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domingo, 23 de mayo de 2010

DE CÓMO NACIO STANLEY VEGA O ARBOLEDA LA REVISTA

DE CÓMO NACIO STANLEY VEGA O ARBOLEDA LA REVISTA
Juan Carlos Flores Tucto
“contemplé a un tipo extraño, no era yo,
tampoco era éste, si no era mi espíritu
que estaba llegando”
Stanley Vega

El presente artículo fue escrito en el año 97 y desde entonces a descansado en el olvido. Ahora que se rememoran hechos y personajes de la década de los 90, es que sale a la luz, para contar algunos hechos anecdóticos de uno de los poetas más pertinaces de esta época y de una de las revistas locales que en un tiempo aglutinó a una pléyade de artistas.
No podría comenzar a escribir sobre los orígenes de la revista “Arboleda” sin antes referirme al surgimiento de su director y poeta, porque como se verá más adelante, el poeta Stanley Vega nació con Arboleda bajo el brazo.
1990 Siempre he pensado que los espíritus afines convergen, de ahí que por muy desperdigados que estén en el espacio, el destino elige un lugar y un momento en el tiempo y es cuando la trayectoria de estos espíritus recta o zigzagueante se intersecan y marchan si no juntos, siguiendo el mimo norte. No me extrañé entonces cuando una tarde de marzo estaba sentado frente a un nuevo compañero. Algo habría en común entre nosotros. Hablábamos el mismo idioma y nos alimentábamos de lo mismo: La Literatura.
Mi amistad con Stanley data de 1990, año en el que precisamente nacía el poeta y se incorporaba así a la naciente generación que fuera bautizada por Juan Montenegro como “La Generación Noventina”
¿Cómo así nació el poeta? (lo que sigue a continuación es una interpretación temeraria del suscrito; no es la “constancia obstétrica” del poeta)
Alguna vez leí que “de tanto leer, le entra a uno las ganas de escribir” y es entonces en que uno se convierte en escritor. Creo que este fue el fenómeno que podría explica la aparición de este nuevo Quijote de la literatura lambayecana, pues para cuando lo conocí Stanley era un lector compulsivo y voraz. Los clásicos Homéricos y Rusos ya habían desfilado por los ojos del Poeta.
A Stanley por su parte, a diferencia del Quijote, el destino le hizo sentar en una silla de ruedas y le ordenó de escritor con estas palabras: “Mi voluntad ha decidido consagrarte a la literatura. Para eso primero con tus ojos libarás de las fuentes, como la vid bebe el agua por sus raíces, luego darás tus frutos y tu genio como el viñador destila sus uvas en complaciente vino, hará buena poesía, ”
Stanley con la cabeza gacha y la resignación de aquellos personajes bíblicos que aceptaban gustosos “la voluntad del Señor” se sintió muy honrado, pero algo faltaba, algo importante para cumplir la misión .¿Cómo podría llegar su “vino” a las copas?. El destino leyó su pensamiento y antes que Stanley pudiera replicarle, habló: “Pondré en estas cuatro paredes una puerta, por ella entrarán tus hermanos, los poetas, los narradores, los dibujantes, los actores, todos ellos están citados a tu casa. No más te recomiendo ¡Se buen anfitrión ¡”
Este ha sido el designio del destino para con Stanley, y tal cual se ha cumplido. Bueno, volviendo atrás, estábamos frente a frente, hablando el mismo idioma (eso te iba contando). Ambos habíamos ramoneado en los prados de la literatura. Stanley tenía en su haber una publicación y mientras me hablaba de sus demás cuentos, yo ojeaba su pequeño libro “Dos historias del ayer”que constaba de dos cuentos, fechados el 10 y el 29 de abril de 1990 respectivamente. El formato era un cuarto de papel A4 y personajes familiares desfilaban en las historias escritas en el tono cándido y tierno. No lo niego, me gustaron no obstante eran sus primeros garabatos. El apoyo de un amigo que trabajaba en una imprenta y las de los “mormones” que por entonces eran sus amigos, habían hecho posible esta solitaria publicación que no llegó a los ámbitos de “la critica” local.
-¿Y también escribes poesía? Le interrogue.
-Tengo un solo poema, pero no vale la pena. Me respondió
-Quiero oírlo- insistí.
Stanley mando traer un papel a su prima Miriam, y se puso a leer:

UNA TARDE CUALQUIERA
Esta tarde, es una tarde cualquiera,
El viento vibra,
Dando fuertes alaridos.
El eco turbio, de voces y gritos
Tardíos imperceptibles
Acuden a alegrar
A este solitario espíritu.
Esta tarde, es una tarde cualquiera,
El silencio monótono de la calle
Parece taladrar…
Con un intenso titileo
A estas sienes que llevo consigo
Esta tarde, es una tarde cualquiera,
El cielo esta triste,
Las calles silenciosas,
Y mi alma
Mi alma quiere extinguirse
Esta tarde llena de soledad y tristeza.

Cuando hubo acabado me sentí como Arquímedes en su bañera gritando !Eureka! - ¡Stanley, está bueno, sigue escribiendo!- insistí ante su incredulidad.
De alguna manera considero que este hecho bien puede haber sido un empujón dado a Stanley hacia los abismos de la poesía, confiando en que no caería como una pesada piedra, sino mas bien que quedaría gravitando en el espacio como esos satélites de la NASA que nos transmiten señales mágicas del universo, y mejores vistas de nuestro mundo.
1992. Comenzando este año, Stanley ya contaba con más de 10 poemas. Por otro lado yo le había hecho llegar las revistas de literatura que se publicaban en el medio, como “Solsticio”, “Proyecciones”, e “Interrogante”, y creo que de alguna forma estos dos hechos inspiraron a Stanley a editar una revista. Y para poner en marcha su proyecto me solicito algunos trabajos y una de sus primas, Sonia, también se ofreció como colaboradora.
La publicación finalmente tuvo la intención de ser una revista, pero llego a ser más bien una antología en la que Stanley debutaba como poeta y su prima junto al que suscribe le acompañábamos.“Libad esta sangre” fue el titulo que Stanley le impuso a esta publicación. En la contra carátula. Stanley hacia una promesa frente a la poesía:
“ Muerto ya, escribiré con mi peroné
siniestro desde cualquier parte donde me encuentre.
No es una promesa, es una cuestión de segundos”
La presentación, honrosamente, estuvo a mi cargo, y en ella escribí:
“Así como el vino de oscuros toneles en que se refina, sale luego hasta las cristalinas copas, así también, desde las sombras de lo inédito, sale a la luz la poesía de Stanley. Hagamos pues el brindis inaugural de sus versos leyendo su poesía. ¡A tu salud amigo Stanley!
Enero 1992.
Se cumplía así con “Libad esta sangre” su extraño designio. Stanley había bebido de las fuentes. Su genio conocía la formula de la Alquimia y lo destilaba en poesía
Considero a esta publicación demasiado rustica para ser “Revista”. Es la forma más primitiva de lo que posteriormente, a través de un proceso evolutivo y dialéctico, llegaría a ser la Revista de Arte y Cultura “Arboleda”. Valga la comparación con el sinántropo, en lo que la evolución del hombre se refiere. Luego vendría el australopitecos, el pitecántropo, hasta que finalmente se perfilaría el Homo Sapiens.
1993. En ese año Stanley editó “Katar Litterae”, Esta publicación había dado un salto cualitativo y cuantativo. Era una revista, ya no era cuestión simplemente de “libar”, de “beber”. Su titulo nos invitaba a algo más exquisito. A “Katar”, a “paladear”. El mono había bajado del árbol y se desplazaba con sus pies, sus manos estaban libres para escribir.
1994 En el auditorio del INC se presentaba “Arboleda”. Era un éxito para Stanley. Presentaba para el interés antropológico “el eslabón perdido”.
Podría haber dado por concluido este escrito pero dejaría de un gran vació. Cualquiera pensaría que “Arboleda” cayó del cielo envuelta en papel bond y couché. He aquí algunos detalles de su edición.
Los asistentes a la reunión, fundación fueron:
Juan Montenegro
Rubén Mesías
Antonio Noblecilla
Rubén Dávila
Roger Torres
Richard Trigoso
Juan Carlos Flores
Luis Yomona
Carlos Becerra
Martín Meléndez
Dando Berrù
Susana Samaniego
Laly Pereira
Hugo Rojas.

Los nombres que se barajaron para la revista fueron “Germinal”, “Ars Verba”, “Caballo de Ultramar”. La asamblea aprobó el nombre que sugirió el director: “Arboleda”. A esta reunión inaugural que comprometió el apoyo de todos los asistentes le sucedieron otras reuniones formales al viejo estilo, libro de actas, puntualidad, etc., etc.
Posteriormente asistirían religiosamente los días sábados por la tarde si no todos gran parte de los artistas locales hubiera parecido que en el dintel de la puerta de Stanley estuviera escrita una sentencia “Esta es la casa de Stanley y esta es la puerta del cielo, quien traspase este umbral vendrá por siempre a pata, en combi o en taxi” es así como Stanley los recibía sábado a sábado con un “trajiste tus trabajos” y con ese material iba Stanley construyendo “Arboleda” para que, como decía su slogan “salga cuando pueda” y lo que seguía de las reuniones era bohemia y tertulia hasta el alba.

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