nivel cultural y posición ideológica del lector.



Mi saludo maestro Bernardo Tineo Tineo por esta entrega y mi agradecimiento por la decisión de reeditar y, de esta manera, compartirnos estas joyas de nuestra cultura que, sin duda, proporcionan material invaluable para la indagación y la discusión académicas.


Gilbert Delgado Fernández

Maestros Constructores de Textos

(MACOTEX)



"Entré a la literatura como un rayo; saldré de ella como un trueno"- Maupassant

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