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jueves, 3 de junio de 2010

POESÍA DE JAVIER VILLEGAS FERNÁNDEZ

POESÍA DE JAVIER VILLEGAS FERNÁNDEZ

Perpetuo latido

Escribo y describo
mi perpetuo latido,
en las hojas que cantan
más allá de mi lengua,
en las aguas silentes
embriagadas de música,
en la música absorta
que destila el silencio,
en las tardes ausentes
de mis ojos perennes,
en las mañanas de lluvia,
en la penas terrestres.

Yo que soy de este mundo
tan febril y tan vago,
a este mundo me debo,
me debo a mí mismo,
a mi terco latido,
a mi voz en el trigo.
No congelé mis suspiros,
no hipotequé mi latido,
mis cifras de ternura aún siguen firmes,
mi transparencia de agua está viva,
mi altura de cóndor, se eleva.

Soy lo que no quise ser,
soy lo que no seré,
vuelo en busca de alas,
de trinos encendidos,
no entregué mi sangre, mis sonidos,
no dejé de ser lo que apetezco,
soy sincero, en mi ojo me miro,
me miro en los caminos,
en la memoria me desclavo.

No soy polvo diluido en el olvido,
no soy el jamás de rostro arrepentido,
soy el perpetuo latido en mis recuerdos,
soy administrador de sonrisas y de labios,
el dador de luz en las ventanas,
el hacedor del grito en las montañas,
un surtidor de cantos para las murallas.
Hoy no estoy bien de mí

Me duele la sed y el hambre,
el duodeno me expulsa en blasfemias,
mi ojo se niega a ver el día,
mi pie tiembla, casi olvida su porfía,
no estoy bien de mí, me digo,
me toco, me miro hasta el fondo,
a pesar del dolor, hay un hombre cantando,
otro llorando, otro soñando, otro que no hace nada,
yo estoy allí vertebrando un recuerdo,
escuchando cada golpe del amor y del odio.

Hoy no estoy bien de mí,
hay ausencia de voces y de gritos,
tal vez me estalle el cuerpo, y tú me oigas,
tal vez el día muera y tú te vayas,
o quizás muera yo y no me vaya,
tanto dolor, ni una piedra,
tanto camino, perdida la huella,
tanta sed, muerta la lluvia,
tanto albañil, derruida la vida,
tanto poeta, hipotecada la palabra.

No estoy bien, eso es cierto,
he construido mi rostro de pronósticos,
los espejos negaron mis estaciones,
me recluí al fondo de mi sombra,
fui a verme nuevamente, quiero saber si soy.

A veces es necesaria la penumbra,
desde allí volveré a encenderme poco a poco,
sólo entonces seré el rojo diapasón,
para que los silencios canten,
como canta el búho a la ribera de la tarde.

Lo que viví

Lo que viví, lo vivo todavía,
no es el olvido una senda muda,
ni el pasado una luz ya enterrada,
es la lección que abre simas en la vida,
una espuela abrazada a su porfía.

No hay antes ni después de lo vivido,
lo que viví no ha muerto todavía,
no tiene fin el tiempo, es sólo suma,
suma de voces, de latidos, de caminos,
por donde el tiempo nos sigue porfiado.

Lo que viví, quizás se esconda en la ribera,
de los sueños, de los labios,
en los ojos de la noche
o en lo que ha morir a veces se resiste.

Lo que viví tiene un sello,
un olor a mi huella y a mi nombre,
un aire que en mi viento aún persiste.

Los espejos te delatan

No hay forma de escapar del fuego,
de la sorda meditación del tiempo,
quieres escapar y regresas
al mismo pozo mudo,
al mismo vértigo, casi a la nada,
te indagas en los espejos,
eres el mismo grito tentativo,
la misma espera porfiada,
la porfía de mano ensangrentada.

Los espejos te delatan,
te desarraigan de ti mismo,
tu cuerpo desciende,
tu voz se acompleja,
es la ceniza de tu ayer equidistante,
vuelves a ser melancólico entre el follaje,
el mismo hombre, el mismo grito pensativo,
el dolor plural abrazado a la tarde.

Los espejos reponen tus facciones,
te percibes en los cantos, llueves en tus huesos,
humedeces de lágrimas los bostezos,
examinas tu semblante en los sollozos,
vuelves a tu sombra en busca del instante,
a la llama devastadora de tormentos,
retomas tu imagen, te transfiguras,
desembocas en el infinito,
allí donde los gritos crecen.

No busques tu corazón en el silencio

No busques tu corazón en el silencio,
al tiempo en el instante enmudecido,
tu boca, en el beso transformado
en pétalos ajados y en largo olvido,
búscate en la bifurcaciones del recuerdo,
en lo que hace la luz y las promesas
cuando se enciende el siempre,
y se ilumina de placer lo ya soñado.

No busques tu imagen en las sombra,
no quieras adivinarte en las serpientes,
negarte para siempre en los eclipses,
tú estás habituado a la luz y a las fusiones.
No obres de antemano, mira el sino,
adivínate tú mismo, estás sutilmente acorralado,
no por ello estás domado, agobiada tu luz,
vive en ti la vida, los cántaros con tu sed crecida.

No busques tu corazón en el silencio,
no arredres la culpa de la escoria,
reconoce el instante, el tiempo blanco,
ya vendrá lo que no ha sido todavía,
rastrea tus sentimientos y tu huella,
pregunta por tu voz a medio día,
no escancies tu condena ,toma el verbo en tu porfía.






POESIA PARA NIÑOS
Niña

Eres tan frágil,
eres tan leve
niña de nieve.

Eres genuina
como ninguna
niña de luna.

Llevas vestido
de transparencia
niña inocencia.

Tienes el alma
con su contento
niña de viento.

Llevas un bolso
llevas sombrilla
niña sencilla.

Te vas airosa
con tu donaire
niña del aire.

Por los caminos
llevas empeño
niña de sueño.

A la ronda, ronda

A la ronda, ronda,
del ton toronjil,
que canta la rana
y canta el paujil.

A la ronda, ronda,
del clan clavelín,
que gira la luna
su ronda sin fin

A la ronda, ronda,
del gil girasol,
mira que en lo alto
nos sonríe el sol.

A la ronda, ronda,
del con corazón,
que canten las niñas
su alegre canción.

A la ronda, ronda,
del mar marinero,
si el sol va de viaje,
aquí yo lo espero.


Camino del aire

Camino del aire
se van los pájaros,
camino del aire
la mariposa,
camino del aire
se va la abeja
y el perfume
de la rosa.

Camino del aire
se van los trinos,
camino del aire
se va el humo,
camino del aire
se va la brisa,
camino del aire
se van las brujas
con su hechizo
y con su risa.

Camino del aire
van las cometas,
camino del aire
va el colibrí,
con un ramito
de flores
que envío para ti.

La lluvia

La lluvia ya cae,
la lluvia ya viene,
viene entusiasmada,
nadie la detiene.

Moja los vestidos,
moja los caminos,
ya viene mojando
todos los destinos.

Unos con sombrero,
otros con paraguas,
reciben contentos
la fiesta del agua.

Se descuelga breve
por entre las ramas,
de los saucedales
y de las retamas.

La lluvia ya viene,
viene bullanguera.
mi niña, soñando,
ser lluvia quisiera.

Don ciempiés

¡Qué relucientes zapatos,
don ciempiés, hoy lucirá!
¡pobrecito si los ensucia,
quién se los lustrará!

Don ciempiés va muy de prisa,
quién sabe a dónde irá.
quizáesta enferma su esposa
o va a una fiesta gaga.

Por entre la hierba camina,
mirando atrás de rato en rato.
quizás ha perdido la ruta,
o quizás perdió un zapato.

La iguana amarilla
En las rubias arenas
la iguana se asolea,
y ahoga sus penas
en la brusca marea.

Con bikini a rayas,
con bolso de raso,
camina por la playas,
que encuentra a su paso.

Estuvo en Punta Sal,
un día se fue más lejos,
la iguana tal cual,
con sus catalejos.

Se fue para Can Cun,
muy modosa, refinada,
llevó latas de betún,
y jamón en rebanada.

Llevó leche envasada;
para cumplir con su dieta,
también llevó una tostada,
la iguana pizpireta.

Muy contenta veraneaba,
debajo de su sombrilla,
y sus penas olvidaba,
miss iguana amarilla.

Visitó todas las playas
del Caribe y el Pacífico,
con su bikini a rayas,
su cepillo y su dentífrico.


La iguana presuntuosa,
jugueteaba en la arena,
no sentía mayor pena,
creía ser una diosa.

La diva de los mares,
la Reina de los balnearios,
quemaba los calendarios,
sin pena y sin pesares.

Reía, siempre reía,
de su pasado austero,
y su risa escondía,
debajo de su sombrero.

No era cualquier iguana,
era una iguana amarilla,
la iguana más lozana,
que paseaba en la orilla.

Se fue a playas lejanas,
la iguana paradisiaca,
con sus amigas, las ranas,
sus peinetas y su laca.

Se pintó la cabellera,
se hizo liposucción,
quería ser la primera,
¡Reina de su nación!

A otras playas marchó,
a bordo de un crucero,
a Ipanema llegó,
luego a Río de Janeiro.

Una zamba escuchó,
la iguana novelera,
y sin dudar se volvió,
iguana carnavalera.

En carnavales bailó,
y del baile se aburrió,
el mar era su pasión,
las arenas su atracción.

Volvió a ser playera,
se cansó del carnaval,
ahora, ¡quién lo creyera!
luce un hilo dental.

Se marchó a Copacabana,
acompañada de grillos,
para animar la caravana,
tocaban sus estribillos.

Del litoral brasilero,
llevó muchos regalos,
se embarcó en un velero,
a las playas de los galos.

Llegó a la playa de Cannes,
bronceada y muy coqueta,
seguía con sus afanes,
su bolso y su raqueta.

Conoció a los artistas,
una artista se creyó,
con su bikini de listas,
ciertas poses ensayó.

Nadie prestó atención,
a sus ensayos de artista,
se marchó a otra nación,
la iguana malabarista.

A la costa Vasca llegó,
no entendía el euskera,
muy pronto se marchó,
sin saludar siquiera.

En las playas españolas,
aprendió a ser tenista,
jugaba en grandes olas,
parecía una equilibrista.

Paseaba muy garbosa,
por todos los litorales,
la iguana vanidosa,
con su bolso y sus modales.

Recorrió por los balnearios,
que en el mapa figuraban,
hizo historia en los diarios,
que continuo entrevistaban.

No soy de aquí, soy peruana,
con orgullo aseveraba,
no soy miss, soy iguana,
de la costa morropana.

Soy amante del tondero,
el huayno y la marinera,
que se baila con salero,
en reunión jaranera.

Cansada de los balnearios,
de recorrer tantos países,
trajo en su bolso unos diarios,
que hablaban de su raíces.

Volvió flaca y arrugada,
con marcas de cirugías,
en su bolso una tostada,
para sus últimos días.

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