Una de mis últimas perplejidades en la región Lambayeque es ver el develamiento soterrado de algunos grupúsculos e individualidades duadas en el vicio alcohólico que se han pasado al bando de la contracultura como que siendo así le hacen daño a los demás y no así mismos, cual pandilla malosa, para enseñar los colmillos y las barbas malolientes y ser felices siendo “malos” y dando que hablar de su sauna etílica como que eso los ennoblece y los hace más poetas. Pero eso es parte del paisaje borroso y desaliñado.
Luis Sánchez Agurto es una de esas excepciones que vuelcan “toda su locura” en ser más poeta y descrismar las palabras. Saboreemos su poesía.
INTENSIDAD VÍRGIRA
Por Luis Sánchez Augusto
De “Sexualidad en gris”
He querido desnudarte sin quitarte nada.
Recorrerte al son de un nocturno, buscar
en tu pecho
esa mujer que me llama
desde la tumba...
He querido beber de tus senos
dos versos tristes de Oquendo; detenerme luego
entre la infinitud de tu alma y la nada,
a ver si entre ellas
calmo el calor de tus caderas.
He querido, mientras me hablabas, tocarte
el rumor aquel que te hace pública.
Olvidar que has estado en mil brazos ignotamente,
hundir mis manos en tu diminuta falda
y besar tu edad toda
en los pistilos sagrados de tu ausencia.
He querido desnudarte sin quitarte nada
para sentirte virgen nuevamente,
para que el viento no se lleve ni un gemido,
y la luna se vista de negro
en la mitad de tu pubis
mientras un jarrón de leche te bañe dulcemente
y no se escuche nada,
nada sino tú
sola,
solamente.
ESTERILIDAD
Por Luis Sánchez Augusto
De “Sexualidad en gris”
Y Jesús le hacía el amor a María todas las mañanas,
y ambos eran campesinos.
Se casaron en una barca
y acabaron yéndose a vivir a un valle seco.
se dormían sonando niños
que las estrellas nunca les daban,
por eso Jesús, impotentemente,
le hacía el amor a María
todas las mañanas...
De tarde, cuando sus ojos arqueaban el horizonte,
un aire de melancolía lo ahogaba;
miraba las lagunillas grises de su mujer
y acompañaba la lluvia que las abatía…
Jesús era triste
como esos árboles secos de nuestra costa,
sin embargo solía reír
cuando alguna criatura nacía
o cuando la figura sensual de su mujer
le robaba a un cántaro
toda el agua de su fecundidad...
Jesús también tenía cóleras
v las estrellaba en los arroyos sangrientos
del crepúsculo.
Por eso rompía su espalda
hasta las entradas de la noche
Y le hacía el amor a María, todas las mañanas...
SOÑANDO UN PAÍS
Por Luis Sánchez Augusto
De “Canto a Javier Heraud”
Soñando un país con pan te fuiste.
Cantando una nación con luz volverás.
Y en cada tarde, en cada quebrar
del agua en los trigales
tu nombre sonará victoriosamente.
Habráse ido tal vez el alba, habráse muerto
la tarde ya en puerto Maldonado,
y una bandada de pájaros cruce tu tumba...
Habráse puesto a llorar nuevamente
el recuerdo, y sin saber por qué,
te habrás sentado en tu lápida;
le habrás sonreído infantilmente al otoño
y te habrás perdido entre sus hojas buscando un
camino...
Soñando un país con pan aún pasas
en la balsa del campesino olvidado,
en el niño que se pierde entre el río y las sombras,
en la joven que llora y no encuentra a nadie...
Agitando tu espada aún vas,
entre la maleza de los años y el rugido
del viento; agitando, agitando
la fe en los corazones que aún creen
en un país con pan,
en un rostro sin otoños,
en un río sin venenos...
LIRIO
Por Luis Sánchez Augusto
De “Codificación lírica”
Estarás, tal vez, al pie de tu ventana
mirando la noche; soñando,
con algún dios lejano
con algún ramo de rosas
en la mano.
Estarás, tal vez, suspirando callada
en los brazos de algún poema ausente,
mirando los azules ojos de la nada
o perdiendo algún recuerdo entre la gente.
Estarás, tal vez, rezando algún día
estos versos desnudos en mi partida, y
si acaso te gana la melancolía,
no lloréis, oh niña soberana,
que yo volveré siempre a tu ventana
para amarte más todavía.
SENTADO EN EL CAFÉ DEL TIEMPO
Por Luis Sánchez Augusto
De “Canto a Javier Heraud”
Hoy peinarías tal vez algunas canas
y sentado en un café recordaras
el momento en que le torciste el cuello
a la historia,
los días en que tumbaste las cercas
de los ricos y regalaste
los campos a los pobres,
saludarías fraternalmente a José Carlos,
le harías un brindis a su pensamiento
y volverías por el sendero de tus veinte años...
Hoy tomarías el metro para el norte o el sur,
escucharías ópera con cualquier niño de la ciudad,
le regalarías un libro a un nonagenario,
leerías después un poema en blanco y negro,
celebrarías la gloria de un sueño
y te perderías solitario
por la avenida ausente del recuerdo...
Hoy peinarías tal vez algunas canas
y sentado en tu alcoba recorrerías la mujer
que nunca tuviste,
le pondrías una flor entre las manos,
le acercarías la luna
y para hundirte plenamente en ella,
le susurrarías al oído:
"Qué inmenso es el perfume de la libertad,
qué eterno es el hombre cuando no llora soledad".
COMETA
Por Luis Sánchez Augusto
De “Canto a Javier Heraud”
A velocidad pasa
esta mañana, mi itinerario, mi angustia.
A velocidad pasa, también
lo que no ha de morir nunca
lo que ha de vivir siempre,
los pasos tristes, el color lejano, la aldea
inventada.
A velocidad pasa, también,
la historia del minuto, el autor del instante.
A velocidad
cambia todo.
La idea del tiempo, la imagen
del silencio, el signo del adiós...
el detalle de los años,
el rumor de las miradas,
las olas del día, el estudio
del alma...
A velocidad,
siempre a velocidad,
llueve en mi tristeza. Pasa
la caravana de los rótulos,
el señor de la luz,
el pueblo de las sombras...
A velocidad sí, a velocidad,
sonríe mi infancia
váse lo austero y
viene tu nombre...
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