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jueves, 29 de julio de 2010

CAMINOS: PECADO, PENITENCIA Y REDENCIÓN EN LA TRAVESÍA DE SIETE PECADOS CAPITALES DE LA EDUCACIÓN ACTUAL. ÉTICA FICCIÓN. DE GILBERT DELGADO.

CAMINOS: PECADO, PENITENCIA Y REDENCIÓN EN LA TRAVESÍA DE SIETE PECADOS CAPITALES DE LA EDUCACIÓN ACTUAL. ÉTICA FICCIÓN. DE GILBERT DELGADO.



“Yo no tuve la suerte de ir a la universidad,

sino mis ideas hubieran sido contaminadas”.

José Carlos Mariátegui.

Por Antonio Castro Cruz

El lector me permitirá referirme al libro El gesto de la Monalisa. Retablo de actitudes (2 009), la primera aventura, como una prolepsis literaria que desde su aparición generó una polémica entre la moral y la literatura, entre lo puro como naturaleza del arte y la autoayuda; debate éste al cual el autor en vez de cerrar; presenta nuevamente.

Con esta segunda entrega, el autor madura una proyección de su obra literaria en que concilia búho y alondra, el Aut docere y el Aut delectare; para ello estructura forma y contenido en la más variada gama artística en pos de aquel camino que se hace más complejo cuando más se transita: la literatura.
En la facultad que se me otorga de comentar este libro, me asombro con su engranaje, con su temática y su sentido multidisciplinar; es decir, me acuerdo de lo siguiente: “El lenguaje es un jinete heteróclito y multidisciplinar”. Así es este libro. Sin embargo, valiéndome de la metodología interdisciplinaria, comentaré algunos vectores expresivos y temáticos.
En su forma, el libro combina el relato— a partir de la lectura no opinaré sobre cuentos, sino sobre relatos a los cuales el autor prefiere por su libertad estructural— con los microrrelatos y poemas.

En su contenido, el libro reúne la reflexión a partir de distintas aristas: el humor, el amor, la crítica, la educación; en fin, la vida misma; la aventura del profesor Gilbert Delgado continúa con esta entrega la cual sigue el siguiente sendero:



1. Microrrelatros y reflexiones por una penitencia de vida.



Se reúnen aquí títulos como: Dar y quitar, que encarna el sentido y la reflexión nietzcheana que enjuicia la supuesta generosidad de dar algo que beneficia a otros cuando, mirándolo desde la perspectiva que propone el autor, vemos que no, necesariamente, es así.



“Que no le baste al misericordioso con ofrecer limosna,

lo ideal sería quitar la necesidad”,



“No es posible que seamos lo penosamente pobres

para limitarnos a dar cuando deberíamos, más bien, quitar”.



Con respecto de Arte poética, maravilloso ejemplo de cómo la orientación del sentido artístico puede formarse o deformarse. Dos sujetos (figuras alumna - profesor): el primero, ávido de sentir el arte en su máxima expresión; el segundo, un oponente total y falso destinador de preceptivas literarias, y el cierre discursivo del enclaustramiento artístico: “Finalmente, la chica terminó escribiendo disparates”. En Vana pretensión, que se abre con un epígrafe bíblico, el autor utiliza una vez más los paralelos y mediante comparaciones sostiene que el hombre automatizado necesita reorientar su actitud ante el mundo tomando como lección el sentido elemental de la vida que ofrecen los animales.



2. Una especie distinta: la poesía.



En esta faceta, el autor presenta un credo poético muy original; se sirve a nivel estructural de paralelos y simetrías, sus palabras son sencillas y su nivel semántico es inagotable. Con respecto de Dialéctica, una máxima pedagógica, se presentan actitudes complementarias (pensamiento, propuesta y acción) que apuntan a la integridad del hombre moral, la supresión de una de ellas determinan la inferioridad e ineficacia del sujeto.

En cuanto a El juego Final, el autor nos proyecta mediante un ejemplo cotidiano, el juego de la guerra, un sentido profundo: El Jinete apocalíptico de la guerra para el mundo. La acción de la guerra representada en actividad infantil es aplaudida a nivel lúdico por las madres; y al nivel existencial, la guerra propiamente dicha, es despreciada y llorada por ellas mismas. Surgen las figuras del imperialista y de la parca que arrancan de la vida a los hombres en recíproca acción. Cabe la reflexión, ¿hasta cuándo seguirá el hombre partiendo a pie juntillas a entregar su vida persuadido por motivaciones pedestres?



En Sueño, un actor al cual el autor no otorga identidad, tiene una visión de lo que sería un mundo perfecto: un bello y claro cielo, una primavera de la mano de Dios; el texto plantea que es posible llegar a ser bendecidos con esta visión, pero ¿ver a un hombre mirarse ciego de amor? Se quiebra la armonía de la visión y en un intercambio de niveles de realidad lo anterior, que parecía fabuloso, se consolida en real y lo último, lo real, se desvanece en lo fabuloso. Entonces se aclara el sentido del título, Sueño, y nos preguntamos atrapados en el nivel de la enunciación: ¿la visión de un hombre amoroso es real u onírica?



3. Relatos que caminan entre nuestros pecados y su posterior penitencia.



Mediante los relatos, el autor nos recuerda aquel famoso viaje desde el Infierno al Paraíso. Lo afirmo basado en el sentido que propone el texto de que la educación está en manos equivocadas y la propuesta al final (a nivel textual) que constituye una redención— sería maravilloso cumplir esto a nivel contextual—.



El libro empieza con el relato Por sentido común, y notamos en el plano textual la figura de un paragnosta cuyo rol temático radica en que, como hombre con cualidades de precognición, puede predecir el futuro de tres mujeres. El cráter narrativo se forma cuando el padre exige que se le revele al culpable de la debacle social y económica de sus hijas y el dotado de percepción extrasensorial, que no tuvo necesidad de activar su campo psi, le revela a su tendencia al alcohol como la única causante de las desgracias de su propia familia.



Mercado y educación, para este relato analizaremos el nivel actorial: el sujeto-actor es un docente cuyo rol temático es combinar la educación formal con la espiritual: el objeto: a nivel espiritual, dar lo mejor de su persona y a nivel académico, brindar el conocimiento; destinatarios y ayudantes: los alumnos, quienes reciben la enseñanza y reflexionan con agrado; el oponente: el Director, con una indisposición pecaminosa para juzgar el rol del maestro y de los mismos alumnos; el destinador: aquella educación “preuniversitaria”, una empresa privada con intenciones retorcidas, con ideas reformadas y sin ningún interés en la calidad educativa. En la trama destaca la llegada de un sujeto que conoce su papel a la perfección— y que a nivel estructural proyecta una cultura de ribetes enciclopédicos— el aspirante a las horas vacantes. Pero, el autor no sugiere aplaudir los fríos datos del saber académico puesto que a nivel estructural, por parte del narrador personaje, notamos que se emplea el academicismo con calidez personal y una empatía tal que nos introduce como parte de su sesión de aprendizaje. A nivel extratextual asistimos al sorprendente bagaje cultural del autor, un gigantismo en el saber enjuiciar dejando fluir, a nivel subtextual, años de preparación que enriquecen el relato permitiéndole abrir tesis y debates (Clarisa, Amarilis, Melgar…). Espectacular relato que en lo más cautivante de su frecuencia narrativa— la descodificación del código Melgar— se quiebra con el despido arbitrario del aspirante por quien exige “un docente que, aunque su clase parezca actuación de cómico ambulante, proporcione las claves de los bancos para la Universidad”. El cierre discursivo es gracioso e irónico, aunque sinceramente hiere. En este punto, recuerdo haber escuchado a Gilbert citar de Ribeyro: “Yo creo que la indignación es un buen sentimiento en el lector, puede incitarlo a la acción”.



De pitonisas y augures, proyecta la vocación de un grupo de jóvenes entre una profesión real y otra ideal. El narrador utiliza el discurso de un actor marginado para poner en tela de juicio los famosos test de orientación vocacional, estudios de la corriente estructuralista que cuando no son aplicados en forma adecuada generan un caos; se pensaría a nivel profundo que este actor al cual se interrumpe su discurso (es echado por el auxiliar) es un ser amargado por su frustración, pero aquí, nuevamente, mediante el recurso de las bisagras narrativas y la conducción de los vectores temáticos nos sorprende la conversión de este docente— quien, me atrevo a pensar, vivía en base a la filosofía del pescador satisfecho— en un destinador de bienestar: “Muchos de los jóvenes no siguieron una carrera acorde con los resultados de aquella ocasión; sin embargo, fueron exitosos y felices”.



Inevitable suicidio, es una ficción metapoética en un sentido relevante: la poesía humaniza al hombre. Un poeta aprendiz la busca con pasión; un maestro le muestra que no la encontrará porque el día que el hombre se humanice la poesía, posiblemente, no será necesaria.



El ancla y la vela, es un relato que concilia con Mercado y educación, donde la trama simple se supera para no ser simplista. La situación narrativa presenta a un padre que deja a sus dos hijos, como única herencia, un libro y un atril de oro. El hermano mayor exige para sí lo último. Rápidamente la historia da un giro: el hermano menor consigue la felicidad y el mayor se sumerge en la amargura. El encuentro de ambos abre un gran debate: mediante acertijos, el hermano mayor, descubre los caudales de una filosofía grecolatina (hasta este punto uno se sorprende con la construcción discursiva del conocimiento), pero en vez de liberar su amargura, se sostiene que no basta el puro conocimiento, puesto que el hermano mayor debe optar por otro camino: una filosofía oriental, o sea, el de la sabiduría para lograr una tranquilidad espiritual. Sin embargo, no puede hacerlo. La búsqueda final inclina la balanza al saber espiritual sobre lo fríamente enciclopédico.



Este relato también sorprende por la construcción de cada uno de los acertijos. Opino, al respecto, que se nota en el autor una inversión completa de tiempo para el estudio, la investigación hasta alcanzar la conciliación del ingenio y la intuición a través de años de sacrificio.



Paisaje manchado, proyecta a nivel profundo la contemplación de un mundo hermoso y puro, esto si es que el hombre no lo contaminara tanto. Se trata de un relato corto, pero magistral en su enunciación y reflexión. Quizás debemos pensar, ¿qué hemos hecho con lo que Dios nos ha dado?



El libro único, presenta la temática y la consiguiente polémica decisión de olvidarnos de los libros, ¿de todos?, y nos plantea la interrogante ¿por qué cambiaríamos la cultura? Sí, por un único libro. Entonces, el lector vislumbra claramente cuál es ese único libro que a diario se abre ante sus ojos.



Siete pecados capitales de la educación actual, es el relato que se constituye a nivel estructural y profundo en la columna vertebral del libro (sin restarle ningún merito a los demás, pues son las vértebras). Es sorprendente la presentación de los actores: un hombre sabio, pero elegante y fresco en su forma de ser; el otro, el Promotor, asfixiado con una formalidad regida a parámetros foráneos. Luego se entrelaza el diálogo que es el pretexto para explicar los siguientes puntos:



1. Limitación del aprendizaje a los medios audiovisuales;

Aquí por voz del narrador-personaje se expone un punto claro: los medios audiovisuales son inútiles, cuando el aprendizaje se limita solo a ellos; además con bastante audacia se expone un tierno: los cuentos para niños una excelente forma de comunicación, que lamentablemente se ahoga en la llamada era tecnológica.



2. Inadecuada promoción de ideales estéticos;

En este punto se creería que el personaje habla de “animalización”, cuando en realidad habla de “automatización” actuar sin comprender, sin pensar, se busca la belleza en una forma indebida, el cuaderno bonito por ejemplo. Al continuar esta lectura debo aplaudir el uso de bisagras narrativas con las cuales el autor brinda un tratamiento al ensayo para combinarlo magistralmente con el relato literario: “Voy a referirme a un par de casos específicos. De usted depende el trasladar la reflexión a otros ámbitos”, es el caso de un narrador-personaje que alude a otro que decodifica en mensaje y que en la formalidad del ensayo quizá sería indebido, con esta forma narrativa el autor se anota un punto más para su “Ética Ficción”.



Continuando con la lectura se critica el “lenguaje bello”, al no ser más que la suma de palabras engorrosas, como siempre atractivas y que se constituyen el famoso razonamiento verbal.



3. Asunción especulativa del hogar cristiano;

Antes de este punto el autor hace uso de otro engranaje narrativo espectacular para internarnos en el terreno literario: “El director apagó su celular que sonó en ese momento, y pidió continuara al viejo maestro”.



En este punto se critica la sobrecarga de trabajo para los alumnos, cuando en realidad ni siquiera ellos lo realizan, sino, es una ganancia para el dueño del Internet. Pero aquí el autor no solo critica (cosa muy defectuosa eso de criticar sin fundamento alguno) sino, se sustenta en un enfoque sociológico (páginas de INEI) y de hecho suma un punto más a su “Ética Ficción” (literatura y enfoque sociológico en este caso).



4. Aniquilación del gusto por la lectura;

Se presenta en este punto el caso de la acumulación de obras para el alumno, el uso de fichas literarias y la desvalorización de obras tan significativas (aplaudo la mención contemplativa al gran Antonie de Saint y su “Principito”.

Y para contemplar el punto anterior esta crítica está fundamentada mediante una estrategia, ¿Cuál es?, pues con todo respeto te invito a descubrirla mediante la lectura del texto del colega Gilbert Delgado.



5. Adiestrando al hombre para la trampa;

Con el pretexto de lo meramente preuniversitario, el alumno no desarrolla su personalidad lo encaminamos a una sociedad sin valores, donde los famosos resultados y evaluaciones cuantitativas se interponen a la belleza que nuestra alma pueda mostrar.



6. Horario escolar. ¿En quién pensamos?;

Es cierto que es necesario un espacio-tiempo para las actividades escolares, pero en base a que concretamos ese horario simplemente como dice narrador-personaje a la rutina del padre y por ende se hace cómplice al profesor de aquella máquina para granar dinero. Nuevamente el autor nos sorprende a este punto con la intervención de otro actor que cobra importancia en la activación de la bisagra narrativa: “La secretaria apareció en la puerta y el director le exigió privacidad sin escucharla siquiera”



7. Conclusión de la penitencia y redención a los pecados capitales.

Si he decidido guardar el punto siete: Disciplina, ¿un modelo para la guerra? Es porque aquí se halla la redención. En primer término se alude a la férrea disciplina y al uniforme que a propósito el autor critica con un fundamento histórico (y alimenta nuevamente su ética ficción: literatura—historia) que, sin embargo, constituye un éxito en cuanto a ganancia para las instituciones educativas particulares— se vende desde el gancho hasta las medias, poco falta para que vendan también la ropa interior—. El tono evangélico que contempla el libro se va reforzando con las citas bíblicas. En este relato leemos, por ejemplo, la famosa frase de Dios en el monte Sinaí: Yo soy el que soy. A este punto del discurso del personaje, el cual es aplaudido por el Director, se satiriza los gastados discursos de los explotadores: que no hay presupuesto, que se está gastando en edificaciones para el colegio que finalmente es de todos… ¡De todos! En una especie de vaso comunicante, el maduro personaje de vestidura fresca termina redimiendo al joven profesor del relato Mercado y educación, humillado por el Promotor. Se desquita despreciando el trabajo que le ofrece el Director y, en muestra de su desaprobación sobre las formas de orientación en tal colegio, retira de ahí a su nieto. Sospecho que de existir hombres tan críticos con respecto de nuestra educación, nuestros colegios se quedarían sin población estudiantil. Se cierra de esta manera un ciclo narrativo y queda abierto un gran debate y un conocimiento que debería condicionar nuestra conciencia, pues es conocido que quien peca sabiendo que lo hace, peca dos veces.



La conclusión.



Es estéticamente gratificante encontrarse con este tipo de lecturas que engrandecen el espíritu y la mente. Si bien la solución no deja de ser utópica, como en El sueño del pongo— y no podría ser de otra manera, pues no hay que olvidar que estamos ante un texto de intención literaria por sobre los rasgos de ensayo que pudiéramos notar— cabe resaltar la apertura y el tratamiento de la Ética Ficción (esta vez camino — pecado — redención) frase acuñada por Gilbert Delgado para destacar la materia a partir la cual construirá su obra. Para otros será el conocimiento científico dando lugar a la ciencia ficción. Dios quiera que con estas herramientas podamos contribuir a corregir aquellos, para empezar, siete pecados de la educación actual. Él autor se ha referido a siete casos específicos; de nosotros depende llevar esa reflexión a otros ámbitos, como bien se demanda en el relato medular.



Por lo pronto, me precio de tener como colega y como amigo a quien califico de “gigante corporal y mental”. Amigo y colega Gilbert Delgado, a nombre de la educación peruana, mil gracias por este libro.

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