Dos almas pictóricas asaeteadas por la misma sensibilidad.
Por Ricardo Musse Carrasco.
En los universos pictóricos se sedimentan los atavismos más oscuros de la humanidad. El artista plástico reconociéndose, ya sea como veraz portavoz o como compulsivo fingidor de lo que plasma; diseminando plurales cromáticas y trazos que, a medida que se delinean, se van distorsionando a fin de trasuntar nuestras envilecidas esencias, desengañándonos, de modo contundente, enfrentándonos, sin ningún tipo de absurdas misericordias, con las latentes malevolencias que nos cobijan; asume, con polémico compromiso, su insobornable rol de desmitificador y crítico.
Los cuadros abstractos de Olivera Cannalire (Serbia-polifacética artista), transgreden, imbuyéndonos de secular perplejidad, esto es, nos ahondan, con un sutil extrañamiento, hacia el vórtice de sus penumbrosas cromáticas; nos abruman, sobresaltando lo que suponíamos ya ortodoxamente instaurado en nuestro horizonte cognoscitivo, nos advierten que los discursos axiológicos se han desbarrancado para siempre; que el ser humano concreto, insertado dentro de perentorias circunstancias, se desdice, se traiciona, se refocila de la afrentada projimidad doliente; minimalistas lienzos que nos enrostran que el fratricidio es lo que, de modo fidedigno, nos define como irredimible especie ontológica. Y, en consecuencia, esas certezas cromáticamente configuradas, con sus difusas semióticas, nos insuflan la sapiencial corazonada de los agonizantes latidos.
Desde un punto de vista formal, las realizaciones pictóricas de Russbelt Guerra (Piura-humanizado artista) ostentan una estructurada rigurosidad: Sus elementos se articulan desde la perspectiva del ensimismamiento y la hermética extrañeza compositiva.
Como los surrealistas, los cuadros de Russbelt Guerra se enceguecen por los enajenantes deseos. En ellos se configura un erotismo torvo, cuyas musas vendadas con fardos deshilachados, progresivamente se van despellejando, horadándose, despojándose de sensualidad, -en suma- deshumanizándose.
Uno de los rasgos atrayentes de este atónito universo, es la pulida configuración del dibujo: En un exquisito delineamiento figurativo marcado y preciso, que aspira a recortar y dar forma a los fantasmas del subconsciente.
Además, Russbelt Guerra traduce pictóricamente la deliberada deshumanización que actualmente conspira contra la esencia del hombre, manipulándolo y degradándolo; donde un perverso reino, agazapado en las sombras, delinea sus enajenadas cogniciones.
En suma, Russbelt Guerra y Olivera Cannalire, son dos almas asaeteadas por las mismas resonancias vitales; desde esta ermita escritural los congratulo por la exposición pictórica bipersonal, denominada la vía sublime, que se llevará a cabo próximamente en la culta ciudad de Trujillo.
Sullana, 25 de septiembre 2010.
"Entré a la literatura como un rayo; saldré de ella como un trueno"- Maupassant
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