UN LAMBAYECANÓFILO QUE PRESERVA LA MEMORIA HISTÓRICA:
Pasión por la hemerografía y bibliografía de la historia lambayecana
Por Nicolás Hidrogo Navarro
Cada pueblo chico, mediano o grande tiene su curioso, “su loco”, su personaje singular que lo convierte en un epónimo y le da característica de sello particular a una cultura e idiosincrasia local. Así podemos tener el curioso que, sin tener la formación o estudios especializados, lo arregla todo por pura inteligencia intuitiva. También sus juglares que tañen su instrumento musical y desgañitan sus voz como cantores de esquina en esquina o al filo de las noches por pura pasión. Así tenemos al poeta o escribidor de mitos, leyendas que canta oralmente sus costumbres o plasma grafemáticamente las efemérides. Y los hay de los que se dedican a recortar, ordenar, encuadernar y preservar todo lo que se publica sobre su ciudad, dentro o fuera de su ciudad. De estos últimos “locos raros” es Miguel Ángel Antonio Díaz Torres, Nacido en la ciudad de Chiclayo el 13 de Mayo de 1959, ex alumno del Colegio Nacional San José con estudios de Administración en la Universidad Nacional de Trujillo, ex empleado del Banco Continental (Trujillo) y actualmente labora en el Colegio Particular Alejandro O. Deustua de Trujillo.
Miguel Díaz es ese tipo curioso y raro, disciplinado, meticuloso, metódico y consciente de su causa noble e histórica de acopiar toda la historia de una región del Perú, hecho que ha tomado desde la década del 80 la empeñosa tarea de ir por todos los archivos de las redacciones periodísticas, librerías suelos de Tacora, ferias de libros usados de Chiclayo, Trujillo, Lima a la caza de cualquier revista, periódico, libro en búsqueda de artículos o notas que hablen sobre Lambayeque en general (Chiclayo, Lambayeque y Ferreñafe). Su pasión le nace de ver a su abuelo haciendo lo mismo y se genera a partir de una pregunta gestacional que le asalta allá por la década del 80 ¿Por qué los historiadores y estudiosos lambayecanos tenemos que contentarnos con estudiar sólo la historia del Perú en general e ir a buscar fuentes bibliográficas y hemerográficas en Lima cada vez que queremos conocer sobre Lambayeque, por qué no hacer una fuente histórica de consulta aquí en el mismo Chiclayo?
Sus temas articulísticos son variadísimos y supeespecializados: notas de folklore religioso, danzario, poesía, narrativa, historiografía, teatro, deporte, estudios sobre Lambayeque, reglamentos organizacionales, manuales institucionales, memorias de alcaldes, pagarés, fotografías, todos ellos desde el siglo XIX de imposible tenencia en un sólo lugar y propietario de una sola persona. Es más muchos autores, como el poeta NIXA, el historiador Jorge Izquierdo que habían escrito artículos y habían perdido el rastro de la edición y de su propio texto, increíblemente lo podía encontrar clasificado y ordenado cronológicamente en la hemeroteca y biblioteca de este raro bibliómano.
La copiosa biblioteca y hemeroteca de Miguel Ángel Díaz sobrepasa los cinco mil volúmenes entre libros y revistas con temas exclusivamente sobre Lambayeque. Sus recortes favoritos que es una delicia y una fuente invaluable para cualquier historiador de la cultura lambayecana, está debidamente clasificado por temas, fechas, apellidos de autores en 15 grandes libros sui génerisis debidamente y escrupulosamente encuadernados que sería la envidia de cualquier profesional bibliotecólogo a sueldo. Obviamente, para Miguel Díaz el ser un bibliófilo, no es un trabajo a destajo o con una condición de sueldo mensual, con jubilación, es una pasión solitaria que ha tenido un inicio y no tiene fin, sin huelgas ni reclamos de beneficios laborales ni nada: él es un lambayecanófilo autodidacta con escaso discurso demagogo de identidad cultural y con una montaña de libros que cual paciencia de relojero sigue haciéndolo cada vez más alta que el cerro Chaparrín. Este singular personaje vive en Chiclayo y trabaja en Trujillo.
Indudablemente que el material bibliográfico y hemerográfico que posee Miguel Díaz –y que lo cuida como oro en polvo- ya no se puede comprar en alguna librería o no está en venta en un quiosco de periódicos, tendríamos que rebobinar el tiempo desde el año 1890 para empezar a emularlo. Esta biblioteca particular, pero abierta gratuitamente a investigadores, docentes y estudiosos, posee textos que ni las bibliotecas municipales Emiliano Niño de Lambayeque, Eufemio Lora de Chiclayo, ni la biblioteca municipal de Ferreñafe poseen.
Dado la singularidad de Miguel Díaz pocos saben que fue el primero que salió al frente ante la pretendida oficialización del 24 de Octubre de 1588 como fecha de Fundación de Chiclayo. Contribuyó al rescate de dos antiguas canciones Lambayecanas. Dio a conocer desconocido libro dando cuenta de una olvidada danza. Impulsó la publicación de la Historia de Chiclayo auspiciada por el Gobierno Municipal. Logró se revalore biblioteca del Club Lambayeque de Lima.
Personajes singulares como Miguel Díaz no sólo engrandecen el sentido de lambayecanidad, preservando su memoria histórica, incentivado la investigación y fomentando el conocimiento de nuestro pasado. Somos el devenir de toda una tradición y muchos problemas y soluciones de Lambayeque, Chiclayo y Ferreñafe desde sus orígenes ya se han dado. Muchas ideas que parecen nuevas, un archivo de memoria histórica se encarga de desdecirnos que no somos los adanes en todo. Sólo se espera que alguna municipalidad o gobierno regional no se hagan los bizcos y se detenga por un momento en su avance impetuoso por sembrar cemento y en nombre de la cultura destinen un fondo a digitalizar toda esta biblioteca y hemeroteca y hacer que los lambayecanos investiguemos y conozcamos nuestro pasado, esta es la mejor forma de fomentar nuestra identidad y valen más que mil discursitos demagogos y buenas intenciones queriendo llenar de cemento toda la ciudad con la esperanza de parecernos más civilizados.
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