La farsantería de los amorales artistas sullaneros.
Por Ricardo Musse Carrasco.
Retomando este tema (que desarrollaré hasta el fin de mis días, para irritar a esos amorales que les ha dolido en el alma mis disquisiciones); discurriré, ahora, sobre las (sin)razones que desencadenan las felonías de estos artistas, que regentan su existencia sobre una farsantería que, según ellos pendejos y bien vivos, no es propia de su conducta; empero, lo que trasuntan en sus obras no lo sienten en absoluto y, lo que es peor, en sus cotidianas relaciones humanas solo concretizan (contradiciendo lo que plasman artísticamente) funestos latrocinios y malsanas deslealtades con los principios humanos.
La mayoría de estos amorales, proceden de familias desestructuradas y, para colmo, han sido enfermados por las carencias materiales de sus primeras edades, ensuciadas sus almas por las polvaredas marginales, abandonados, a su maldita suerte, por padres alcoholizados, incultos, drogadictos y de una delincuencial promiscuidad. Por eso -estoy seguro- se refocilan, avalándolo con sus demás compinches, cuando, apropiándose de lo que no les pertenece, contribuyen –según ellos, impunemente; pero que no sean tan ingenuos, porque más temprano que tarde la desgracia les caerá sin compasión- a la ignominiosa destrucción familiar, no importándoles, de ninguna manera, la prospectiva sanidad de unos benditos hijos.
Por ejemplo, uno de esos se hace llamar zapatista (suena risible esa huevada de alias); según él, eso le da sensibilidad social y lo hace digno merecedor de ser el portavoz pictórico de los desamparados de la tierra, ¡qué vaya a engañar a sus detestables amigotes y a sus maternales hermanos Testigos de Jehová!; porque interrogo: ¿A dónde le quedó esa falsaria sensibilidad humana, cuando las circunstancias le exigían hacer carne esas representaciones figurativas, donde se desgarra (ahora sabemos que fingidamente) por las tribulaciones de sus afligidos prójimos?
Por otro lado, nos hemos enterado que uno de estos amorales especimenes expondrá en Trujillo esta semana. Vimos, circunstancialmente, su afiche. Y ¿saben lo que ha representado? Imagínenselo: Un niño marginal (signo de la exclusión social) y una inscripción del mismo talante. Pero, ¿ustedes se tragan esa demagogia icónica y enunciativa?. Yo, ni cagando. Puesto que, en primer lugar, qué va a sentir compromiso social ese sujeto, si ya lo ha demostrado, y con creces, que le importa un bledo las tragedias humanas de su entorno más inmediato, y, además, adictivamente, este sujeto se mueve en espacios sociales que no tienen nada que ver con las podredumbres marginales. ¡Que no nos venga, pues, con estos repetitivos fariseísmos!. Conclusión: Lo que hace este afásico sujeto (porque, como todos los pintores sullaneros, se maneja un lenguaje pobrísimo) es una pictórica mitomanía; demostrando, a todas luces, ser solo un burbujeante posero.
Y también hay otros factores estrechamente vinculados con lo anteriormente detallado. Pregunto entonces: ¿Es digno de respeto un poeta -dicho sea de paso, envidioso y comunistón-, que siempre ha vociferado dentro de sus improductivos cenáculos, que le estremece la paupérrima vida de los excluidos, pero que se niega cobardemente reconocer legalmente su paternidad, y que no le pasa su pensión a ese hijo negado, y, si lo hace, sólo le da insultantes minucias monetarias?
Y qué opinan de este otro: Que se dice doliente músico y, para concha, bajista; de mirada trémula, que en sus alucinógenas interpretaciones (que se siga autosugestionando hasta la autodestrucción definitiva) convoca los desgarros del universo; ¡qué me la venga a pelar ese otro farsante!. Cosas que pasan, ¿no?, ¿cómo es de pérfida la vida? Después que lo cobijé en el inconmensurable corazón de la amistad, cuando su familia lo expectoró porque constituía un tremendo fracaso en la vida.
Obviamente, existen otros factores desencadenantes de la amoralidad de estos artistas sullaneros: Como el haber tenido un padre adúltero y, para remate, profesor de quinta categoría, para emularlo, al pie de la letra, con un navegante pincel en la inicua mano; o tener la desgracia de convivir con un profesional de la rapiña aduanera, integrante de la corrupta fuerza del orden; o ser un compulsivo marihuanero, que le encanta los pervertidos mondongos, y que sale ridículamente calato en performances, sin ningún ápice de certidumbres trascendentes; o, también, haberse quedado manco de valores por accidentes que su estulticia ignorancia suscitó.
En suma, estos farsantes artistas cuando pintan, escriben o musicalizan fingen, desvergonzadamente, porque no sienten sus temáticas y, mucho menos, las aplican durante sus desacreditados e infelices tráfagos vitales.
Sullana, 14 de junio 2 010.
"Entré a la literatura como un rayo; saldré de ella como un trueno"- Maupassant
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