“DIOSES, HOMBRES Y DUENDES”- Leyendas de Motupe, Chóchope y Penachí
De Rully Falla Failoc
Por. Nicolás Hidrogo Navarro
Los mitos y las leyendas siempre han satisfecho la imaginación del hombre desde tiempos inmemoriales. Aún, con todo el avance de la ciencia, los hechos, fenómenos, cosas que ésta no puede explicar, son rellenados pro ese poderoso argumento que es la ficción.
Los hombres necesitamos de los mitos y las leyendas para completar nuestro círculo en la historia universal, ver y vernos retratados en esa porción de la historia de los pueblos.
En “Dioses, hombres y duendes”, Rully Falla Failoc acomete tres funciones: la de recopilador, fundidor de historias y la de gran rescatista del acervo cultural lambayecano
Lambayeque es muy pródiga, muy mágica y telúrica, muy magnética, muy supertisiosa en cuanto a cosmogonía y tradición. Las historias orales, hoy, casi desparecidas de sus fuentes primigenias, cobran vida y son rescatadas del olvido por Rully Falla Failoc
Son veintiún historias: “El cerro Chalpón”, “El retorno de la Cruz”, “El cerro de la vieja”, “El cerro de la Virgen”, “El cerro de Chalpón y el cerro rajado”, “El jardín encantado”, “Washingo”, “Simón Mon el diablo”, “El misterio de la huaca Marrufo”, “Las tres cruces”, “La viuda”, “El volcán del Chalpón”, “La leyenda del Pumacirca”, “La bruja Margara”, “El Sucho”, “El tesoro del brujo”, “El perol del oro”, “El encanto del río Agrio”, “La cruz de Yanahuanca”, “La laguna encantada”, “La Mamahuaca”, que denotan un alto grado de historias aún desperdigadas entre los pobladores y los villorrios más alejados. Sólo demandan la perseverancia de quienes a la par de cultivar la poesía, el teatro o la narración ficcional, tengamos que identificarnos con aquellas historias orales contadas sin el ropaje literario, peor con la dulzura silvestre y el encandilamiento que tiene todo lo natural, lo rural.
Felicitamos este gran acierto de uno de nuestros narradores y poetas más importantes que tiene Lambayeque y que hoy vuelve recargado de historias que llene nuestras noches hasta dormirnos del susto y la emoción.
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