EL DECALOGO DE AMOR DE FREDY UCHOFEN MACO
Por: William Piscoya Chicoma
(williampiscoya@hotmail.com)
Los diez poemas que guarda el primer libro, de poesía, de Fredy Martin Uchofen Maco (Ferreñafe, 1973), están signados por su profuso amor por las entidades que más idolatra y añora el propio autor: su intensa fe cristiana, la mujer bienamada y despojada, la viva exaltación por la madre, y su grande e invaluable filiación con la naturaleza. Por eso, Decálogo de amor es, precisamente, eso: un conjunto de breves y sencillos poemas -sólo alguno de ellos sobrepasa, apenas, los quince versos- alentados por la certera convicción religiosa, el grave amor sensual, la entrañable querencia por la delineante de la vida, y la identificación con los elementos de la naturaleza.
En efecto, Decálogo de amor, se abre con un acróstico que, verbigracia, presenta la propensión cristiana del poeta, fraguada, específicamente, desde su creencia en el santo patrón San Judas Tadeo. Al respecto, en confesa jaculatoria, el poeta invoca: “San Judas Tadeo/ A compaña a tus fieles devotos/ Nuestro será tu camino./ Jubilosos cantaremos y oraremos/ Unidos fieles tadeístas/ Dura pero gozosa será nuestra tarea/ A sí, solo así cambiaremos nuestras vidas/ Sonrientes y alegres nos mantendremos siempre./ Todos alentemos la paz del señor/ A cerquemos siempre a una sola voz/ Daremos amor, paz y alegría/ Eres Tú redentor nuestro/ Oh suplicaremos tus favores.”
Y, por su parte, el complicado amor pasional -proyectado desde las imágenes de una pasión avivada, ganada, perdida y, al mismo tiempo, vuelta a poseer-, es el asunto que ha de primordiar el planteamiento discursivo del conjunto de los textos con esta vinculación temática. Así lo refieren: Ingrata mujer, Orgullo de mujer, El mar, La vida se me va y Mi sonrisa se apaga de pronto. Es, justamente, este último poema, el que mejor instruye acerca de esta constante poética de Uchofen Maco, en su llano y natural Decálogo... Veamos: “Mi sonrisa se apaga de súbito/ Y el verte al lado de otro se entristece mi alma,/ por eso mi corazón sufre tanto/ y ardiente ansía tu retorno. / Un mal día te he visto triste y agotada,/ Y hora que estamos el uno frente al otro/ intentamos volver al pasado de oro,/ cuando fuimos tan felices. / Ahora seré el buen samaritano/ presto a recibir con todo mi ser a ti/ y a la linda prenda que traes contigo. / Te amaré con todo mi corazón/ y nuestra sonrisa será como antes, / por eso no llores ni te reproches: / juntos superaremos este calvario, /amor de mis amores.”.
El tercer grande tema que emprende -con un solo y significativo poema-, el libro de Fredy Uchofen, es la verdadera y vasta inclinación y el amor por la propulsora de su existencia, es decir, por su madre. Por eso, Madrecita mía, no sólo tiene un importante significado para el mismo poeta, sino que, además, presenta, dentro del acumulado del libro, la expresión manifiesta más intensa y emocional del autor: “Madrecita amada/ madrecita adorada/ te pido que me perdones/ si te hice sufrir mucho./ Voy a cambiar la vida/ tu eres la única/ mi único tesoro que tengo./ Por eso te pido perdóname./ Madrecita adorada/ sé que vales mucho./ Madrecita/ lo único que tengo en la vida./ Te dije te quiero/ madrecita mía.”.
El cuarto y último argumento de Decálogo de amor, es la identificación o, más precisamente, la admiración, por los componentes del ambiente. Y, así, son dos aquellos poemas, donde nuestro poeta alude a la naturaleza y donde deja entrever su desbordante adhesión y deferencia por las existencias del mundo exterior y natural: Aire puro y Al despertar. Tal vez, el más valioso sea Al despertar, donde el poeta paraleliza el amor maternal y su afición por las formas naturales del entorno: “Al despertar al amanecer/ encontramos una sonrisa/ al amanecer del día/ con el aliento de vivir más./ Llenos de esperanza/ esbozamos una sonrisa/
respiramos vida/ destilamos alegría/ siempre nos guía nuestra madre/ en el caminar de la esperanza. / Con fe en sueños y esperanza/ ella nos trajo a este paraíso/ al paraíso de las maravillas/ que nos dio la vida.”.
El libro de Fredy Uchofen -de estilo afable y espontáneo, como su propia personalidad y palabra de hombre magnánimo y cordial-, no nos queda duda, vine a ratificar el talante versificador de los oriundos de la tierra ferreñafana y, asimismo, la probada tesis de la existencia del actual auge de la sugestiva y destacada poesía que, bien de bienes, se viene produciendo en el pueblo del Sabio Mesones y el Revolucionario Chumán.
Ferreñafe, 21 de febrero de 2010.
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